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Norma Piña, defensora de la Justicia
La defensa de los derechos de las mujeres no se ha dado solo mediante movimientos sociales, manifestaciones multitudinarias o propuestas de reformas legislativas. También la han impulsado mujeres emblemáticas que han puesto en acción sus convicciones y se han enfrentado a hombres poderosos, a instituciones torcidas y a sociedades imbuidas de prejuicios que pretenden condenar a la mitad de la humanidad a vivir en la desigualdad y la injusticia.
En este 2024 que termina, muchas mujeres en el mundo y en México se han atrevido a defender la democracia, el derecho a vivir sin violencia, los derechos humanos, indispensables para vivir con dignidad y libertad. Destacar entre ellas a alguna que merecería ser nombrada Mujer del Año no es reclamar para ella sola el aplauso social sino valorar su valentía en tiempos de crisis.
En México, ante la agudización del autoritarismo y el afán de concentración del poder en la figura del Ejecutivo, la ministra presidenta Norma Piña ha sido un ejemplo de firmeza y dignidad. Contra los ataques de López Obrador y sus corifeos al Poder Judicial de la Federación, mantuvo desde 2023 una defensa constante de la independencia judicial como pilar de la democracia. Lejos de la soberbia que ha caracterizado al Ejecutivo y a la mayoría legislativa, desde el inicio de su presidencia Piña se ha presentado en sus discursos como una entre pares, como integrante de una institución plural, como funcionaria que logró romper el techo de cristal gracias a las que la precedieron y junto con las que hoy conforman el PJF.
En contraste con la sordera del Ejecutivo y la gritería del Legislativo, ha insistido en la necesidad de la escucha y del diálogo. En sus discursos del 8 de marzo de 2023 y 2024, Piña retomó como suyas las demandas de las que a diario denuncian las violencias machistas, exigen justicia y luchan por una ciudadanía plena, en igualdad real, para todas. Se comprometió a impulsar una mejor impartición de justicia para ellas y para la sociedad. Contra el punitivismo y la militarización, ha defendido incansablemente la primacía de los derechos humanos en una sociedad diversa y desigual.
Paralelamente, en foros y calles, miles de juezas, magistradas y trabajadoras del PJF se manifestaron en defensa de la carrera judicial, de sus derechos laborales y de la vida democrática. Contaron con el apoyo de compañeros, estudiantes, ciudadanas y ciudadanos conscientes, convencidos/as de que la Justicia no puede someterse a un partido, ni a caprichos o ambiciones personales, ni a concursos de popularidad o competencia de intereses.
La captura del PJF por el Ejecutivo, con la complicidad de la mayoría legislativa, no es una derrota de Norma Piña. Tampoco de los ministros y la ministra que, junto con ella, buscaron preservar la independencia judicial y la dignidad de la Corte. Ellas y ellos actuaron desde su apego a la Constitución y a sus convicciones democráticas, afrontaron con valor acusaciones de corrupción y nepotismo por parte de un grupo ensoberbecido que ha hecho de estos vicios rutina. Resistieron a presiones y amenazas de juicio político. Las juezas e integrantes del personal del PJF que difundieron sus demandas en las calles; que, con energía y argumentos, apelaron a la razón contra las sinrazones del expresidente y su sucesora. Son ejemplo de resistencia colectiva.
Las luchas individuales y sociales por las libertades y la igualdad no valen sólo por sus logros, aunque alcanzarlos sea el fin deseado. Las luchas feministas nos han enseñado que el camino es largo y pedregoso. Así, pese a la grotesca reforma judicial que desembocará en elecciones absurdas, la defensa de nuestras libertades habrá de recobrar fuerza y tomará nuevos caminos. La lucha de Norma Piña y de las mujeres y hombres dignos del PJF por una justicia imparcial e independiente no puede ser estéril.
¡Por un 2025 más luminoso para todas y todos!