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¿Quién es ese número seis?

El jugador se ha vuelto un referente para México, ya es campeón olímpico y hoy busca ser fundamental en Brasil 2014.

Botón Mundial Brasil 2014

Recife, Brasil. Su futbol es fresco, descarado, atrevido, a una velocidad diferente. Héctor Herrera no ha perdido la esencia con la que ha practicado este deporte desde niño, en un barrio de Rosarito, Baja California, cuando no tenía nada más que un sueño, que persiguió hasta convertirlo en realidad. Hoy, con la misma hambre anhela superar el próximo domingo a Holanda y así avanzar junto con México a los cuartos de final del Mundial.

No importa que actualmente se encuentre en Europa, con Porto, de Portugal, y gane mucho dinero, el volante, que se ha convertido en una bujía para el Tricolor en Brasil, continúa peleando cada pelota como cuando jugaba gratis para Tampico y quería llenarle el ojo a Efraín Flores, entonces técnico de Pachuca, que no dudó en debutarlo.

Herrera no se esconde, pide y toma la pelota, la conduce cuando es necesario, juega de primera y hasta se ha dado lujo de pisarla y hacer recortes. La diferencia es que hoy el ex futbolista de Pachuca no tiene la puerta de su casa como portería, misma que soportó incontables disparos que iban cargados de ilusiones del deportista de 24 años, quien luego de mucho trabajo ya puede presumir haber asistido a unos Juegos Olímpicos y a una justa mundialista.

Tras los tres partidos de primera ronda en Brasil, el elemento de Porto ha disputado 256 minutos, registra una asistencia y ha recuperado 15 balones. Siempre dijo que sería futbolista profesional , aseguró Amanda Herrera, su hermana, quien confesó haber llorado por semanas tras la partida de su confidente de la infancia hacia Tampico, cuando la familia decidió apoyar al menor de los Herrera López en su aventura.

Héctor siempre sonríe, disfruta su primer Mundial, mete la pierna y trata de hacer cosas distintas, consciente de todo lo que tuvo que pasar para ahora poder estar en Brasil. Hoy no olvida aquellos años en los que entrenaba y jugaba gratis para Tampico, que era filial de Pachuca, luego de que Martín Domínguez, visor de Tuzos, lo descubriera en Tijuana y lo llevara al profesionalismo, en Segunda División.

El brinco al futbol profesional no fue fácil, ya que el amor que le tiene su madre no le permitía dejarlo ir a alcanzar su meta a Tampico, sitio en el que comenzó a mostrar su calidad y gambetas, en un entorno más serio. Se lo querían llevar desde los 10 años, pero yo no lo dejé. Le dije al visor que dejáramos pasar el tiempo, pero ya a los 14 vinieron por él , dijo María López, su madre.

Al volante, al que se le ha negado el gol en distintos ensayos al arco de media distancia, incluida una pelota al travesaño ante Croacia, no le disminuye la determinación que mostró en Pachuca, en un cuadrangular en el que convenció a Efraín Flores, para llevarlo al primer equipo. Era mi única oportunidad para subir a Primera , comentó hace tres años tras su debut.

Pronto, su larga figura que luce encorvada cuando conduce la pelota con gran velocidad se hizo familiar cada semana en el futbol mexicano, mismo en el que marcó 11 goles antes de emigrar a Portugal. Me llamó mucho la atención su estilo, su carácter, su personalidad, su manera de desenvolverse técnica y tácticamente , confesó el técnico que lo debutó.

En Brasil, ya no sólo saben de Chicharito, Giovani, Rafa Márquez y Memo Ochoa, ahora la prensa internacional y la afición preguntan: ¿Quién es ese que trae el número seis? . Con su descaro y eficacia con la pelota, acaparó la atención durante la copa del mundo, pero su capacidad no debe ser una novedad, porque ésa la mostró desde el 23 de julio del 2011, día de su debut en Primera y la fue reafirmando semana a semana.

Sus desbordes, servicios y anotaciones ya le han valido para ser nombrado el mejor futbolista del Torneo Esperanzas de Toulon en el 2012 y para saborear la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. Me siento en mi mejor momento , sentenció el seleccionado, tras cumplir una buena actuación contra Croacia, equipo con el que se le vio relajado, disfrutando de cada pelota, como lo hacía de niño, cuando lanzaba balones al portón de su casa e imaginaba con llegar a Primera División.

Hoy su mente no se echa a volar en el barrio donde creció, lo hace en Brasil, en el máximo torneo al que podía aspirar y por ahora sueña con que sus gambetas, técnica y descaro lleguen más allá del juego contra Holanda y así llegar al objetivo que se trazó el equipo mexicano: disputar los cuartos de final.

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