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Opinión

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¿Potenciará el reciente fallo contra Google la política antimonopólica estadounidense?

La reciente decisión de un tribunal federal de Estados Unidos de que Google mantiene un monopolio ilegal en las búsquedas en línea representa un paso importante en la dirección correcta. Pero para impulsar las reformas necesarias para restablecer la competencia en la industria tecnológica fuertemente monopolizada de hoy, el Congreso debe intervenir.

WASHINGTON, DC. A principios de este mes, Google recibió un fuerte golpe, que puede sentar las bases de una oleada de demandas antimonopólicas contra grandes empresas tecnológicas. En el primero de dos litigios entablados contra la empresa por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, el juez de distrito Amit Mehta dictaminó que Google violó la ley de defensa de la competencia, al mantener un monopolio ilegal en el mercado de buscadores y publicidad basada en búsquedas.

Todavía no se sabe qué sanción recibirá Google; una de las posibilidades que analiza el Departamento de Justicia es forzar la división de la empresa. Pero la cuestión más importante es si el caso alentará las reformas que se necesitan para fomentar la competencia en la hoy monopolizada industria tecnológica, o si al final quedará en el recuerdo como una oportunidad perdida.

En mi carácter de exfuncionaria antimonopolio, y tras pasar años investigando y demandando a Google, creo que la bien razonada decisión de Mehta tiene excelentes chances de superar una apelación. Aunque el mero hecho de tener un monopolio no es ilegal, sí lo es usar ese poder para asfixiar la competencia (como ha hecho Google). Explotando contratos de exclusividad para impedir que empresas rivales obtengan el lugar de buscador predeterminado en puntos clave de acceso a búsquedas (como el navegador Safari del iPhone) y cobrando precios supracompetitivos en el mercado de anuncios de texto, Google consiguió aplastar a posibles competidores.

La empresa ya había anunciado la intención de apelar el fallo ante el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos para el Distrito de Columbia (el mismo tribunal que en 2001 sostuvo que Microsoft violó la Ley Sherman de Defensa de la Competencia). Esto resalta los sorprendentes paralelos entre ambos casos. Igual que en el fallo sobre Microsoft, el caso de Google no se basó en nuevas teorías jurídicas o en alguna interpretación radical de la legislación antimonopolio. Por el contrario, Mehta siguió de cerca el razonamiento expuesto en la decisión sobre Microsoft, con un análisis conservador que aumenta las chances de que el fallo supere la apelación de Google.

Si se confirma el fallo, puede provocar un cambio fundamental en la conducta empresarial de las plataformas megatecnológicas y de otras empresas dominantes, que se volverán más renuentes a firmar contratos de exclusividad orientados a evitar la competencia. Pero el alcance de ese cambio dependerá más de la gravedad de las medidas reparatorias que del fallo en sí mismo. Para restaurar la competencia en el mercado de buscadores y publicidad basada en búsquedas, dichas medidas deben ser multidimensionales, estructurales y, sobre todo, apuntar a las raíces del perjuicio causado por las prácticas anticompetitivas de Google. Un simple tirón de orejas no basta; el castigo tiene que ser lo bastante grave para que otras empresas monopólicas lo vean como una advertencia.

La derrota de Google tendrá amplias repercusiones, porque demuestra que las megatecnológicas no son intocables y que todavía es posible aplicar la Ley Sherman de 1890 para poner coto a los monopolios. El gobierno de los Estados Unidos está llevando adelante demandas antimonopólicas contra Apple y Amazon, además de otro caso contra Google (referido al mercado de tecnología publicitaria o adTech), y es posible que a los monopolios megatecnológicos les llegue pronto el día de una dolorosa rendición de cuentas.

En particular, el fallo de Mehta puede tener una influencia significativa en el juicio contra Google por el caso de la adTech, cuyo inicio está programado para el 9 de septiembre. Es verdad que la sentencia que atribuye a Google un monopolio de los servicios generales de búsqueda no garantiza un resultado similar en el segundo caso, pero la conducta de Google en ambos mercados exhibe claras semejanzas. En los dos, Google aprovechó su posición dominante para suprimir la competencia y extraer ganancias excesivas mediante la manipulación de las subastas de anuncios.

En vista de estas semejanzas, es probable que la jueza de distrito Leonie Brinkema, que tramita el segundo caso, tenga muy en cuenta el fallo de Mehta a la hora de dar sentencia. Para los juicios por prácticas monopólicas contra Apple y Amazon todavía faltan años, de modo que la influencia que sobre estos casos tendrá el fallo contra Google en lo referido a servicios de búsqueda dependerá en gran medida del resultado de la apelación.

Lamentablemente, la sentencia de Mehta no fue una victoria completa de las autoridades antimonopólicas, ya que desestimó otros reclamos de los demandantes, por ejemplo, la acusación de que Google favorece sus propios servicios dentro de la herramienta de administración de publicidad en línea SA360. En su decisión, Mehta sostuvo que esta conducta no era objetable, porque Google no está obligada a hacer negocios con sus competidores; sin embargo, cuando en 2008 Google adquirió la herramienta, prometió que esta seguiría siendo neutral. De modo que el fallo de Mehta sólo fue favorable a los demandantes en algunas acusaciones específicas.

¿Será el fallo contra Google por el mercado de servicios de búsqueda un catalizador de competencia real en el sector tecnológico? Es probable que no. Aunque es un paso en la dirección correcta, la legislación antimonopólica estadounidense todavía tiene que luchar contra malos precedentes, y los tribunales suelen ser reacios a fallar en contra de grandes corporaciones.

Pese a su relativa sencillez (era básicamente una versión actualizada de la demanda contra Microsoft), el juicio contra Google por el mercado de servicios de búsqueda se prolongó por espacio de diez semanas, para culminar en un fallo de 286 páginas que todavía puede quedar anulado en la fase de apelación. Es cada vez más evidente la necesidad de que el Congreso intervenga y reforme la legislación antimonopólica para que las pequeñas empresas tengan una chance equitativa de crecer y prosperar. Aunque Google haya perdido esta batalla, la guerra por la competencia en los mercados no se ganará en los tribunales.

La autora

Tara Pincock es asesora de políticas en el Open Markets Institute.

Traducción: Esteban Flamini

Copyright: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

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