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Opinión

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Vice y Buzzfeed: ese futuro del periodismo se acabó

Foto EE: Especial

Vice y Buzzfeed News fueron modelos de innovación e inspiración de la industria periodística. Ambas iniciativas, que tuvieron operaciones en México, se enfocaron en una audiencia que consumía una mezcla de entretenimiento, avisos familiares e información periodística en el mismo lugar donde esa audiencia compartía memes, se involucraba en retos orates y practicaba coreografías de canciones pop. Ese lugar ya no existe.

Vice y Buzzfeed News fueron las estrellas del periodismo y las noticias de la década de los 2010. Fueron imitados por medios tradicionales y digitales de todo el mundo —incluido México, claro— que se sabroseaban el volumen de consumidores que ofrecían las redes sociales, impulsado por la viralidad de un contenido hecho para millennials. Vice y Buzzfeed News fueron el “futuro” del periodismo.

Hoy sabemos que ese “futuro” tenía poco futuro. Vice y Buzzfeed News están muertos. El tráfico que ofrecían las redes sociales se ha evaporado, la publicidad digital se concentra en pocas manos —todas propiedad de la industria tecnológica— y los consumidores prefieren el video en cualquier presentación, sobre todo en TikTok, pero que no incluya noticias porque nos deprimen.

El jueves pasado, Vice anunció que dejará de actualizar su sitio web para concentrarse en la venta de su contenido como casa productora. La noticia incluye despidos. Días antes, Buzzfeed anunció su enésimo recorte de personal, en medio de un fracaso bursátil que mantiene sus acciones en 0.30 centavos de dólar desde los 10 dólares de su valoración inicial.

A diferencia de estos dos monstruos de internet hoy convertidos en cascajo, como el ogro del Gato con Botas convertido en ratoncillo, algunas cabeceras tradicionales como The New York Times, un periódico fundado en 1851, o The Guardian, un periódico fundado en 1821, siguen de pie y generando ingresos.

Su fórmula se basa en el periodismo serio y de calidad, apostando por una relación leal con sus consumidores y sin los volantazos cazatráfico de tantas otras marcas capaces de malbaratar su prestigio por unos cuantos dólares de publicidad programática.

Tampoco es que el Times y el Guardian la tengan fácil: aprendieron a vivir con modelos de negocio gaseosos, que todo el tiempo deben renovarse y reajustarse a las tendencias de unas sociedades cambiantes, unos consumidores escurridizos y unos desafíos políticos, culturales y sociales ahogados en incertidumbre. El Times y el Guardian son dos barcos que flotan en medio de una carnicería naval.

Vice contó las historias que los medios tradicionales dejaban fuera de su cobertura. Tuvo corresponsales en lugares en guerra y buzos que se sumergieron en las peores situaciones humanas para regresar a tierra a contar las grandes tragedias con lo mejor del periodismo: humanizado, explicado, contextualizado y verificado.

Lo mismo hizo Buzzfeed News, una iniciativa periodística que ganó un premio Pulitzer de periodismo y por la que The Walt Disney Company estuvo a punto de pagar 600 millones de dólares para integrar a su familia corporativa.

Hoy los tiempos son otros y las plataformas digitales siguen imponiendo su ley. Las redes sociales no producen tráfico hacia los medios de noticias y nuevos jugadores se incorporan a la guerra por el pastel publicitario, como Walmart con la adquisición esta semana del fabricante de televisores Vizio dentro de su fuerte estrategia en retail media.

Los jóvenes se encuentran en TikTok: más un aparato tecnológico moldeado por tus gustos —y moldeando tus gustos al mismo tiempo— que una red social o un medio de comunicación, mientras que el resto de los consumidores de noticias está desapareciendo en un ambiente de polarización política que fomenta la desconfianza en el periodismo, la difusión de historias falsas (fake news) y la posverdad (la distorsión deliberada de la realidad).

Vice y Buzzfeed News fueron el “futuro” del periodismo. Un futuro que duró poco más que un instante.

Periodista. Escribe Economicón, la newsletter sobre privacidad y sociedad de la información de México. Desde 2010 es editor en El Economista. Maestro en Transparencia y Protección de Datos Personales. Su canal de entrevistas en YouTube se llama Economicón.

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