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Obesidad petrolera
Es impensable que una empresa en una situación de déficit, en vez de generar recortes que promuevan la productividad, opte por engrosar las filas de capital humano sin justificación alguna. Esta situación se agrava si dicha empresa pertenece al sector público. Pero parece que, en una envoltura de patriotismo exacerbado, a una empresa como PEMEX se le pueden perdonar todos y cada uno de sus pecados y excesos, aun cuando su deficiente desempeño financiero, llegue a afectar incluso a la propia economía del país.
Es así como PEMEX ha absorbido glotonamente recursos para la estabilización de sus finanzas que sin embargo no han conseguido paliar un deterioro que ya acumula décadas. Tan solo en el presente periodo de mandato federal, según los datos del IMCO, la empresa petrolera nacional habría recibido cerca de 785,000 millones de pesos, y en proyección para el venidero 2024, no será la excepción. Pero más preocupante resulta que, a pesar de la enorme losa que pesa sobre la empresa, el destino del gasto para el presupuesto del próximo año no necesariamente apuesta a la inversión en infraestructura productiva. Es más, se podría decir que entrará en un proceso de engorda burocrática, para “basificar” a cerca de 2,000 trabajadores eventuales y darle ingreso a 5,000 plazas nuevas. Esta acción incomprensible no encuentra justificación tampoco en la supuesta entrada en operaciones de la refinadora de Dos Bocas, ya que, en las estimaciones del propio Presidente de la República, la planta solo va a requerir de 1,200 trabajadores.
Pero esta no es una apreciación sobre un desempeño deficiente. Las calificadoras internacionales Fitch Ratings, Moody’s y S&P, han coincidido en que PEMEX está inmersa en una espiral destructiva que en el corto plazo acabará por hacer inviable su sostenimiento. En tales cavilaciones, la primera calificadora llevó al grado de basura la calificación de la calidad crediticia de la empresa mexicana, mientras que la primera la rebajó de calidad de estable a negativa. Las tres calificadoras coinciden en que la PEMEX experimenta un persistente desempeño operativo notoriamente débil. E internamente parece que los altos directivos y el gobierno no entienden nada; se prefiere sostener la improductividad antes de tomar medidas de recortes que afecten los intereses sindicales y reporten un escenario que pueda contaminar el apego político.
Tan solo para dar un último dato; en el destino de gasto interno de la empresa, se tiene previsto el gasto de 832 millones de pesos para la adquisición de una enorme flotilla de camionetas blindadas, justificado por supuesto en el entorno de inseguridad que vive el país. Esta acción de suyo resulta contradictoria con lo sostenido por el gobierno federal respecto a seguridad y a austeridad. Pero mas allá de ello, resulta el testimonio de que, el dinero público es dúctil y desperdiciable ante los caprichos de la política, total, sigamos nosotros los ciudadanos pagando impuestos para ello.
Twitter: @gdeloya