Lectura 5:00 min
Sueños para el próximo grito
¡Viva la Independencia! ¡Viva América!
¡Muera el mal gobierno!
Consigna de Hidalgo
Aunque suene extraño, la Independencia de México obedece en buena parte al ego de un sólo hombre y lejos de empezar en la Nueva España, arranca en Francia y cobra vida a través ode la figura de Napoleón Bonaparte.
Amado, aborrecido y ávido de poder, Napoleón buscaba emular la grandeza de Roma y conquistar el mundo. Lo más sorprendente es que casi lo logra. Su desgracia fue que, además de mandar al matadero a cientos de miles de soldados fieles y perder grandes extensiones de tierra recién conquistada, el emperador dejó ir la poca dignidad y el respeto que le quedaban.
Nunca fue completamente aceptado por quienes más le interesaban. Ni la capacidad militar que lo guió en sus primeras batallas, ni la corona imperial que él mismo se puso en la cabeza, lograron que el zar y los monarcas de Europa lo vieran como un igual. Cómo lo hizo con otros líderes políticos y grandes personajes, el exceso de confianza lo mató. También su arrogancia frente a Lord Wellington y su incapacidad para resguardar a sus tropas del frío que le impidió llegar a Moscú y concretó su fracaso.
Así, el engreimiento de Napoleón terminó con todos sus planes e hizo que el aparato de poder que con tanto esmero había establecido, fuera cayendo poco a poco, en un efecto dominó que, además de sumir a Francia en el caos, lo llevó a dos exilios, el primero repleto de carencias y humillaciones; el segundo, de enfermedad y muerte.
Las repercusiones de la invasión napoleónica a España también rebasaron su lógica bélica. No creo que en la plenitud de su poder y facultades, Napoleón se hubiera permitido perder la Nueva España y sus inagotables recursos. Ese es el riesgo de las acciones sin dirección y sin reflexión previa. Actuar sin pensar cuesta muy caro.
Es preciso recordar que, si bien había leído a Voltaire y reconocía las posibilidades de la conciencia sobre la superstición, además de creer fervientemente en la libertad, la igualdad y la fraternidad, lo que el cura Hidalgo quería en un principio era la vuelta al trono de Fernando VII y que José Bonaparte abandonara España para nunca volver. De hecho, el punto de partida del clamor independentista de Miguel Hidalgo y Costilla era el de una España -y por tanto una Nueva España- libre del yugo francés y de una violencia capaz de desencadenar desgracias como la de los fusilamientos de la noche del 2 y la madrugada del 3 de mayo de 1808 en Madrid, el traumático evento que Francisco de Goya inmortalizó en una de las obras maestras de la pintura romántica.
La salvaje irrupción de Napoleón a España y el odio que sembró, motivaron a Hidalgo a cambiar de idea y luchar por la independencia de una nación a la que todavía le faltaba tiempo y estructura para dar ese paso tan decisivo. Esto explica el turbulento siglo XIX mexicano: la tensión entre realistas e insurgentes, conservadores y liberales, la Reforma, el desafortunado fusilamiento de Maximiliano, Mejía y Miramón en el Cerro de las campanas o la emergencia de personajes tan controvertidos como Benito Juárez y Porfirio Díaz.
A la luz de la historia y a doscientos catorce años del grito que nos dio la libertad, México sigue siendo un país que avanza entre la incongruencia y la falta de planeación, pero más que nada, al son del ego de un sólo hombre que ha puesto en marcha cuanta ley ha querido, con el fin de plantar su huella de la manera más definitiva posible, sin pensar que muchas de estas leyes podrían volverse en su contra. Qué lástima que no voltee a ver el fin de Napoleón.
Este año, el grito de Dolores será el grito del “todo se pudo” o más bien del “pude con todo y a pesar de mis cada vez menos adversarios,negocié para concretar hasta el último de mis deseos”…
Los que confiamos en los valores que inspiraron la lucha de Don Miguel Hidalgo y Costilla, Leona Vicario, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero entre muchos otros, esperamos que el próximo grito sea de compromiso, conciencia y un amor genuino por todos los mexicanos. No sólo por los pobres. Más aún si la principal promesa de MORENA, es erradicar la pobreza en nuestro país.
No en vano seremos gobernados por una científica comprometida.
¡Viva México!