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Opinión

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La economía del conocimiento y el desarrollo agrícola (II)

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) plantea entre los mayores desafíos para garantizar la seguridad alimentaria del planeta en el 2050 enfrentar la necesidad de transferencia y adopción de tecnologías en el sector primario para elevar la productividad de los cultivos

De acuerdo con Takagi y Graziano da Silva (2012), 90% del aumento de la producción necesaria para cubrir la demanda mundial de alimentos en el 2050 vendrá del crecimiento en la productividad. Por esta razón, las innovaciones tecnológicas en la agricultura cobran especial relevancia.

En México, el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación del Conacyt define las estrategias para la consolidación de las capacidades en ciencia, tecnología e innovación y busca lograr la transición de México hacia una economía del conocimiento.

Uno de los mayores retos del programa es contribuir a la generación, transferencia y aprovechamiento del conocimiento vinculando a universidades y centros de investigación con productores y empresas.

De acuerdo con el Conacyt, el país posee una amplia red dedicada al desarrollo de nuevos conocimientos y tecnologías. En el sector primario, por ejemplo, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias tiene 13 centros de investigación; el Conacyt, 10 centros en ciencias exactas y naturales; la Universidad Autónoma de Chapingo, 9 centros regionales; también existen otros centros públicos y privados como el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Centro de Investigación Científica de Yucatán, AC.

Toda esta red trabaja con instituciones y programas de gobierno en los procesos de transferencia de tecnologías a las empresas del sector primario.

En este contexto, FIRA, a través de sus centros de Desarrollo Tecnológico (CDT) se vincula con universidades y centros de investigación para participar en los procesos de validación, demostración, capacitación y difusión masiva de tecnologías en el sector agropecuario.

Así, los CDT son un agente fundamental en la economía del conocimiento del sector primario. Por ejemplo, el CDT Villadiego fomenta la transferencia de tecnologías para la producción sostenible de granos, entre ellas destacan: la labranza de conservación, tecnologías para optimizar el uso del agua, manejo integrado de plagas y nutrición balanceada.

Los beneficios principales para los adoptantes de estas tecnologías son: reducción en 30% de pesticidas químicos y nitrógeno por tonelada producida; ahorro de hasta 50% de agua (m3/ton), y reducción en costos unitarios de producción (FIRA, 2013).

Para México, el desafío no sólo está en la generación de nuevas tecnologías sino en transferir de forma masiva las que ya existen a la mayoría de los productores, para así potencializar sus beneficios.

De esta manera, la transferencia de tecnología, en especial en el sector primario, es fundamental para aumentar el dinamismo en la economía.

*Claudia Graciela Cervantes Rodríguez es especialista de la Subdirección de Evaluación de Programas de FIRA.

ccervantes@fira.gob.mx

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