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Opinión

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Un año de activismo empresarial y humanismo mexicano

Jaime Cervantes Covarrubias

Jaime Cervantes Covarrubias

La llegada de un nuevo año siempre abre un espacio para la reflexión, un momento para proyectar retos, visualizar oportunidades y definir intenciones.

En este 2025, México enfrenta un panorama complejo con relación a cambios políticos estructurales con el nuevo gobierno, retos económicos derivados de un entorno global incierto y una sociedad que demanda justicia, progreso, estabilidad y esperanza. Ante este contexto, siendo gente de empresa debemos asumir nuestro papel con activismo empresarial conciente.

Esta columna busca reflexionar sobre los principales retos que enfrentamos en áreas clave como son la economía, educación, seguridad, salud, medio ambiente, desigualdad, empresas familiares e innovación. Más allá de analizar las cifras, mi intención es invitar a quienes tienen en sus manos la posibilidad de liderar el Humanismo Mexicano, que no es solo un ideal, es un deber cotidiano y transformador.

Los desafíos para el 2025 y el sexenio son una realidad ineludible

La economía mexicana enfrenta retos significativos, con proyecciones de crecimiento económico que reflejan una desaceleración preocupante. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha ajustado a la baja sus estimaciones, situando el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en un 1.4% para 2024 y 1.2% para 2025, cifras inferiores a las previstas anteriormente.

Esta desaceleración se atribuye a varios factores según la OCDE. Este organismo destaca que la economía mexicana ha mostrado signos de desaceleración, con una demanda interna y un sector servicios que han perdido dinamismo. Por otra parte, el Banco Mundial ha recortado sus expectativas de crecimiento para México, estimando un aumento del PIB de 1.7% en 2024 y 1.5% en 2025, por debajo de las proyecciones anteriores.

Estos pronósticos reflejan un entorno económico desafiante para México y sus empresas, marcado por la urgencia de implementar reformas estructurales que promuevan la inversión nacional y extranjera, con el objetivo de estimular el crecimiento económico y mejorar la competitividad del país, mientras tanto, les sugiero aprovechar que el Gobierno privilegiará el financiamiento en y para el desarrollo del mercado interno.

Lo anterior representa una oportunidad importante para las pymes, porque las empresas familiares representan aproximadamente el 90% de las unidades económicas en México, siendo pilares fundamentales de la economía nacional. Con oportunidades de financiamiento para el mercado interno, las familias empresarias encontrarán caminos para la creatividad, el crecimiento y su consolidación, pero hay que saber aprovecharlas.

No obstante, uno de los desafíos más significativos que enfrentan estas empresas es la sucesión generacional. Si no se planea adecuadamente, lo demás es historia. La sucesión es un proceso que sucede una sola vez y tal vez, una de las decisiones más importante de los y las fundadores. A partir del 2025 en adelante testificaremos la transferencia de capital-poder-propiedad más grande en la historia de la humanidad, con estimaciones que indican, de forma aproximada, que el 75% de las empresas familiares no logrará sobrevivir al proceso de transición hacia la siguiente generación. ¿Qué será de cada patrimonio entonces?

Sumado a lo anterior, urge la profesionalización de la pyme familiar, de las nuevas generaciones y su gente. Es esencial para garantizar la continuidad y su crecimiento además de adaptarse a tecnologías disruptivas el uso de la inteligencia artificial y la digitalización como factores crítico-estratégicos para mantener la competitividad en el mercado actual. Por lo tanto, formalizar y profesionalizar la gobernanza de la empresa familiar es vital para llevar a cabo transiciones generacionales exitosas.

Ahora bien, cómo lograr lo anterior sin educación. La educación en México enfrenta desafíos significativos en todos los estratos sociales, especialmente en las zonas marginadas, donde la desigualdad en el acceso a una educación de calidad persiste. En contraste, lo que sucede en los estratos sociales “altos” es que la educación de nuestra infancia se delega y existe una tendencia deshumanizante hacia la autoexigencia, la orientación meritocrática y enfoque material y financiero.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el rezago educativo en nuestro país es una barrera considerable para el desarrollo de México y uno de los evidentes resultados sociales se manifiesta en una población dividida y polarizada entre “ricos y pobres”.

