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Mexicana, los leguleyos y una oportunidad
Por fin quedó claro que la empresa “arrendadora de aviones” establecida en Texas, alias Petrus, alias SAT Aero Holdings, no era precisamente la alternativa que debió haber tomado el gobierno mexicano para establecer su aerolínea comercial, que lleva el nombre de Mexicana de Aviación. Se dijo a tiempo y se desestimó la advertencia, pero al fin el presidente calificó a sus creadores de “leguleyos” que incumplieron un contrato que la Sedena firmó en su momento.
Y de algún modo es entendible, porque la aviación civil y en particular la aviación comercial no es una actividad fácil de emprender, el modelo de negocio tiene demasiadas aristas y basta ver la cantidad de aerolíneas que han quebrado para darnos cuenta que la operación y sobre todo, la sostenibilidad en el tiempo de una empresa de éstas, no es para empezar a aprender.
El que Sedena haya recurrido a una empresa “especializada” es, pues, algo que cabía esperar, el problema fue que las personas a las que acudió no tienen precisamente las mejores credenciales. Recordemos que Félix Sánchez fue, sí, director de Operaciones de Mexicana de Aviación, pero también fue uno de los operadores de lo que se perfiló como una quiebra maquinada (diseñada por un despacho de abogados) que, al final, tuvo un pésimo resultado para todos, incluido Gastón Azcárraga, quien tuvo que huir y vive precisamente en Nueva York, donde casualmente está la Corte que está encargada de la demanda contra el gobierno mexicano.
Esto le presenta a la Sedena y al Grupo Aeroportuario, Ferroviario y de Servicios Auxiliares Olmeca-Maya-Mexica (GAFSACOMM) una oportunidad que puede ser de oro. Por un lado, la propuesta de traer aeronaves Boeing 737-800 ponía a la nueva Mexicana en el carril de una competencia frontal por las mismas rutas que ya operan las tres aerolíneas comerciales mexicanas: Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobús, con un riesgo alto de distorsionar un mercado que tiene un delicado equilibrio donde muy frecuentemente hay pérdidas.
Hoy, la nueva Mexicana podría elegir un modelo de aviación regional que tenga una vocación verdaderamente social y que contribuya a fortalecer la conectividad en el país. Tiene ya pactadas aeronaves Embraer, algunas de ellas u otras similares pueden elegirse para que cubran rutas que otras empresas regionales desaparecidas dejaron de servir y que han dejado desconectado a parte del país.
Por otra parte, si la intención es que la Aerolínea del Estado Mexicano acuda a profesionales con experiencia en aviación civil, lo cual sería deseable, México tiene muchos profesionales que tienen esa especialización y, sin ir más lejos, hay un grupo de trabajadores de Mexicana de Aviación, quienes aún desempleados lucharon hasta el final por reflotar su empresa. Entre ellos hay quienes pueden aportar su capacidad para tener la solidez de una aerolínea segura y eficiente, una operación impecable, un plan de comercialización competitivo y el servicio cálido y profesional que siempre caracterizó a Mexicana.
Ojalá que esta mala experiencia no sólo lleve a una contrademanda sino a un replanteamiento efectivo de la nueva Mexicana. Y por cierto, aún falta entregar la mitad del dinero que se le debe a los extrabajadores de esta aerolínea, muchos de ellos, como Arturo Zúñiga (la Medusa), quien acaba de morir, no lograron ni siquiera ese resarcimiento.