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Competitividad mexicana en riesgo
La competitividad de las exportaciones mexicanas ha venido ganando terreno de manera sustantiva durante los últimos años. Sin embargo, este ciclo virtuoso está en riesgo si se aprueba la iniciativa de contrarreforma al sector eléctrico planteada por el Ejecutivo. Para entender esto vale la pena remontarnos a septiembre del 2001 cuando China entró a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Dicha entrada significó un golpe muy importante a las exportaciones de México, principalmente al sector manufacturero. La participación de México en las exportaciones globales no sólo detuvo su tendencia creciente sino que disminuyó de 2.6% en el 2000 a 2.2% para el 2003.
En el mismo periodo, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos (EU) como porcentaje de todas las exportaciones a ese país pasaron de 12 a 10 por ciento. Asimismo, las exportaciones mexicanas a todo el mundo pasaron de crecer 11.4% anual, en promedio, durante 1990 y 2003 a una caída de 5% en el 2001 y crecimientos de apenas 1 y 3% anual en el 2002 y el 2003. Mientras tanto, las exportaciones de China a Estados Unidos se duplicaron entre el 2001 y el 2004.
Esta fuerte desaceleración del sector exportador mexicano tuvo un impacto muy negativo en el empleo formal. A pesar de la fuerte especialización de algunas industrias manufactureras en México y las ventajas de la proximidad geográfica a EU, muchas empresas decidieron migrar sus plantas a China para aprovechar las ventajas ofrecidas por salarios significativamente menores, un yuan subvaluado y regulaciones más laxas. Sin embargo, a partir del 2011, hubo una serie de factores que revirtieron esta tendencia negativa y dieron un impulso significativo al sector exportador mexicano.
Entre el 2010 y el 2019 las exportaciones de México crecieron a un ritmo promedio de 5% y su participación a nivel global se recuperó a 2.44 por ciento.
Dentro de estos factores destacan: I) una depreciación relativa del peso frente al yuan; II) una creciente estabilidad macroeconómica en México; III) la creciente percepción que el Estado de derecho y la protección a la propiedad intelectual son más robustos en México que en China; IV) la alta especialización y productividad del capital humano; y V) un alza de los costos de transporte. El entorno se volvió aún más favorable para México a partir del 2017 cuando las relaciones entre China y EU comenzaron un periodo de conflicto geopolítico que no tiene para cuando resolverse –entre el 2016 y el 2019 las exportaciones de México al mundo crecieron a una tasa compuesta anual de 7 por ciento.
Dicho enfrentamiento se ha traducido en la implementación de una serie de barreras arancelarias y no arancelarias que han inhibido el intercambio comercial entre China y EU significativamente. Esta situación ha impulsado un importante incremento en la competitividad relativa de las exportaciones mexicanas y creado una oportunidad extraordinaria para nuestro país. Para aprovechar esta oportunidad histórica, resulta esencial seguir trabajando en reducir los factores que inhiben la competitividad como la presencia de monopolios públicos y privados que implican costos elevados de servicios básicos como los combustibles y la electricidad; y un estado de derecho frágil. La iniciativa de contrarreforma al sector eléctrico pega directo en estos dos pilares.
Por un lado, se pretende reestablecer un cuasi-monopolio público que generará electricidad más cara, más sucia y que enfrentará problemas para cumplir con las necesidades futuras de demanda eléctrica del país. Por otro lado, atenta contra los derechos de propiedad de manera retroactiva al plantear la cancelación de los permisos y contratos previamente otorgados.
Por más que las fuerzas exógenas jueguen a favor de la competitividad mexicana, como sucede en este momento, la aprobación de la contrarreforma planteada pondría en riesgo la oportunidad histórica de convertir a México en la central manufacturera y logística de América del Norte.