Lectura 6:00 min
La lucha contra el Covid persistente, espejo incómodo para México
“No hay nada más trágico que una enfermedad tratable ignorada por negligencia” Jonas Salk.
En México, por la negligencia criminal del partido en el poder, la pandemia de Covid-19 ha dejado cicatrices profundas, no solo en términos de infecciones, cientos de miles de muertes, miles de huérfanos y millones de hogares caidos en pobreza, sino también en la aparición de un enemigo silencioso y persistente: el síndrome post-Covid (PCC, por su sigla en inglés), del cuál quiero llamar su atención estimados lectores, pues el gobierno de Claudia Sheinbaum ha disminuido en más del 60% el presupuesto asignado en 2024 para el próximo año en el programa de vacunación, sin incorporar nuevas vacunas y aplicando vacunas como Abdala y Sputnik no reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni agencias regulatorias serias (la Cofepris no ha sido seria en este asunto).
El síndrome PCC afecta a millones de personas en todo el mundo, trasciende la infección inicial y plantea desafíos médicos, sociales y económicos. En este espacio en El Economista alertamos sobre ello desde 2021 y en el mismo año en "ResearchGate" invité a saber más sobre Covid prolongado denominado ahora PCC, solicitando fuera incorporado su gasto (prevención, tratamiento y rehabilitación) al Fondo Nacional de Salud para el Bienestar (Fonsabi) que debe financiar a la población no asegurada.
El secretario de Salud Dr. David Kerskenovich y sus asesores, ante la falta de investigación acerca del tema en nuestro país, deben estar atentos a la publicación en la revista The Lancet que aparecerá en el volumen 111 de enero de 2025, para que les clarifique los aspectos esenciales del PCC y que nuestras propuestas desde el legislativo como GPPAN, sean al menos discutidas.
El trabajo que invoco estimados lectores, liderado por Daniel Prieto-Alhambra y un equipo internacional de investigadores de instituciones como la Universidad de Oxford y la Universidad de Cambridge, representa un esfuerzo colaborativo entre el Reino Unido, España, China y Estados Unidos. A través de datos del UK Biobank, una cohorte de más de 500,000 participantes, el estudio examinó a 172,303 individuos, de los cuales 43,395 habían tenido Covid-19 confirmado por pruebas de reacción en cadena de polimerasa (PCR).
Utilizando cuestionarios detallados y análisis de registros médicos, los investigadores abordaron tres objetivos clave: 1) Identificar los síntomas más específicos del PCC y clasificar sus subtipos clínicos. 2) Evaluar los factores determinantes del PCC, tanto relacionados con el virus como con el huésped. 3) Examinar el impacto del PCC en la salud física y mental de los pacientes.
La metodología incluyó análisis de regresión multivariable y el uso de puntuaciones de propensión para ajustar factores de confusión, garantizando resultados más precisos. En la parte toral del estudio se encuentra la necesidad urgente de comprender qué caracteriza al PCC. Hasta ahora, la falta de consenso en su definición ha obstaculizado los esfuerzos para diagnosticar y tratar eficazmente a quienes lo padecen.
La investigación identificó diez síntomas principales que permitieron clasificar el PCC en cuatro subtipos distintos: 1) Subtipo ENT: Alteraciones en el olfato, gusto y pérdida auditiva. 2)Subtipo cardiopulmonar: Dificultad para respirar, taquicardia postural y opresión torácica. 3) Subtipo neurológico: Niebla mental y dificultad para hablar y 4) Fatiga general: Cansancio persistente que dificulta la vida diaria.
El estudio desentraña los factores de riesgo asociados al PCC, incluyendo la infección por variantes previas del virus, reinfecciones y enfermedades graves durante la fase aguda de Covid-19. Sin embargo, los factores no se limitan al virus: condiciones preexistentes como la obesidad, un estilo de vida poco saludable y la privación socioeconómica también aumentan significativamente el riesgo de desarrollar PCC, campo fértil en nuestra población.
Una conclusión alentadora es el papel protector de la vacunación, que disminuye el riesgo de todos los subtipos del PCC, especialmente los relacionados con el sistema cardiopulmonar. Esto refuerza la necesidad de fortalecer los programas de vacunación, con las vacunas actualizadas y que sí sirvan, una asignatura pendiente nuestro país, donde el subejercicio y el poco presupuesto para el 2025 son la firma de los autores ideológicos del documento titulado "República Sana" que creo va en camino -junto con los seis años ya recorridos con la transformación de cuarta- de ser la "República Insana"
Más allá de los síntomas físicos, el PCC tiene un impacto devastador en la salud mental y funcional de las personas. Desde dificultades para concentrarse y trabajar hasta una mayor vulnerabilidad emocional, los pacientes enfrentan limitaciones que alteran profundamente su calidad de vida. El subtipo neurológico, en particular, emerge como el más debilitante, afectando la capacidad cognitiva y las funciones diarias de forma severa.
En un país donde la inversión en salud es la más baja de América Latina y donde se han adoptado vacunas no avaladas internacionalmente, como Sputnik y Abdala, este estudio nos ofrece una hoja de ruta. La falta de políticas públicas robustas y la desconexión entre las necesidades de la población y las acciones del gobierno agravan la situación. Resulta de hecho, un espejo incómodo, pero el primer paso será reconocerlo.
En este contexto, el PCC no es solo un problema médico, sino un llamado urgente a la acción política. Urge adoptar estrategias basadas en evidencia, reforzar la vigilancia epidemiológica y priorizar la investigación para adaptar soluciones a nuestras realidades locales.
El equipo liderado por Prieto-Alhambra concluye que el PCC debe considerarse una condición heterogénea que requiere un enfoque personalizado. Los subtipos identificados varían significativamente en sus determinantes y en el impacto en la salud física y mental, lo que subraya la necesidad de enfoques multidisciplinarios. El estudio también resalta que el PCC sigue acumulándose, incluso con la llegada de variantes menos agresivas como Ómicron, y enfatiza la importancia de la vacunación y los estilos de vida saludables como medidas preventivas.
El PCC no discrimina, y su abordaje tampoco debería hacerlo. Desde médicos hasta legisladores, desde comunidades afectadas hasta organismos internacionales, todos tienen un papel en esta lucha. Reconocer al PCC como una prioridad nacional no solo es una cuestión de justicia sanitaria, sino una inversión en el futuro bienestar de nuestra sociedad. Es momento de enfrentar este desafío con decisión y solidaridad, porque en la lucha contra el PCC, cada acción cuenta.
*El autor www.ectorjaime.mx es médico especialista en cirugía general, certificado en salud pública, doctorado en ciencias de la salud y en administración pública, y es Legislador y defensor de la salud pública de México, diputado reelecto del grupo parlamentario del PAN en la LXVI Legislatura.