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Opinión

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¿En quién depositamos nuestra esperanza?

Confieso que descubrí la filosofía de Byung Chul Han (Seúl, 1959) recientemente, a finales del 2020, durante la pandemia. Los libros de este académico de la Universidad de Berlín son cortos, profundos, disruptivos y estimulantes. Entre ellos destacan tres que en mi opinión sintetizan la amplitud de su pensamiento: La sociedad del cansancio, La expulsión de lo distinto y La agonía del eros. En el centro de sus argumentos está una fuerte crítica al neoliberalismo, “Nos explotamos voluntaria y apasionadamente, figurándonos que nos estamos realizando”, señala.

En un artículo reciente, Han afirma: “Hoy vivimos en una sociedad de la supervivencia. Avanzamos colgándonos de una crisis a la siguiente, de un apocalipsis al siguiente, de un problema al siguiente. Así la vida se atrofia y se reduce a resolver problemas. Hemos renunciado a las esperanzas. La vida es sacrificada en el altar de la angustia. Nos hemos resignado a sobrevivir. La jadeante sociedad de la supervivencia se parece a un enfermo que ya sólo abriga el débil deseo que el dolor cese pronto. La esperanza es lo único que nos permitirá recuperar aquella vida que es más que una mísera supervivencia”.

Cito a Han y la importancia de la esperanza en el contexto de la cada vez más aguda confrontación que estamos viviendo en el país a raíz de las marchas del 13 y del 27 de noviembre. En el corazón de ambas movilizaciones está la contienda electoral rumbo al 2024. Semana a semana, hay más polarización y crece la estridente cancelación de unes y otres. Estamos asfixiando el espacio político para entendernos. Se dice fácil, pero este contexto tiene graves implicaciones para el funcionamiento de nuestra democracia.

Cada uno de los bandos deposita esa “esperanza” que nos permitiría recuperar otra atmósfera en el país, en propuestas radicalmente distintas. Para los millones de personas que apoyan al presidente López Obrador, él representa esa esperanza. De ahí que su papel en Morena sea insustituible. En cambio, en el lado de los opositores no hay en el escenario, al menos hoy, nadie que aglutine ese ánimo. Nadie que, siguiendo a Han, nos muestre un modelo de país que vaya más allá de la “mísera supervivencia”. Mientras los líderes de la oposición continúen haciendo política al estilo pre-2018, no será posible que lo logren. En ese sentido, se equivocan quienes afirman que el programa es lo primero: antes y más urgente, es el proceso. Necesitan un mecanismo genuino, innovador, transparente y democrático para seleccionar sus candidaturas. ¿Pero serán capaces de hacer algo cuyo desenlace no controlen los presidentes de los partidos políticos? ¿Están a la altura de un nuevo paradigma? Sin un proceso de esta naturaleza no serán capaces de generar la atención y el entusiasmo de la ciudadanía que requieren cuando todas las encuestas le dan una ventaja de 30 puntos a cualquier candidatura de Morena.

Julio es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, con maestría en políticas públicas de la Universidad de Georgetown.

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