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Opinión

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¿Realmente llegó a su techo “la inflación”?

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador les dice a sus seguidores que “la inflación” ya llegó a su techo y que va a empezar a bajar, realmente le está haciendo un favor a la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico).

Parte del trabajo del banco central es generar una expectativa general de que la inflación tenderá a la estabilidad.

Y ante la evidente ausencia de una cabeza visible y activa al frente del Banxico que lidere un mensaje de confianza en la política monetaria, pues no está mal que el Presidente haga creer “al pueblo” que ya, se acabó, se llegó al techo de la inflación... Aunque eso no sea del todo verdad.  

En estos tiempos de inestabilidad en los precios no es válido un concepto único de “la inflación”. Eso sirve como genérico cuando nadie se preocupa por ella, pero en momentos como este vale la pena analizar sus componentes para ver dónde están los mayores problemas.

Claro, en términos de propaganda se acomoda muy bien el más reciente resultado del Índice Nacional de Precios al Consumidor que durante la segunda quincena de septiembre frenó su avance.

Efectivamente, la inflación general podría al menos dar una tregua estadística en esta parte del año y eso es combustible puro para el mensaje de las mañaneras.

Pero hay otras mediciones inflacionarias que están lejos de haber encontrado esos techos que quisiéramos ver todos, incluido López Obrador.

El foco rojo para la autoridad monetaria es la inflación subyacente, esa que elimina los precios de naturaleza volátil y que marca con mayor precisión una tendencia.

La inflación general se acható, pero los precios digamos centrales mantienen una tendencia alcista que no encontró, al menos durante la quincena pasada, un descanso en ese ritmo de incremento.

Los precios de los energéticos descansan en su cama de cientos de miles de millones de pesos en subsidios fiscales y muestran una inflación anualizada de 6%, pero el subíndice llamado alimentos, bebidas y tabacos tiene un registro anual de inflación de 13.38%, que es un indicador básico para un país de trabajadores de tan bajos ingresos.

La alta inflación es global y uno de los factores que la condiciona es el estado de la guerra tras la invasión rusa a Ucrania. Hay que ver que la violencia de los ataques rusos de las últimas horas ha provocado nuevamente incrementos fuertes en las materias primas, de 10% en el precio del trigo en tan solo un día y de casi 20% en el petróleo en dos semanas.

Sirve pues el mensaje propagandístico de López Obrador a sus seguidores porque si se compran la idea de que la inflación va a la baja pueden actuar en consecuencia de manera individual, pero si en realidad no se muestra una disminución en el ritmo de crecimiento de los precios seguro que la factura se la traspasarán al banco central.

De entrada, si el Presidente jura que la inflación ya está a la baja podría empezar la presión para que el Banxico baje sus tasas de interés.

Esto retaría al banco central a probar su autonomía contra las instrucciones presidenciales.

Otras mediciones

El foco rojo

Para la autoridad monetaria el foco rojo es la inflación subyacente, esa que elimina los precios de naturaleza volátil y que marca con mayor precisión una tendencia.

Sin freno

Los precios digamos centrales mantienen una tendencia alcista que no encontró un descanso en ese ritmo de incremento.

Tasas, a la baja

Si el Presidente jura que la inflación ya está a la baja podría empezar la presión para que el Banxico baje sus tasas de interés.

ecampos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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