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Lasso oprime botón nuclear; América Latina, frente al abismo
La escena del peor fracaso de la democracia es la de un grupo de militares impidiendo la entrada de legisladores al Congreso.
Quito entregó ayer esa imagen al mundo. Antes, Bukele lo hizo para anunciar su conversión hacia el autoritarismo: los militares, la solución.
El presidente Guillermo Lasso decidió prolongar su agonía política oprimiendo el botón nuclear: la muerte cruzada. Disuelve el Congreso y somete la silla presidencial a elecciones extraordinarias. Lo sabe, no tiene futuro político, pero impide ver caer su cabeza a través del juicio político.
Su último deseo, como político, es escribir su epitafio. Uno que sea acorde a sus deseos sin importar el caos institucional y social que pueda provocar. El orgullo por delante.
No lo tuvo que haber hecho porque Ecuador vivirá una dictadura legal durante varios meses. Lasso fue contagiado por la irracionalidad de la oposición.
La ruleta rusa señala: todos mueren.
Frente al abismo, Lasso siguió los pasos de Pedro Castillo, pero con dos elementos distintos: la acusación para llevarlo a juicio político era menos sólida, en el caso del ecuatoriano, y el apoyo de los militares (que no logró obtener el peruano).
Las emociones desbordadas invitan a que gobierne la irracionalidad. Como pleito en un callejón, Lasso enfureció en la sala principal del Congreso la tarde del martes: “Los acuso porque jamás, a lo largo de este juicio, intentaron acercarse a la verdad, sino meramente al poder”.
Inconforme con su final, pero satisfecho por su epitafio (hasta el día de hoy, la incertidumbre podría jugar en su contra en las próximas semanas), Lasso deja abierta la puerta para que gobierne el correísmo, una corriente ideológica con naturaleza populista incubada durante el chavismo.
América Latina se acerca al abismo generalizado: tres dictaduras catalizan voluminosos flujos migratorios (Venezuela, Nicaragua y Cuba); Giammattei (Guatemala) dejará el poder con una democracia más deteriorada respecto a la que encontró, y es mucho decir por la herencia que le dejó el cómico Jimmy Morales. El Salvador tendrá a Bukele por muchos años más; no dejará el poder (militarizado).
El peronismo canta de orgullo, pero llora por la inflación. Cristina tendría que ir a la cárcel. Lula es duda, pero ha resbalado en su primer intento de mediación entre Rusia y Ucrania.
Evo Morales desobedeció a la población de Bolivia en el referéndum que perdió en 2016. La mayoría de bolivianos decidió que en las elecciones de 2019 ya no tendría que participar. Participó, y provocó muertes e incertidumbre. Brazos abiertos al criminal de parte de Marcelo Ebrard y AMLO. Bienvenido a México.
La expresidenta Jeanine Áñez, en la cárcel. Evo, feliz.
En Perú, parecería ser que ser presidente es una labor peligrosa. La probabilidad de ir a la cárcel es elevada. Pedro Castillo, sin preparación alguna, fue ocurrente, pero corrupto. Un político ingenuo en el momento más crítico de su presidencia. Para disolver el Congreso leyó un discurso desafortunado.
Entrenado por funcionarios de AMLO, Castillo le declaró la guerra a la prensa. Y sí, la mencionó en su discurso final. Caray, son malos. ¿Cómo se atreven los medios plurales a criticar a un presidente?
Costa Rica y Uruguay, paraísos.
Petro, con dogmas no superados. Chile, bipolar. Una nación conservadora.
AMLO, no recibe a la oposición en su palacio. Ni los ve ni los escucha. La Corte lo acota.
Es la geografía del caos.
Latinoamérica, frágil.
@faustopretelin