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Datos cinematográficos
Una de las industrias que más ha resentido los cambios estructurales de comportamiento inducidos por la pandemia es la cinematográfica. El IMCINE publica un Anuario Estadístico pletórico de cifras interesantes que son útiles para hacer un análisis comparativo entre 2019 (antes de la pandemia) y 2022 (aunque por falta de disponibilidad, incluye varias cifras de 2021). Veamos algunos datos reveladores.
En 2019 la asistencia a salas de cine fue de 341 millones (ojo, no se refiere a personas, sino a butacas ocupadas). En 2020, el año de la pandemia, se redujo a 55 millones y en 2022 se recuperó a 173 millones, muy lejos todavía de la cifra de 2019. Una medida alternativa de la asistencia es el promedio anual de boletos vendidos por habitante: en 2019 fue 2.7, en 2020 0.43 y en 2022 1.37. Los ingresos por taquilla (en pesos corrientes) fueron: 18,659 millones de pesos (mp) en 2019 y 3,153 mp en 2020 (- 83%). El precio promedio por boleto no ha fluctuado mucho: 22% de incremento entre 2019 y 2022. Del PIB total del país, el de la industria cinematográfica fue de 0.10% en 2019 y cayó a 0.03% en 2020 y en 2022 fue sólo de 0.04%, un indicio de un cambio estructural.
Siguiendo el patrón general del PIB con la recesión de 2020 y el rebote de 2021, el PIB de la industria cinematográfica aumentó 5.8% en 2019, cayó 70.3% en 2020 y rebotó en 32.3% en 2021.
Los puestos de trabajo en la industria del cine se han contraído fuertemente: en 2019 fueron 34,831, cayeron a 24,198 en 2020 y a 19,058 en 2021, denotando otro cambio estructural al no mostrar mejora con la superación de la pandemia.
Los hogares realizaron gastos en cultura de la siguiente forma (en pesos corrientes, en los años 2019, 2020 y 2021): en cine, 39,659 mp, 10,466 mp y 15,364 mp; en libros,14,833 mp, 9,503 mp y 9,364 mp; y en conciertos, 2,764 mp, 1,578 mp y 2,412 mp.
Entre los cambios de hábitos en esta industria motivados por la pandemia, puede mencionarse que el consumidor prefiere ver películas en plataformas digitales en la comodidad de su hogar, a precios que cada vez son menores. En grandes ciudades los desplazamientos a las salas pueden ser incómodos, riesgos e inseguros. Es revelador el dato de que, en México, además de que en 2020 la gente dejó de ir al cine por el cierre de salas, en una encuesta del INEGI el 32.3% de los adultos mayores de 18 años dejaron de ir por temor a ser víctimas de un delito. Este cambio de hábito se refuerza con el dato de que en 2019 el nivel de interés por asistir a salas de cine fue de 40.2% pero cayó a 21.8% en 2021. Es decir, a pesar de la superación de la pandemia, el interés por ir a salas decayó.
La menor demanda propiciará que el número de salas y pantallas se reduzca, una disminución que aún no se ha observado en forma importante, pues en 2019 existían 955 complejos cinematográficos con 7,493 pantallas y en 2022 las salas fueron 948 con 7,410 pantallas.
Me parece que en general los consumidores vemos más horas de cine ahora a través de las plataformas digitales de streaming que anteriormente yendo físicamente a las salas. Estratos de todas las edades nos hemos adaptado a este cambio de hábito.
Twitter: @frubli