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Arte e Ideas

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Museo Memoria y Tolerancia se expande... a la realidad aumentada

El recinto se repuso de la crisis de la emergencia sanitaria y busca cautivar a sus visitantes a través de alianzas como la que ahora anuncia con el gigante tecnológico Meta. Juntos han hecho una experiencia aún más vívida de sus salas permanentes; “este museo iba a desaparecer en la pandemia”, revela Sharon Zaga.

A más de un año del relajamiento de las medidas sanitarias y a apenas unos días de haberse declarado el fin de la emergencia sanitaria por covid-19, los museos continúan luchando, reinventándose sobre sus propios fundamentos con el afán de volver a vincularse con sus públicos, más aún para recuperarlos en lo presencial.

El Museo Memoria y Tolerancia (MMyT), consciente de la necesidad de innovación para persuadir a sus públicos y cautivarlos en sus salas, este lunes anunció una nueva etapa en su vida como uno de los recintos más relevantes en cuanto a responsabilidad social asumida como parte medular de sus contenidos: la incorporación de experiencias de realidad aumentada dentro de sus salas permanentes, en coadyuvancia con el gigante tecnológico Meta, a través de su plataforma Spark, y de la empresa mexicana Inmersys.

“Creemos y estamos convencidos de que nuestros visitantes tienen ante ellos un museo que grita, que duele, que le dice no a la indiferencia y que necesita que los públicos regresen cada vez más, y, para ello, es necesario recurrir a esta tecnología que ayuda a que nuestro museo se expanda”, declaró Sharon Zaga Mograbi, presidenta y cofundadora del MMyT, y, más adelante añadió:

“Este museo iba a desaparecer en la pandemia. Nosotros tuvimos un reto como toda la humanidad. Particularmente, los museos fuimos instituciones que no teníamos de dónde agarrarnos. Llegó un momento en que realmente sabíamos que no teníamos manera de permanecer abiertos y tuvimos que cerrar las puertas por dos años”.

Fue entonces que desde las oficinas regionales del conglomerado Meta, matriz de marcas como Facebook, Instagram y WhatsApp, hubo disposición para evitar el cierre del recinto y, en cambio, sumarle valor social, museístico, cultural y tecnológico. Y el primer resultado de esta complicidad constructiva es esta nueva etapa para el recinto.

Construir el metaverso

Para atestiguar el acto, estuvieron presentes la subsecretaria de Cultura federal, Marina Núñez Bespalova, y la titular de Cultura de la Ciudad de México, Claudia Curiel de Icaza, así como Íñigo Fernández, director de Política Pública de Meta para México, Centroamérica y el Caribe, quien señaló:

“La misión del museo es más importante que nunca el día de hoy. Promueve valores fundamentales como son los derechos humanos, el diálogo, la tolerancia, y creemos que en esta sociedad tenemos que fomentarlos. Damos cuenta de cómo las nuevas tecnologías se pueden utilizar para maximizar el aprendizaje y la promoción de los derechos humanos, y es una parte fundamental de la misión de Meta construir este metaverso de forma responsable y de la mano de diferentes actores, desde los entes públicos, privados, académicos, sociedad civil y la prensa”.

Más adelante, Fernández señaló que los filtros de realidad aumentada que desde ya habitan en las salas permanentes del recinto son una muestra de que esta tecnología es ya parte de la vida diaria de al menos 100 millones personas en América Latina y los museos deben ir al paso, adaptarse a los cambios de las comunidades a las que apelan.

¿Cómo se vive la realidad aumentada en el MMyT?

Son 16 las salas de exhibición permanente en las que se ha trabajado una intervención de realidad aumentada. El visitante debe descargar la aplicación Museo MyT que está disponible para sistemas iOS y Android. De esta manera, a través del teléfono inteligente, el público puede recorrer el museo sin padecer problema alguno de conectividad.

La experiencia inicia en la recepción del recinto, donde, a través de la aplicación, es posible observar cómo se despliega un enorme árbol de olivo que se eleva hacia el memorial del espacio. Y de este árbol se desprende una leyenda que reza: “Sembremos consciencia para que crezca la paz”.

Otro de los momentos destacados sucede en la sala Vida en los campos, que hace memoria de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el holocausto. En este espacio, a través del teléfono, se observa una enorme pila de zapatos que pertenecieron a prisioneros en los campos de concentración nazi. Uno a uno, los zapatos caen del techo y hacen crecer esta montaña de tragedias tan alto como el espacio mismo. Es apenas una sugerencia del horror que vivieron miles de personas durante este periodo de la historia. La escena ayuda a que el visitante se sienta más involucrado con la información que se le ofrece.

También conmueve el trabajo de realidad aumentada que dialoga con el memorial “El potencial perdido”, una instalación del artista neerlandés Jan Hendrix que representa una cascada de lágrimas suspendida a manera de cortina. El trabajo de Hendrix transmite la tragedia y el desconsuelo de los más de dos millones de niños asesinados en los genocidios de nuestra historia. Y, a través del teléfono celular, la persona visitante observa un complemento, una verdadera lluvia de lágrimas alrededor suyo.

Son solo unos cuantos ejemplos de los complementos tecnológicos que desde ya habitan el Memoria y Tolerancia. Después de todo, la finalidad no es sólo fomentar la tolerancia y la empatía, sino conservar la memoria sobre los actos más terribles de discriminación, violencia y genocidio, con toda su aspereza, pero sin caer en la apología, porque la memoria es un instrumento indispensable para la no repetición. Y la tecnología debe ser, antes que otra cosa, una herramienta que pondere el humanismo.

*** ***

El siglo XX se conoció como la consolidación de los Derechos Humanos, y el siglo XXI tiene que ser la consolidación de los derechos digitales y todos tenemos que ayudar a que esto sea una realidad”.

Íñigo Fernández, director de Política Pública de Meta para México, Centroamérica y el Caribe.

Más información sobre museos:

Museos de México tienen cada vez menos visitantes

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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