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Opinión

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La economía se puede deslizar hacia el suelo

El régimen no parece medirlo muy bien, pero muchas de sus acciones desesperadas para influir en las elecciones pueden llevar a la economía mexicana a que se “deslice hacia el suelo”, como le llaman a un brutal desplome en el gobierno morenista de la Ciudad de México.

El mundo entero ya no está en ese impasse que se abrió el año pasado, en el que había un estancamiento en la guerra tras la invasión de Rusia a Ucrania y la política monetaria de Estados Unidos acompañaba a su economía en un proceso constante de desinflación.

El sueño de un aterrizaje suave y coordinado de la inflación y del nivel de la tasa de interés interbancaria fácilmente se interrumpió con el primer bache que se encontraron los índices inflacionarios en este 2024. Claramente no hay apuesta que valga y eso genera incertidumbre.

Medio Oriente también ha jugado, desde octubre pasado, un papel importante en la atención en el mundo financiero, pero el primer ataque directo en la historia de Irán en contra de Israel es un, como dicen en inglés, game changer.

Hay un evidente cambio en las señales internacionales hacia la prudencia y eso termina con el arrojo de invertir en mercados que no pinten muy seguros.

Y hoy México, con la tensión política que genera el propio gobierno, está del lado de los focos amarillos.

El gobierno federal interviene claramente en el proceso electoral, en contra de las propias reglas democráticas del país. Y lo hace, no sólo con el activismo proselitista del presidente López Obrador, sino con el presupuesto federal.

El gasto público está dedicado al electoral y el propio régimen reconoce que el 2025 será de sequía presupuestal y más deuda.

Tal parece que la única institución que podría entender la influencia de los eventos externos y actuar con algo de prudencia es el Banco de México. Siempre y cuando, claro, mejoren la precisión de su comunicación. Porque es evidente que no pudieron hacer entender su punto al momento de reducir en 25 puntos base la tasa de referencia en la pasada reunión de política monetaria.

El mensaje era, bajamos este cuartito de punto la tasa, a 11%, pero seguimos en posición restrictiva. La lectura equivocada pareció ser que Banxico empezaba el ciclo de bajas y, además, en sentido contrario de lo que haría la Reserva Federal.

Es una postura muy del club de los halcones, pero pareciera que la subgobernadora, Irene Espinosa, tenía la razón… otra vez.

El tipo de cambio no puede ser un referente para la toma de decisiones monetarias, por más que le guste ese indicador al presidente López Obrador. Sin embargo, tiene un peso anímico social importante.

Ahora, el subgobernador Jonathan Heath defiende lo que siempre dijo, que la baja de un cuarto de punto fue un ajuste fino sin cambiar el sentido de la política monetaria restrictiva.

El mundo, pues, está más convulso ahora de lo que estuvo el 2023, la coincidencia con el año electoral en nuestro país y la obsesión presidencial por conservar el poder puede hacer que esa sea una combinación que afecte el futuro de la economía hacia algo más que un deslizamiento hacia el suelo.

ecampos@eleconomista.mx

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Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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