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La Eurocopa socialista
Para el mundo occidental ser rojo significaba simpatizar con Moscú, con Stalin y con el socialismo como forma de gobierno.
Para el mundo occidental ser rojo significaba simpatizar con Moscú, con Stalin y con el socialismo como forma de gobierno.
Yugoslavia era socialista, pero dejó en claro que no se sentaría a la mesa a tomar un vodka con la URSS con todo y el poder que representaba.
Eran tiempos de Josip Broz Tito, quien rigió Belgrado con el socialismo más liberal y sin el control del poderoso gobierno moscovita.
La política de quien se nombrara Presidente Vitalicio de Yugoslavia el 16 de mayo de 1974 era mantenerse neutral a la Guerra Fría y así logró charlar con Estados Unidos siendo socialista y también tuvo el guiño para organizar la Eurocopa de 1976, el escaparate para mostrarse en toda la región como un gobierno rojo sin extremos comunistas.
Fue la primera ocasión en que un país de la Europa del Este y socialista organizaría el torneo más importante de futbol del continente.
Aquel 1976 la selección anfitriona logró derrotar 2-0 a Gales, pero cayó ante Alemania 4-2 que venía dos años antes de ser campeón del mundo en casa y luego sucumbió ante la Holanda de Johan Cruyff en el partido por el tercer lugar.
Curiosamente la edición más socialista de la Euro fue la de Checoslovaquia, un país también bajo ese régimen de gobierno, que se coronó como campeón tras superar en penales a Alemania con el legendario gol de Panenka, quien hacía ya dos años que venía practicando desde los 11 pasos tirar con un toque suave esperando que el portero se venciera y entrará por el centro el balón.
El ahora estadio de Estrella Roja fue el escenario principal donde Tito inauguró la justa y participó en la ceremonia de la entrega de la corona, fue construido entre 1960 y 1963, y la casa de uno de los equipos más populares del país, además ahí fue la coronación política de Josip Broz tras organizar una Euro en lo que para los occidentales era tierra prohibida.
ivan.perez@eleconomista.mx