La población más afectada se encuentra en las comunidades rurales. México sufre una gentrificación desmedida hacia lo urbano y se está abandonando el campo debido a las deficiencias materiales y de recursos generan debilitan la educación y las oportunidades de un buen vivir. Los recursos se están destinado a las zonas urbanas. Esta situación se refleja en la falta de infraestructura adecuada, recursos didácticos insuficientes y una propuesta curricular descontextualizada, desactualizada.

La falta de servicios básicos en muchas escuelas mexicanas, limita el aprendizaje y perpetúa las disparidades entre las zonas urbanas y rurales.

Al igual que la educación es clave para un progreso económico, la seguridad y la paz proporcionan una estabilidad libre de violencia para florecer como nación. Sin embargo, con una mirada crítica, es inevitable no hacer referencia a la inseguridad en que vivimos. Es un obstáculo significativo para el progreso económico y social. Según el Índice de Paz Global 2024, México se ubica en el lugar 138 de 163 países, reflejando una situación preocupante en términos de seguridad. Tijuana es considerada una de las ciudades más violentas en el mundo y la narcoviolencia es cada vez más visible, pareciera que nos encontramos en guerra civil.

Este fenómeno macro social se percibe abrumador y en cierta forma utópico por resolver, no obstante, desde el sector empresarial, que contiene el grueso de la población económicamente activa, es fundamental comprometerse con el impulso y la micro implementación de prácticas y políticas que promuevan entornos laborales de seguridad psicológica, saludables y colaborativos. La implementación de programas de responsabilidad social empresarial (RSE) puede contribuir a mejorar la cohesión social y, por ende, la seguridad en las comunidades. Lo que bien se vive en la empresa, puede replicarse en casa por lo que cualquier iniciativas empresarial-comunitaria fortalece la cohesión y la paz social.

La construcción de paz, de ser una sociedad pacífica, requiere la participación activa de todos los sectores, incluyendo el empresarial. Desde nuestras empresas, podemos desempeñar un papel fundamental en la promoción de valores como el respeto, la inclusión y el diálogo, contribuyendo así a la paz social. Implementar estrategias de inclusión en entornos multiculturales fomenta el respeto y la colaboración entre colaboradores, lo cual es esencial para construir ambientes laborales armoniosos y productivos.

En materia de salud, a pesar de los avances en el sector, México enfrenta desafíos persistentes para garantizar el acceso, la disponibilidad y oportunidad de atención de calidad sanitaria, falta equidad e igualdad en los servicios de salud en todos los niveles, el sistema sigue fragmentado. El Banco Mundial ha enfatizado la necesidad de fortalecer y articular los sistemas de salud pública para asegurar que todas las personas, independientemente de su condición socioeconómica, puedan recibir atención médica adecuada y ser productivas de manera multidimensional.

En respuesta a esta situación, el Gobierno de México ha presentado el Plan Sectorial de Salud 2024-2030, que busca priorizar la promoción de la salud, aumentar la calidad de la atención médica y modernizar e integrar el sector salud en un solo sistema, no obstante, se recortó el presupuesto de gasto en salud pública y eso imposibilita el avance como debiera ser, supone un retroceso grave y una incongruencia a lo que es la verdadera necesidad de salud en la mexicana.

Si decidimos sumarnos a esta iniciativa es imperativo fomentar la colaboración público y privado. Es esencial unir esfuerzos para lograr un sistema de salud universal más robusto y equitativo. Javier Potes, un gran amigo (QEPD), luchó incansablemente por “socializar la medicina privada en México” y ha llegado el momento de cumplir su legado. Solo así podremos avanzar hacia una cobertura sanitaria universal que garantice el derecho a la salud para toda la población mexicana y a reducir significativamente el gasto de bolsillo.

