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Opinión

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Descomposición social

Las consecuencias del abandono social por parte de los gobiernos populistas terminan por erosionar la calidad de vida de la población en general, y particularmente la de los sectores más desprotegidos de la sociedad. Entregar dinero a los necesitados como forma de controlar a la masa de pobres sirve electoralmente, pero no produce el efecto deseado de superar esa condición de precariedad que afecta a millones de personas.

La carencia de servicios básicos que el Estado debe proporcionar como la educación, la salud, la seguridad, y un ambiente de certeza jurídica para todos, termina por hundir aún más a los pobres en sus problemas de subsistencia diaria. Por ello es que el modelo de concentración del poder en un sola persona y la subordinación de la economía a una gasto social incontenible, termina por destruir no únicamente la aspiración populista de demostrar que se puede mantener a los pobres con los recursos fiscales, sino también las bases financieras sobre las que se sustenta la asistencia social que incluye medicinas, servicios médicos y por supuesto la seguridad.

Las experiencias argentina y venezolana son el ejemplo claro del desastre populista que provoca un empobrecimiento generalizado, y como consecuencia procesos migratorios que comienzan con la huida de los ricos, para terminar por la emigración de los desposeídos en su desesperación por llegar a un lugar donde puedan mantener con dignidad a sus familias.

La experiencia de México con las crisis financieras de los 80´s, fue tomada en cuenta por AMLO desde el momento que decretó la llamada “austeridad republicana”, lo que implicó el recorte brutal de recursos para lo que no fueran sus obras monumentales y los programas de distribución de efectivo como el eje de su política social. Y ni así fue posible llegar al último año de gobierno sin elevar la deuda como porcentaje del PIB a niveles peligrosos para la próxima administración.

Un endeudamiento de 5.4% del PIB para este 2024, rompe con  la tendencia bajista que permitía ejercer un alto gasto en el reparto de dinero en el marco de una economía que apenas comienza a crecer impulsada más por el fenómeno del crecimiento en Estados Unidos y las expectativas generadas por la relocalización, que por el dinero puesto en el mercado por el gobierno.

Este modelo de la 4T no es sostenible en el corto plazo donde la quiebra de Pemex, el crecimiento de las pensiones no contributivas y la incosteabilidad de los proyectos faraónicos, amenazan con meter a México al tobogán del populismo donde la salida es infinitamente más cara que su instrumentación.

Ezra Shabot Askenazi es Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México. Analista político y catedrático universitario con 22 años de trayectoria en la UNAM. Como académico ha sido jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Jefe de Planeación Académica en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán.

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