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El cine mexicano tiene una deuda con los espectadores con discapacidad
El comediante Alexis Arroyo en la edición 39 del FICG y llama la atención sobre los casi nulos proyectos de inclusión para personas con discapacidad en la cinematografía. En este festival también se estrena una cinta sobre un amor entre dos mujeres sordas para la que los espectadores sin discapacidad deberán cambiar su manera de asimilar el mundo
La inclusión, la representación, la visibilidad de las distintas maneras de habitar el mundo, es todavía una deuda pendiente en el cine mexicano.
El Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) ha puesto especial atención en el asunto, particularmente con dos proyectos fílmicos que han tenido cabida en la programación, así como en paneles respectivos donde se han destacado las limitaciones tanto técnicas como de perspectiva sobre la inclusión de los distintos lenguajes, llámese Lenguaje de Señas Mexicano o meramente en audio, pensando en las personas con discapacidad, no de manera tangencial sino como parte central de una historia.
“Cuando hablamos sobre cine, nunca nos preguntamos cuál es la experiencia de la otra persona a partir de su condición en particular. Hablar de cine es hablar de imágenes y de sonido. Pensar que una parte de esa ecuación está privada para algunas personas, a mí me vuela completamente la cabeza”, comentó el periodista especializado en cine Gonzalo Lira durante una conversación con el comediante Alexis Arroyo, “Ojitos de huevo”, en el marco de la edición 39 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
La conversación llevó por nombre “Un cine que vivamos todes: Abriendo caminos de inclusión”, de la que también participó Lola Díaz, como representante del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine).
En ella, Alexis Arroyo relató: “yo nací ciego, pero la afición por el cine y por el humor al mismo tiempo son prácticamente desde que tengo memoria. Mi familia nunca se detuvo a pesar de que yo no podía ver una película. Ahorita existe una modalidad que se llama audiodescripción, que es la forma que tiene un ciego para ver una película, pero esto no existía cuando yo era un niño y mi familia me describía las películas o lo que estuviera pasando en ese momento, pero no siempre tenía la oportunidad de estar con alguien y mi gusto por el cine era muy grande, entonces, aprendí a imaginar y a tratar de entender todas esas partes donde no había diálogos, a tratar de descifrar las imágenes”.
Más adelante, el comediante nacido en Querétaro se sinceró: “yo me di cuenta que era ciego gracias al cine. Mi mamá es una pionera de la inclusión, ella luchaba porque yo no fuera a escuelas especiales, quería que yo fuera a una primaria con niños que veían, cosa que siempre era muy difícil. En ese afán, me metieron a un kínder, y ahí nos llevaron a un cine. Cuando me dijeron que íbamos a ir a un lugar en el que la gente se encerraba a ver películas, me imaginaba que era una especie de café donde la gente platicaba mucho sobre las películas porque así me las contaban. Pero cuando fui a un lugar que olía un chingo a palomitas y refresco, pero todo el mundo estaba callado, entré en un estado de desesperación y ansiedad porque nadie me quería contar la trama”.
A partir de lo anterior, el popular standupero señaló sobre uno de los escenarios más importantes de la edición 39 del FICG que “hay una necesidad muy grande de las personas con discapacidad por consumir el cine”, pero retomó el gran avance en inclusión que es la incorporación del audio descriptivo, es decir, con una narración, sobre todo en las plataformas, que explica verbalmente todo aquello donde no hay diálogos.
El Imcine trabaja en la inclusión
Lola Díaz, por su parte, explicó que a partir de esta semana, y a lo largo de 30 sedes del país, se presenta un ciclo con tres películas producidas en distintos tiempos por la dependencia, éstas son: “Distancias cortas”, “Veneno para las hadas” y “Nudo mixteco”, las cuales se estarán proyectando precisamente con el acompañamiento descriptivo.
“En el Imcine nos interesa apoyar el audio descriptivo, pero también apoyar aquellas películas que tienen subtitulaje adaptado para las personas con otro tipo de discapacidad. Hay que tener voluntad para poder impulsar criterios técnicos como tales, porque, como dice Alexis, no es tan difícil y si aquí hay personas que hacen cine, usen estas herramientas en sus proyectos, considérenlos en sus presupuestos”, dijo la representante del Imcine y añadió que lo importante no es ser seriamente descriptivos sino hacerlo de manera coloquial, con emociones y contrastes, de manera que la descripción permita esa percepción emocional de una película.
A lo anterior, el comediante completó: “muchas veces se tiene miedo, sobre todo el miedo es de muchos cineastas que, he escuchado, no se quieren involucrar porque les van a arruinar su obra. Hay quienes dicen que no quieren meter el audio descriptivo porque va a arruinar la experiencia del espectador. Pero eso sucede por mero desconocimiento”.
Arroyo compartió que durante su serie “Ojitos de huevo”, producida por Netflix, del que participa Alexis como protagonista junto con su colega comediante Kike Vázquez, fue él mismo quien escribió el guion del audio descriptivo.
“Hoy tú entras a las plataformas y las descripciones suelen ser planas, son robotizadas. Se tiene el miedo de describir imágenes para que no se vaya a ofender el ciego o decir la palabra ‘verga’, cuando esa palabra es una descripción, es decir, no hay una apertura de retroalimentación y creo que es ahí donde rompimos la barrera, al llegar a una plataforma tan mediática como es Netflix”.
“El silencio de mis manos” reta al espectador
En el marco del FICG 39 también se presentó el largometraje documental “El silencio de mis manos”, dirigido por Manuel Acuña Arellano, en el que se cuenta la historia de Rosa y Saira, dos lesbianas sordas enamoradas que luchan por mantener viva su relación mientras una vive en México y la otra en Estados Unidos.
Rosa lucha por los derechos y reconocimiento de la comunidad sorda en Jalisco. Ella es cantante, actriz y estudiante de derecho, mientras que Saira, residente de Oakland, California, se enfrenta a políticas desfavorecedoras para los mexicanos migrantes que decidieron escapar de la violencia en su país, y también vive las adversidades por su rotunda determinación a una transición de género.
Como cualidad, la película permite al espectador sin discapacidad ser quien se adapte a la dinámica conversacional de esta cinta, que reconozca otras maneras de asimilar el cine, las historias narrativas, que pueda procesar otros modelos de asimilación del mundo, dado que “El silencio de mis dedos” es una cinta rebosante en silencios, pero también otros sonidos tan significativos, como el roce de las manos y del cuerpo, la música del viento.
"El sonido tiene un énfasis en lo que se escucha, se cree que se escucha y se silencia. La cinta será subtitulada para poder seguir la historia de ambas, sin embargo, en algunos momentos los títulos no serán necesarios, para dar paso a la comunicación del propio cuerpo", explica el director Manuel Acuña Arellano.
El cine, en definitiva, tiene derroteros por asimilar, debe expandirse aún más. Así lo exigen sus audiencias, así es necesario, así debe asimilarse desde su gestación
Con información de Procine, Cdmx.