Sin salud, no hay más, pero vivir sin salud y pobreza, existir se vuelve tremendamente difícil. Por ello, es fundamental hacer conciencia que las brechas económicas y sociales en México persisten, hacen notar cómo la desigualdad y la pobreza afectan y polarizan la cohesión social. La OCDE ha señalado la urgencia de abordar estas desigualdades para impulsar el crecimiento y reducir la pobreza.

México mantiene uno de los niveles de pobreza y desigualdad más altos entre los países de la OCDE, con un índice de brecha de pobreza de 34.2, por encima del promedio de 28.7 del resto de los países de la organización. Esta situación se refleja en la concentración de la riqueza, donde las 14 personas más ricas del país poseen una fortuna conjunta que representa una proporción significativa de la riqueza nacional. Es urgente lograr una riqueza distributiva conciente y esta postura comienza con la voluntad de los y las empresarias.

La OCDE destaca la importancia de implementar reformas estructurales que aborden desafíos preexistentes, impulsen la productividad y reduzcan la desigualdad de oportunidades.

Además, es esencial aumentar la base de recaudación, combatir la corrupción y adoptar medidas para combatir la evasión fiscal, con el fin de financiar políticas públicas que reduzcan la desigualdad.

En otro rubro, debemos cuidar el medio ambiente. La crisis climática y la escasez de agua representan desafíos apremiantes a nivel global y, particularmente, en México. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) enfatiza la necesidad de adoptar prácticas sostenibles para enfrentar estos retos.

En México, diversas empresas han tomado la iniciativa de implementar procesos ecológicamente responsables para reducir su huella ambiental, incrementar el uso de energías renovables y la optimización de recursos. Asimismo, otras han incorporado prácticas de economía circular en sus operaciones, promoviendo el reciclaje y la reducción de emisiones y el consumo local. No obstante, para lograr una verdadera reforma, la educación es la clave.

Sin educación será más difícil construir país. La transformación estructural y sistémica global exige una mayor preparación en áreas como la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Urge una estrategia sólida para la formación de las personas y la retención de talento. Según el Foro Económico Mundial, el 86% de los trabajadores millennials afirman que permanecerán más tiempo en una empresa que invierte en su desarrollo personal y profesional.

La reeducación de las personas trabajadoras es clave para adoptar y adaptarse a los cambios de la Cuarta Revolución Industrial y HUMANIZARLA. No solo mejora las actitudes y competencias técnicas, ahora más que nunca hay que apostarle a las competencias humanas o “suaves” para incrementar la satisfacción laboral, lo que reduce la rotación y promueve una mayor competitividad empresarial. De manera indirecta y contundente se contribuye a la estabilidad social.

Ahora, si miramos a la población en general, existe una oportunidad educa activa debido a que la demanda de profesionales en áreas antes mencionadas ha crecido exponencialmente, pero la oferta educativa no ha alcanzado a satisfacer estas necesidades. La falta de programas especializados en educación superior limita la capacidad del país para enfrentar los retos tecnológicos. ¿Cómo afrontar la innovación sin posibilidades educativas?

La innovación es el motor que impulsa la competitividad en un mundo globalizado y también en el mercado interno. En México, el nearshoring representa una oportunidad única para atraer inversiones y posicionar al país como un hub tecnológico.

Desde nuestras empresas, podemos fomentar una cultura de innovación mediante la inversión en investigación y desarrollo, la colaboración con otros emprendimientos y la adopción de tecnologías emergentes. Cada paso hacia la innovación es un paso hacia un México más competitivo y sostenible. Desafortunadamente la apuesta gubernamental para la ciencia es nula, por lo que nos toca hacer lo propio.

