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Opinión

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Protocolo de ganglios, asunto delicado en torno al INER y CCINSHAE

La semana pasada circuló en redes una “carta de respaldo” al titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacional de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE), Gustavo Reyes-Terán, la cual aparentemente es firmada por la mayoría de los directores de dichos institutos.

No vienen las firmas, como suele hacerse en estos pronunciamientos; sólo están enlistados los nombres de los titulares de cada instituto u hospital. Fuentes cercanas a dicha red de institutos médicos nos dicen que más bien les obligaron a ser incluidos en dicha carta desde la misma CCINSHAE y desde la subsecretaría de Hugo López-Gatell. Decimos que fueron la mayoría porque en la lista de respaldo no están los nombres de los directores del Hospital Infantil Federico Gómez, Jaime Nieto Zermeño, ni la directora general del Hospital General de México, Guadalupe Guerrero Avendaño, que claramente sí pudieron mantenerse al margen.

Hay que decir que ese respaldo se da en medio de una investigación de la Secretaría de la Función Pública con número de expediente 238327/2023/PPC/INER/DE9 sobre el doctor Reyes-Terán por una acusación de desvío de recursos alrededor del protocolo B03-16 realizado desde el 2016 por el Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI) donde era investigador hasta antes de convertirse en titular de CCINSHAE. En torno a este caso hay 2 servidoras públicas acusadas más: Adriana Espinoza Jove y Rocío Chapela Mendoza.

Bajo dicho protocolo B03-16 donde participan Reyes-Terán y Santiago Ávila-Ríos, el CIENI ha recibido 10.3 millones de pesos (mdp) -de los cuales al menos 1.74 mdp se entregaron al entonces titular del CCINSHAE entre 2019 y 2020. Pero lo más delicado no es tanto el desvío de recursos sino que éstos se han recibido a cambio de extirpar con cierto riesgo a jóvenes pacientes mexicanos recién diagnosticados con VIH sus ganglios linfáticos (un sitio importante de replicación del VIH) para enviarlos a Estados Unidos. En eso consiste el citado protocolo, y al respecto sugiero leer la nota informativa de mi compañera reportera Nelly Toche.

Se puede argumentar que dicho estudio tiene un alto valor científico y prestigio internacional para el INER y sus investigadores, dado que es una investigación donde participan 3 universidades reconocidas -University of Pennsylvania, George Washington University y Cornell University- pero hay factores que cuestionan la bioética de la participación de México. Por lo pronto, algo desfavorable, dicho protocolo de ganglios no obtuvo el aval de la Comisión Nacional de Bioética (Conbioética).

Adicionalmente, en las publicaciones científicas sobre dicha investigación internacional, se precisa que los investigadores mexicanos sólo reclutaron y organizaron la recolección de muestras sujetas a estudio donde desde el principio se definió que serían un total de 600 ganglios. Especialistas que conocen la investigación nos comentan que “ni siquiera pueden usar el argumento de que la investigación es muy cara, que se requieren equipos y reactivos especializados o que hacen análisis genómicos, proteómicos complejos". En los artículos publicados se reconoce textualmente que la contribución de los investigadores mexicanos se limitó a reclutar a los pacientes participantes y proveer las muestras.

Este “protocolo de ganglios” ya es muy conocido entre la comunidad del INER y, tal como se van dando las cosas, se perfila a convertirse en un escándalo internacional donde México queda mal parado.

Sobre las preocupaciones éticas del protocolo B03-16 y su colaboración con la UPenn se ha expuesto varias veces por colegas investigadores en una plataforma de revisión por pares post-publicación, y desde donde los autores reciben notificaciones. El primer cuestionamiento se publicó en enero de 2022, y hasta hoy ni Reyes-Terán ni Ávila Ríos han respondido o explicado al respecto.

En este contexto, el espaldarazo de la red de institutos y hospitales de alta especialidad al doctor Reyes-Terán abre preguntas que merecen respuesta y explicaciones claras en principio para la comunidad científica pero también para el público en general pues están involucrados recursos internacionales recibidos por organismos públicos. Así las cosas, no hay duda que debe combatirse la discrecionalidad en dichos centros de atención de alta especialidad.

maribel.coronel@eleconomista.mx

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Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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