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Opinión

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Israel, parte de guerra: Estados Unidos y Unión Europea, cínicos

La civilización fue degradada durante la madrugada del 7 de octubre del año pasado. Ocurrió en Israel, donde casi 1,200 personas inocentes perdieron la vida por decisiones inhumanas de terroristas de Hamás. 

Así es el terrorismo; violento e indolente. Sus actos, supuestamente, reivindican posturas políticas, pero sin el uso de herramientas políticas, lo hacen con balas y en contra de la población civil a través de una ideología llamada muerte.

Las escenas observadas en Israel fueron deshumanizantes, inclusive en plena catarsis del mundo virtual donde a través de clics y apps se puede viajar a las zonas más oscuras y degradantes de la vida humana.

En gran parte del mundo, sin que México fuera la excepción, llamó la atención que las reacciones de muchas personas ante lo ocurrido, pasaba por el filtro de la ideología política: la izquierda propalestina respiraba hondo para decir: “se lo merecían”. La derecha proisraelí se llevaba las manos a la cabeza para condenar el acto terrorista.

Ponderar el valor de los humanos en función del color de piel o pasaporte resulta degradante en pleno siglo XXI.

Lo mismo resulta en la obsesiva y silenciosa competencia entre religiones. Las ideologías dividen y suelen ser humillantes. Lo mismo ocurre con el nacionalismo, definido con claridad por François Mitterrand como “la guerra”.

La respuesta del Gobierno del primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu también ha sido incivilizatoria o deshumanizante: la cifra supera las 40,000 personas, y aunque el dato pueda estar sesgado por la fuente, el gobierno de la Franja de Gaza, ha sido el propio Gobierno de Israel quien ha prohibido la entrada de periodistas a la zona.

La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea, ha reaccionado de manera cínica y con doble rasero respecto a otros conflictos bélicos que se desarrollan en estos momentos, especialmente la guerra entre Ucrania y Rusia.

Los 27 miembros de la Unión Europea y Estados Unidos armaron una plataforma de sanciones en contra de Rusia, inclusive, han sorteado el caso del acto de sabotaje de los gasoductos Nord Stream que conectaban a Rusia con Alemania, cuya responsabilidad apunta al Gobierno del presidente Zelenski, pero no actúan frente a lo que sus ojos ven en la Franja de Gaza.

Unos dicen que la naturaleza de los dos casos es diferente: Rusia invade a Ucrania y los terroristas de Hamás invadieron Israel. Sin embargo, sortean el debate sobre las violaciones al derecho internacional.

Netanyahu ha dinamitado su relación con la ONU usando una narrativa perversa al vincular directamente al secretario general António Guterres con los terroristas. El derecho a la defensa tiene líneas rojas demarcadas por el derecho internacional.

El presidente Biden ha mencionado decenas de veces que su deseo es el cese el fuego. En noviembre del año pasado lo obtuvo durante algunos días, pero no más. Sin embargo, Biden no ha querido llevar al Consejo de Seguridad el caso de Netanyahu.

La Unión Europea tiene una voz enérgica en su Alto Representante Josep Borrell, pero es ineficaz como mecanismo comunitario.

Netanyahu ha abierto una ofensiva en Líbano en contra de los terroristas de Hezbolá. Poco a poco va enfocando su objetivo primigenio: Irán.

Pasaron desapercibidas las palabras de Netanyahu en su discurso del 9 de octubre del año pasado: “Vamos a cambiar a Oriente Próximo”.

Lo que no dijo el primer ministro israelí es que después del cambio quedarán vulnerables los más de ocho millones de judíos fuera de Israel, territorio donde no existe la cúpula de hierro.

¿Qué hará con Irán? ¿Cambiará el régimen?

Globali... ¿qué?

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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