Por todas las razones anteriores el Desarrollo Humano es una iniciativa permanente. Poner a las personas en el centro de nuestras acciones es esencial para un crecimiento sostenible. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) subraya la importancia de este enfoque centrado en las personas, fomentando su autonomía, autosuficiencia y el empoderamiento para potenciar su capacidad de actuación de modo congestionado y participativo, orientado hacia el futuro de sus países y el planeta.

Al priorizar el bienestar de la gente trabajadora y de las personas de otras comunidades, no sólo fortalecemos nuestras organizaciones, también contribuimos al buen desarrollo y reconstrucción del tejido social. Este enfoque implica promover el fortalecimiento del autoconcepto de las personas, considerando sus vivencias, ideas, percepciones y valores poniendo esa narrativa al servicio del país y de la humanidad.

El desarrollo humano sostenible busca que las personas alcancen el máximo potencial de sus capacidades y el respeto de sus derechos humanos, en un entorno digno de un buen vivir (PNUD México) y la consolidación de una sociedad más equitativa, armónica, justa y próspera.

Reflexión, amor, intención y acción por México

El 2025 nos invita a redefinir nuestra manera de liderar, a construir desde la esperanza y la resiliencia. A convertir cada adversidad en una oportunidad de transformación. Este año no es solo una continuación, es un punto de inflexión, un momento para liderar con visión de largo plazo, actuar con valentía y, sobre todo, poner a las personas y al planeta en el centro de nuestras decisiones.

El Humanismo Mexicano nos recuerda que cada acción importa significativamente, que cada decisión puede ser un catalizador de cambio. No se trata solo de nuestras empresas, se trata de la incidencia que generamos en nuestras comunidades, en nuestras familias y en nuestra nación. Este año, toca asumir la responsabilidad de construir un México sostenible.

Les invito a liderar con intención, proponiéndoles siete caminos que puedan convertirse en proyectos, objetivos, metas o emprendimientos ilusionantes:

  1. Educar para transformar: Hagamos de la educación nuestra causa más noble. Promovamos iniciativas que cierren brechas, que fortalezcan capacidades humanas y técnicas, y que preparen a las próximas generaciones para enfrentar los retos de un mundo en constante cambio.
  2. Seguridad a través de la cohesión: Generemos entornos seguros, inclusivos y colaborativos en nuestras empresas y comunidades. La cohesión social es el terreno fértil donde florecen la paz y el progreso.
  3. Salud como motor de desarrollo: Invertir en el bienestar de nuestra gente no es solo un acto de responsabilidad; es una apuesta por la productividad, la estabilidad y el futuro.
  4. Sostenibilidad como principio: Cuidemos nuestro medio ambiente. Implementemos prácticas que respeten nuestro entorno y aseguremos el bienestar de las generaciones futuras a través de una mejor gobernanza en nuestras empresas.
  5. Innovar con impacto: Apostemos por la innovación que transforma. Que nuestras empresas sean faros de creatividad y progreso, adoptando tecnologías que beneficien a la humanidad.
  6. Empresa familiar con visión de legado: Profesionalizamos nuestras estructuras, planeemos nuestras sucesiones y adoptemos tecnologías para garantizar la continuidad y relevancia de las empresas familiares.
  7. Paz desde nuestras trincheras: Cada acción que promueva el respeto, la inclusión y la diversidad es un paso hacia un México más pacífico y cohesionado.

Este 2025, dejemos atrás la queja y el inmovilismo. Es el momento de cocrear un México dinámico. Desde cada rincón de nuestras vidas y empresas tengamos un activismo dialogal, colectivamente pongamos manos a la obra. Con cada esfuerzo sumado, con cada decisión consciente, con cada acto de liderazgo humanista, estamos construyendo el país que soñamos.

Un abrazo esperanzador en letras. ¡Feliz 2025!

*El autor es doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España.

Correo electrónico: jaime.cervantes@desarrollistahumano.com | https://www.linkedin.com/in/jcervantesc | Instagram: @jaimecervantescovarrubias | X: @JCervantesC007

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El autor es Doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España.

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