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Pemex, reprobado en reforma de 2008

Tras análisis, propuestas, deliberaciones, ratificaciones y la convicción por parte de la sociedad de que no se trataba de una privatización de Pemex, en 2008 se publicaron en el DOF los siete decretos que integraron la reforma energética, la última que ha tenido el sector.

Tras análisis, propuestas, deliberaciones, ratificaciones y la convicción por parte de la sociedad de que no se trataba de una privatización de Pemex, el viernes 28 de noviembre del 2008 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación los siete decretos que integraron la reforma energética, la última que ha tenido el sector.

En ella se hicieron ajustes a tres artículos constitucionales: el 25 o del desarrollo sustentable y la propiedad de áreas estratégicas, el 27 o de la propiedad de tierras y aguas y su transferencia, y el 28 o de los monopolios y subsidios. A más de dos años de ello, el presidente Calderón declaró en Nueva York que Pemex necesita otro paquete de cambios.

A solicitud de El Economista, especialistas de la Red Mexicana de Competencia y Regulación, que coordina el Centro de Investigación para el Desarrollo AC, realizaron una evaluación de los 10 puntos más relevantes de la reforma del 2008.

LUEGO DE DOS AÑOS SE CONFIRMA: LA REFORMA SE QUEDÓ CORTA

A dos años y medio de su aprobación, resulta evidente que la reforma energética del 2008 se queda corta con relación a los retos que enfrenta el sector. Como se indicó en su momento, la reforma fue petrolera y tenía como objetivo principal maximizar la renta petrolera del país. Los altos precios del petróleo de los últimos años han disimulado su creciente problemática.

México se acerca cada vez más a convertirse en un país importador de petróleo. Se estima que el consumo podría alcanzar más de 2.3 millones de barriles diarios (mbd) en el 2015, siendo que la producción oscilaría alrededor de 2.5 mbd. Las importaciones de gasolina han crecido, cubriendo actualmente 49% del consumo nacional. Se sigue quemando y venteando el gas natural al producir petróleo, mientras aumentan las importaciones del hidrocarburo.

Si bien la prioridad es aumentar la producción y restituir las reservas, los cambios en Pemex no han dado aún los frutos esperados. Es todavía temprano para evaluar los nuevos contratos, aunque resulta evidente que atraerán principalmente a los contratistas tradicionales.

Un aspecto positivo de la reforma fue la creación de la Comisión Nacional de Hidrocarburos que podría convertirse en regulador de Pemex. Sin embargo, sus atribuciones son limitadas y reiteradamente tanto la Sener como Pemex han tratado de restringir su acción.

Los pequeños avances de la reforma han sido en aguas abajo, ya que en temas como refinación, los resultados son decepcionantes. La nueva refinería se convirtió en un tema político, dejando de lado el análisis técnico. En el tema de transporte, los accidentes del último año ponen en evidencia las deficiencias que no han sido subsanadas.

Finalmente, Pemex sigue acumulando un importante pasivo laboral, que ni siquiera fue considerado por la reforma.

Con relación al impulso a las energías renovables y a la eficiencia energética, México se está quedando atrás. Aquí, la reforma energética puso de relieve un tema fundamental para el futuro sustentable del país. Sin embargo, las leyes y metas propuestas son poco ambiciosas. Se reconoce el beneficio de haber puesto el tema sobre la mesa, pero se requieren cambios más profundos para cumplir con los compromisos de mitigación del cambio climático anunciados por el Presidente de la República.

*Lourdes Melgar Palacios, directora del Centro de Sustentabilidad y Negocios de la EGADE Business School.

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