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Opinión

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En defensa del Colegio de la Frontera Norte

Julia Monárrez, del Colegio de la Frontera Norte.

Julia Monárrez, del Colegio de la Frontera Norte.Foto: Twitter El Colef

¿Quién es esta inteligente mujer que habla en el Foro Mundial sobre Ciudades de Paz? La escucho en Youtube y me entero de que es una reputada investigadora que hoy nos da aliento con posibles puertas de salida a los feminicidos en México. Es Julia Monárrez, del Colegio de la Frontera Norte. Qué grata sorpresa. 

Julia trabaja en una de las instituciones más injustamente amenazadas por la extinción de los fideicomisos y la salvaje incomprensión sobre la utilidad de estos en el mundo académico. 

Cuál incomprensión, me refutan en redes. Los investigadores se dan la gran vida, estiran la mano y sólo presumen conocimiento incomprensible. Uf. Qué bueno que topé con Monárrez porque justamente el Colegio de la Frontera Norte es un gran ejemplo de investigación social aplicada. Los recursos que reciben al año se van en 121 investigadores, ocho sedes (¡ocho sedes! ¿qué institución se descentraliza así?), atención a 240 alumnos de maestría y doctorado, becas para posgrado y una reputación que los vuelve fuente oficial de la Conapo, la Secretaría de Gobernación, la ONU y dependencias norteamericanas e internacionales relacionadas con migración, entre otros.

Sin el Colegio de la Frontera Norte no tendríamos el Observatorio de Legislación y Política Migratoria, que tiene una síntesis mensual de información mediática, un Twitter casi tan activo como el de Trump y un trabajo de investigación de largo plazo que no tiene competencia en el ámbito migratorio. 

Los mexicanos aportamos 312 millones de pesos vía recursos federales a esta institución. No es nada. Y no aportamos por esa vía ni un centavo a su fideicomiso. Ese que con excusas de corrupción y malos manejos está por desaparecer en el mismo saco de otros 108 instrumentos similares. Ese que tiene menos de 50 millones de pesos, todos autogenerados. Repito: el fideicomiso tiene sólo recursos autogenerados y esos pesos se usan para financiar plurianualmente proyectos que desde hace más de 20 años realiza el Colegio ininterrumpidamente, llegue o no un nuevo Presidente. Esa bolsa, que ellos consiguen, les permite dejar de sudar por el dinero que llega en agosto pero se gasta desde enero. Esa bolsa permite tener la encuesta más importante que se realiza sobre flujos migratorios en el país. Esa bolsa es su tabla de salvación y la cuidan con reglas de operación, una página web que detalla su funcionamiento, un comité técnico y fiscalizaciones constantes: está incluida en la cuenta pública, es revisada por la Auditoría Superior de la Federación y tiene auditorías externas. 

¿Qué va a pasar con el fideicomiso, con la encuesta migratoria, con los investigadores de ese Colegio? Los investigadores seguirán, pues los 312 millones llegarán en algún momento —o no, ya no sabemos— para pagar las sedes, la luz y los salarios de administrativos y académicos, pero ¿y los 50 millones que eran su tabla de salvación para financiarse a tasa cero mientras llegan los lentos recursos de la Federación? ¿Los regresarán al Colegio como marca la ley? ¿El Colegio los tendrá ahora en una caja fuerte, en un rubro general? ¿Tendrán que ir a rogar a Hacienda? ¿Se condicionará los temas de sus investigaciones? ¿Seguirán aportando los organismos internacionales si ya no es a través de un fideicomiso controlado por un banco y fiscalizado por entes públicos y privados? ¿Podrán seguir haciendo la encuesta y otros proyectos (ambientales, de género, de seguridad) sin tener la facilidad de contar con una bolsa plurianual? 

Ellos lo dudan mucho. Yo lo dudo más. Es más, no sé a dónde irán a parar los 60 pesos que acabo de pagarles por dos libros electrónicos: uno sobre la inserción de los dreamers en México y otro sobre la construcción de policía inteligente en nuestro país. 

Esto es lo que están destruyendo los diputados. No se engañen, esta no es una acción contra la corrupción. Es una medida ciega que corta sin ver la producción de conocimiento en México, en el Colegio de la Frontera Norte y en 32 centros de investigación. Se estima que 35 mil académicos serán afectados. Que se financien de otra forma, piden a gritos los ignorantes. Pues eso estaban haciendo con los fideicomisos. El Colegio de la Frontera Norte es sólo un botón de muestra, un botón que ningún diputado de Morena quiso analizar con detalle al votar en bloque la cancelación de esta ruta de financiamiento de saberes.

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