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¿Cuál fue la peor herencia financiera de AMLO?
Cuando inició el gobierno del expresidente López Obrador la pregunta no era si provocaría algún daño a la estabilidad financiera de México, sino cuál sería el más grave.
Al final, la combinación de todos, incluido el desmantelamiento de la vida democrática e institucional del país, nos tienen en la antesala de algo grave.La cancelación del Aeropuerto de Texcoco fue el botón de muestra de los caprichos autoritarios que marcaban el inicio del derroche y las políticas públicas fallidas.
La refinería de Dos Bocas, que agrava el mal negocio de la refinación de Pemex; el Tren Maya, que sigue en construcción y vivirá eternamente del subsidio; o los indefendibles fracasos de la Mega Farmacia o el Insabi.
Pero de todas las barbaridades que la sociedad mexicana le permitió al autócrata, la peor, por mucho, fue el dispendio de recursos públicos para sus programas asistencialistas.
El populista sabía lo difícil que resultaría argumentar las razones válidas en contra de sus llamados programas del Bienestar, porque uno de sus componentes era la transferencia de recursos a los sectores de población con menos ingresos, el otro componente es electoral.Sin embargo, la principal advertencia de esa forma torcida de hacer política social de tan baja rentabilidad era, precisamente, su insostenibilidad en el tiempo.
Con muchos trabajos alcanzó a cubrir los montos necesarios para terminar su sexenio y lo hizo con sacrificios presupuestales que debieron resultar un escándalo nacional, evidentemente nada pasó.
Desde el momento mismo en que agotó los fondos de estabilización para incorporar esos recursos al gasto corriente, el desvío de partidas presupuestales destinadas a la salud, educación, seguridad, para el reparto desordenado y discrecional con sus “Servidores de la Nación”, el descomunal aumento de la deuda pública para todos sus elefantes blancos, incluidos sus programas de Bienestar.
Y así llegamos a este punto, donde cumplió con su meta política de mantenerse en el poder, con los votos irrefutables por la presidenta Sheinbaum y con las trampas descaradas para su mayoría calificada en el Congreso que no van a salvar al régimen de que explote, pronto, una bomba en las finanzas públicas.
En la iniciativa del Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2025 se contempla un gasto en lo que llaman Programas prioritarios sociales de 835,706 millones de pesos, de ellos, 483,428 millones de pesos son para el programa de Pensión para Adultos Mayores.
Cuando a los programas del Bienestar se suma el costo del sistema de pensiones contributivas resulta que es un compromiso presupuestal de 47% de los ingresos tributarios.
Es muy difícil que el próximo año se alcance la meta de crecer 2.3%, lo que agrava la desproporción del aumento en el rubro de pensiones. Pero el problema mayor está en el futuro.
Falta considerar el pago de los platos rotos presupuestales del último año de gobierno de López Obrador que implicará para el 2025 otro 26% de los ingresos tributarios, lo que deja en los huesos cualquier otro objeto de gasto público para el próximo año.
Así que, ¿cuál pudo ser la peor herencia financiera de López Obrador? Seguramente el irresponsable gasto asistencialista que en no mucho tiempo va a generar una crisis económica y social.