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Invertir a largo plazo no significa tener tu dinero atado
Muchas personas todavía creen que invertir a largo plazo significa tener su dinero atado durante un tiempo, sin poderlo sacar. Eso es totalmente falso. Los mercados financieros existen precisamente para que cualquier inversionista pueda tener liquidez en caso necesario. Esa es una de las grandes ventajas.
El plazo tiene que ver más con nuestro horizonte de inversión y con el tipo de instrumentos con los cuales podemos integrar nuestro portafolio. Es tan absurdo invertir en bolsa dinero que podríamos necesitar en cualquier momento como dejar en la chequera nuestro ahorro para el retiro.
¿Qué es la liquidez?
Este es un término que se refiere a la capacidad o facilidad para vender un instrumento financiero y convertirlo en efectivo cuando lo necesitamos. Algunos instrumentos son más líquidos que otros y esa es una característica que debemos tomar en cuenta en el armado de nuestro portafolio.
Por ejemplo, hay acciones que tienen un volumen de operación importante (se compran y se venden millones de títulos todos los días) y otras que casi no operan. Claramente, las primeras son mucho más líquidas que las segundas –aunque uno ponga una orden de compra o venta, es posible que tome tiempo encontrar a una contraparte para realizar la operación.
El instrumento más líquido que existe es, claramente, el efectivo (o sus equivalentes). Nos sirve para pagar cualquier cosa, en cualquier momento. A muchas personas les pone muy nerviosas no tener dinero disponible y eso está bien.
Pero hay un gran problema: el efectivo no crece en una cuenta bancaria, y sí va perdiendo valor (poder adquisitivo) por los efectos de la inflación. Además, siempre hay riesgos en caso de que nuestro medio de acceso a la cuenta (la tarjeta de débito) quede comprometida (extraviada, clonada, etc.).
Afortunadamente hay maneras de invertirlo de manera muy segura, manteniendo esa disponibilidad. Eso nos da la oportunidad de generar un rendimiento que compense la pérdida de poder adquisitivo, en la medida de lo posible.
Ahora bien, para metas de mayor plazo (horizontes de mediano y largo plazo) esto no es suficiente: tenemos que hacer crecer ese dinero en términos reales para aprovechar el poder del rendimiento compuesto.
Invertir no es como mucha gente se imagina. Como he escrito ya varias veces en este espacio, hay sólo tres grandes “maneras” de invertir (clases de activos):
Prestar nuestro dinero a alguien más (gobiernos, empresas) quien se compromete a pagar intereses a una tasa que puede ser fija o variable y a devolver nuestro capital en un plazo determinado (instrumentos de deuda).
Invertir en un negocio que puede ser propio, o puede ser una gran empresa cuyas acciones cotizan en los mercados financieros (acciones, instrumentos de capital).
Comprar bienes que se puedan apreciar con el tiempo (obras de arte, metales preciosos, activos virtuales y otros commodities).
Cada una de estas clases de activos tiene un rendimiento esperado y una volatilidad asociada (riesgo). La idea es combinarlos para construir un portafolio con una volatilidad que sea adecuada a nuestra tolerancia al riesgo (controlar el riesgo es lo más importante), pero a la vez, maximizar el rendimiento potencial.
Eso no significa que tengamos que tener nuestro dinero atado. En caso necesario, un portafolio de inversión construido con instrumentos que cotizan en los mercados financieros se puede liquidar total o parcialmente en cuestión de días (obviamente no es la intención, porque para eso hemos definido un horizonte de inversión). Pero a veces se presentan otras oportunidades en la vida y si la liquidez es importante para ti y el momento es el adecuado, tienes siempre esa opción.