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Trump: los buenos números económicos de un mal presidente
Donald Trump nos cae mal, muy mal, por eso cuesta trabajo reconocer algo bueno en su gobierno. Con algo de estupor les cuento que la economía estadounidense arroja buenas cifras en el primer año de Trump. Se han creado 175,000 empleos mensuales en promedio, con lo que la tasa de desempleo está en su menor nivel desde el año 2000. Las bolsas de valores han tenido el mejor desempeño de su historia en los 14 meses que van desde que fue elegido. S&P 500 ganó 30.8%; el Dow Jones, 41.9 por ciento.
Podemos plantar un asterisco a las cifras y subrayar que Donald Trump heredó de Barack Obama una economía que estaba funcionando bien. Eso es muy cierto y Trump nunca lo reconoce. Obama nos cae bien, muy bien e hizo un gran trabajo para sacar la economía del hoyo en que estaba en el 2008, pero... aunque nos duela hay que reconocer que el demócrata tiene poco que ver con el buen desempeño en ciertos indicadores: el auge de los mercados financieros refleja lo a gusto que se sienten las grandes fortunas con las políticas de Trump. Las bolsas no crecieron así con Obama.
El índice de confianza de las micro y pequeñas empresas está en los niveles máximos desde que se lleva el registro y el índice de confianza del consumidor ha alcanzado su mejor dato desde el año 2000. Una parte de esto se explica por la reforma fiscal, que es claramente proempresarial. Otro factor, menos comentado, es la desregulación tan agresiva que ha impulsado la nueva administración. En total, ha habido 67 acciones desregulatorias frente a tres nuevas regulaciones.
Los grandes ganadores de esa fiebre desreguladora han sido las actividades extractivas: minería, gas, petróleo, carbón. Ellas son también las que más han crecido, si dejamos de lado las bolsas de valores. Los estados que traen las mejores cifras de crecimiento en el primer año de Trump son Dakota del Norte, Wyoming y Texas. Son lugares que dependen mucho de las industrias extractivas y, por lo mismo, “agradecen” la desregulación.
Hasta aquí el reconocimiento. Los logros económicos de Trump valen para un tablero que lleva las cuentas de corto plazo. La pregunta es: ¿son sostenibles los buenos números? En esto hay polémica, pero no faltan voces que lancen la alerta por la burbuja en los mercados. Las bolsas han superado los niveles de exuberancia racional que tuvieron en el 2008.
El nerviosismo en torno a Trump va mucho más allá de las bolsas de valores: su visión de la política comercial apunta a una era de proteccionismo que dañaría a México y Canadá, y además podría conducir a una guerra comercial con China. Los mensajes del presidente estadounidense alimentan la incertidumbre en torno a lo que será el siguiente paso: ¿triunfará el empresario pragmático y se mantendrá Estados Unidos como un promotor del comercio internacional o veremos el inicio de una era de proteccionismo?
Burbuja accionaria y proteccionismo. A este par de preocupaciones se suman las derivadas de la manía desregulatoria. Es una locura promover la inversión de las industrias extractivas a costa de poner en riesgo el medio ambiente. En el corto plazo esto se registra como crecimiento económico. En el futuro, producirá daño a la naturaleza y calentamiento global.
Donald Trump me cae mal pero reconozco que entrega buenas cifras en economía en el primer año; sin embargo, eso no lo convierte en un buen presidente. Su problema no es la economía. Se merece un cero en conducta.