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Que crezcan los empleos, pero que sean buenos empleos
¿Cómo creamos empleos de calidad en una región donde predominan la desigualdad y la pobreza laboral?
El 2022 vio la recuperación del empleo en América Latina y el Caribe después de la crisis laboral provocada por el Covid-19.
Para febrero de 2023, el Observatorio Laboral del BID registraba 9 millones de empleos por encima del nivel previo a la pandemia.
Este crecimiento es alentador pero insuficiente. Muchos trabajadores y trabajadoras en América Latina y el Caribe no ganan lo necesario para vivir, especialmente en países que enfrentan niveles elevados de inflación, y se encuentran en condiciones de pobreza laboral. Además, porcentajes importantes de adultos mayores de 65 años en la región no tiene recursos para retirarse y necesitan seguir trabajando y generando ingresos.
Hoy, ante un panorama para el que se vaticina un crecimiento económico menor que el que vimos en los últimos años, necesitamos no sólo estimular la generación de nuevos empleos, sino asegurar que sean de buena calidad.
La realidad es que la informalidad laboral aún representa el 58% del empleo en la región. Y aunque en promedio es similar para hombres y mujeres, esconde diferencias entre países. Por ejemplo, en República Dominicana las mujeres tienen menores tasas de informalidad, mientras que, en Bolivia, El Salvador, y Perú, presentan tasas de informalidad sustancialmente mayores que las de los hombres.
Tener un 58% de informalidad laboral significa que la mayoría de los trabajadores en América Latina y el Caribe no tiene estabilidad de ingresos y salarios, no tienen la posibilidad de ahorrar para imprevistos y no cuenta con aseguramiento frente a los riesgos. También significa que estas personas no están ahorrando ni cotizando para tener ingresos suficientes en el momento de su jubilación.
¿Cómo podemos fomentar empleos productivos, bien remunerados, y con buenas prestaciones de seguridad social?
• Primero, necesitamos equipar a los trabajadores con las habilidades demandadas para los trabajos e industrias del siglo XXI y el futuro del trabajo en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, el futuro digital y tecnológico es algo para lo que podemos prepararnos en una región que necesitará 2.5 millones de profesionales adicionales para el sector de la tecnología de la información y comunicación hacia 2026. • Segundo, los gobiernos deben modernizar y expandir los servicios públicos de empleo y de intermediación laboral, apalancados en las nuevas tecnologías para mejorar su alcance y eficiencia. • Tercero, podemos introducir mecanismos novedosos para ampliar la cobertura y contribución a la seguridad social, como los pilotos de ahorro voluntario, o fondos de beneficios flexibles y aporte activo para trabajadores que no entran en las categorías tradicionales de empleo, como los de plataformas digitales y la economía gig. • Por último, es vital aprovechar el potencial laboral de la transición verde. Se estima que hasta 2030, se crearán 15 millones de empleos netos relacionados con la acción frente al cambio climático en la región. Esta creación de empleos debe enmarcarse en una transición justa en la que ningún trabajador se quede atrás.
Los desafíos tradicionales en el mercado laboral persisten, y se suman nuevos retos y oportunidades. Es imposible pensar en una región más productiva, igualitaria y con un mayor nivel de desarrollo sin una mejora sustantiva en la tasa de generación de empleos de calidad. La pandemia fue sin duda un catalizador de las formas alternativas y flexibles de generación de ingresos como las asociadas a la economía gig, y del trabajo independiente o freelance. Pero esto trae el desafío de asegurarnos de que este fenómeno se traduzca en empleos con cobertura de seguridad social, opciones de ahorro, y seguridad de un ingreso razonable en la vejez.
*Jefa de la División de Mercados Laborales del BID. Se especializa en el área de futuro del trabajo, con particular interés en la mejora de oportunidades de empleo de calidad para jóvenes.
@Laura_Ripani