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De auditorías aéreas y prioridades
La semana anterior se vio empañada por la difusión de una “Preocupación Significativa de Seguridad” por parte de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), posteada en un sitio reservado, que en caso de no resolverse favorablemente pasará a la página web pública de este organismo. El punto tiene que ver con la verificación de radioayudas para la navegación aérea a través de aviones verificadores, cuya responsabilidad es de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) el cual, hasta el pasado 7 de mayo -fecha de la publicación-no estaba resuelto.
En el transcurso de la semana, las autoridades enviaron 3 comunicados -con variaciones interesantes-, con la idea de responder a las reacciones que levantó esta noticia. El primero hablaba de verificaciones hechas “de la mano del Seneam” (el prestador de servicios) y con “tecnología de punta” (como los aviones de AFAC no son de última generación, presumiblemente fue con los drones que adquirió Seneam para hacer su trabajo de una mejor manera).
Días después AFAC explicitó que esas verificaciones se hicieron con sus aviones y el último comunicado era una ampliación de dicho anuncio. Interesante, además de los detalles, es que esta comunicación tendría que ir en primera instancia a la OACI (suponemos que así fue) y no tanto a la “opinión pública”. Pero lo importante en este caso debiera ser, más que reiterar las verificaciones, lo que significa hoy la aviación para el Estado mexicano.
No es un secreto que el presupuesto que se le destina a la AFAC es escaso y muy por debajo de lo que la propia agencia genera por la prestación de sus servicios (equivalente a poco menos de una tercera parte). No es el único caso en la administración pública, pero no todas las dependencias de gobierno son auditadas por agencias internacionales y sometidas a calificaciones (categorías) que pueden implicar pérdidas millonarias en recursos, en mercado y en prestigio.
Más que intentar correr para que la OACI nos “borre de la lista” de los incumplidos, es indispensable que hagamos un verdadero ejercicio de recapitulación de lo que hoy es el transporte aéreo para el país: lo que hoy significa y lo que podría generar en el futuro, sobre todo si se lo tomaran en serio los gobiernos. Y tomarlo en serio es repensar la forma cómo se ha estado gestionando.
En los países serios la aviación se maneja con servicio civil de carrera, lo que significa que los técnicos en la materia se dedican a eso: estudian, se preparan, aprenden, acumulan experiencia y se quedan en el sector. Los directivos se eligen entre estos técnicos y la experiencia se acumula, no hay sorpresas, no hay degradaciones sorpresivas, no hay pérdidas de mercado derivadas de factores que pueden preverse.
Los actores del sector llevan años pidiendo una política de Estado, de largo plazo, consensada, que incluya el apego a la normatividad de OACI, que esté guiada por la visión de una aviación fuerte, sólida, al servicio de la conectividad para generar aún más empleos, divisas, polos de desarrollo; que signifique futuro para las generaciones que vienen y crecimiento para el país. Turismo, comercio, servicio a los migrantes de ambos lados; innovación e inserción de México en el Top10 de la industria aeroespacial. ¡Nos urge!