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Opinión

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Latinoamérica, zona libre de diplomacia: Milei y AMLO, a la cabeza

El insulto es veneno para la diplomacia.

El insulto también es el camino más rápido para obtener “likes” en redes sociales; hay incentivos para insultar en un mundo saturado de ruido porque el lenguaje se ha debilitado. No hay atención sin insulto.

El presidente de Argentina llegó el viernes a Madrid con la espina clavada en su humor luego de que dos semanas atrás en la Universidad de Salamanca el ministro de Transportes del gobierno del presidente Sánchez lo insultara.

“He visto a Milei en una tele y dije, según le estaba oyendo no sé en qué estado, previa a la ingesta o después de la ingesta de qué sustancias, y salió a decir aquello y yo dije, es imposible que gane las elecciones”, comentó Óscar Puente.

El ministro de Transporte no se disculpó con el Gobierno de Javier Milei. Simplemente dijo que nunca se hubiera imaginado la repercusión que tendrían sus palabras. “Dije lo que dije, en el contexto en que lo dije (...) Quizá si hubiera tenido la noción de que iba a tener la difusión y repercusión que ha tenido no hubiera dicho lo que dije (...) En todo caso creo que se ha sobreactuado mucho en este tema”.

Frente a estas palabras lamentables de Óscar Puente, tocaba turno al ministro de Exteriores español José Manuel Albares para ofrecer disculpas a Milei.

No lo hizo.

Ayer, Milei tomó venganza durante un mitin de Vox: “Las élites globales no saben qué niveles de abusos puede llegar a generar (el socialismo), aun cuando tenga la mujer corrupta, se ensucia y se toma cinco días para pensarlo”, mencionó el presidente argentino en una clara alusión a su homólogo español Pedro Sánchez y a la esposa de este, Begoña Gómez, quien fue acusada por un sindicato por haber caído en conflictos de interés en beneficio de una empresa.

La diplomacia pasa por horas bajas donde un grupo de presidentes han decidido expresarse como anónimos de redes sociales y no como jefes de Estado.

Milei, AMLO, Petro, Bukele y Trump, entre otros, han incurrido al insulto para denigrar a sus respectivas contrapartes.

La región latinoamericana quizá se esté convirtiendo en zona libre de diplomacia, donde presidentes no se hablan entre sí; existe violación de la Convención de Viena; ministras dan la espalda a sus contrapartes sustituyendo el lenguaje hablado por el corporal; presidentes califican de “terroristas” a sus pares, entre otros insultos.

La diplomacia destaca por sortear el dogmatismo: o es de Estado o no es diplomacia.

En esta columna se han descrito las similitudes populistas entre AMLO y Milei. Ellos creen que son diferentes, pero en realidad se parecen más de lo que creen.

AMLO y Milei muestran con desenfado y públicamente sus diferencias con periodistas; ambos iniciaron sus respectivos gobiernos viajando en vuelos comerciales para demostrar austeridad, pero ya no lo hacen; ambos quieren controlar el mensaje, así que lo mejor es desaparecer las agencias de información estatales; ambos creen que militarizar es la solución frente a la expansión del narcotráfico (el 12 de marzo Milei hizo público su intención de enviar una propuesta de ley para hacerlo por la crisis de inseguridad que se vive en Rosario).

Entre ambos han existido palabras poco aterciopeladas.

AMLO recordó en una mañanera que el ascenso de Hitler al poder ocurrió bajo un entorno de crisis económica asfixiante en Alemania. “No quiero compararlos”, dijo AMLO, pero lo hizo.

Milei insultó a AMLO en CNN, lo llamó “ignorante”.

Tal parece que la región latinoamericana es zona libre de diplomacia; zona libre de estadistas. Hay exceso de dogmas y escasez de diplomacia.

Dictadores, populistas, autócratas. Políticos que socavan todos los días a la democracia y que han dejado a un lado a la diplomacia..

Peligro latente.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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