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NAIM, huella indeleble
La decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México es para el gobierno de la 4T una huella indeleble.
Paradójicamente, el NAIM es una huella indeleble, pero no por lo que significó para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en términos de rentabilidad política.
Aunque hay que reconocer que su narrativa alrededor del NAIM sí le ha dado enormes frutos entre miles de votantes y simpatizantes que están convencidos de que fue una decisión correcta por las razones que les ha repetido incansablemente.
A pesar del reiterado discurso presidencial que descalificó al NAIM como una obra faraónica, manchada por la corrupción (que por cierto nunca se comprobó), serán otros los motivos por los que el sexenio lopezobradorista quedará marcado en la historia, en relación a una de sus más controvertidas decisiones: cancelar la obra con un avance del 30 por ciento.
Ha quedado inscrito en la memoria colectiva como una de las peores decisiones que jamás haya tomado gobierno alguno, por el elevado nivel de deuda que representará el pago de un activo que nunca disfrutarán los mexicanos y que amortizarán, con el pago de sus impuestos más el Derecho de No Inmigrante.
Pero además, quedará inscrito en la historia, como la pérdida de una gran oportunidad con la que México hubiera elevado su competitividad internacional y habría detonado una mayor capacidad de crecimiento económico.
Se recordará como una decisión errónea porque se trata de la cancelación de una mega obra que hubiera convertido a México en un hub internacional y un centro neurálgico para la aviación con enormes oportunidades de competir con Panamá y Houston.
En su momento, el ingeniero Carlos Slim —de acuerdo con las crónicas periodísticas— llegó a comparar al NAIM, por su impacto social y económico en la región, con el canal de Panamá. Otro motivo por el que el NAIM se mantendrá en la memoria de los mexicanos es por todos los años que continuará pagándose la obra cancelada.
Como ocurre con la mayoría de los temas económicos, el gobierno mexicano ha mantenido en reserva la mayor parte de la información respecto de la deuda con los tenedores de bonos y los términos y condiciones en los que se efectuó la cancelación de los contratos con las empresas que venían participando en la construcción del NAIM.
De acuerdo con cálculos del IMCO, la cancelación de la construcción del NAIM tendrá un costo mínimo de 270,000 millones de pesos más los costos de litigios nacionales e internacionales, el costo de las líneas de crédito y los costos por la reparación del terreno entre otros.
A poco más de año y medio de cancelado, por estos días se realiza la subasta en calidad de fierro viejo del acero que se iba a utilizar para la estructura de la terminal.
Parece que hay urgencia por desaparecer lo que durante todos estos meses cualquiera puede observar desde el aire, como la huella de una esperanza perdida.
Pero por sobre todos los motivos por los que el NAIM será una huella indeleble, lo será todavía más, por las negativas señales que envió el gobierno lópez obradorista a los mercados y al mundo financiero y económico internacionales.
En el momento en que se concretó la cancelación del NAIM, el golpe en los mercados fue notable.
Es una herida en la confiabilidad y credibilidad del gobierno mexicano que sigue arrojando pus.
Ayer la consultora AT Kearney informó que México quedó fuera del Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa 2020.
Lo atribuyó a decisiones como la cancelación del NAIM; la priorización de inversiones de bajo impacto económico y social como la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, además de los cambios a las reglas del sector energético y el freno a inversiones aprobadas como la planta de cerveza Constallation Brands.
La huella del NAIM junto con las obras insignia del lopezobradorismo se perfilan para ser indelebles, pero no por razones positivas, sino todo lo contrario.