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Opinión

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Cambio Climático y COP 27, Responsabilidades y Mentiras de México

México ocupa el décimo lugar en el mundo en emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), al contabilizarse emisiones no sólo vinculadas con la generación y uso de energía, sino también aquellas derivadas de actividades agropecuarias, metano y gases industriales, manejo de residuos y deforestación. Las emisiones de nuestro país son mayores que las de Brasil, Francia, Gran Bretaña, Reino Unido, e Italia, por ejemplo. México acoge aproximadamente al 1.7% de la población global, y casualmente, genera un porcentaje parecido del total de emisiones en el planeta. Las emisiones dependen de la población de cada país, del tamaño y estructura sectorial de su economía, de su matriz energética, de la distribución del ingreso y de la riqueza; también, de particularidades geográficas, y de distintas dotaciones de recursos naturales. Las élites – o digamos, los dos primeros deciles de ingreso – de todos los países causan tal vez de más del 80% de las emisiones totales globales; y, sus estilos de vida y patrones de consumo son más o menos similares en todas partes: uso de combustibles, tipo de movilidad y de vehículos, tipo de vivienda y uso de energía en casas habitación u oficinas, viajes en avión, consumo de carne. Por tanto, tienen elevadas emisiones per cápita de magnitud muy cercana, y responsabilidades climáticas equivalentes indistintamente a la nación que pertenezcan. Los pobres de todo el mundo emiten muy poco.

Por otro lado, reducir emisiones y combatir frontalmente el calentamiento global no es sólo un imperativo moral y de supervivencia global, sino una histórica oportunidad de inversión, desarrollo tecnológico, eficiencia, competitividad, crecimiento económico y empleo, en el marco de una verdadera revolución industrial no vista desde mediados del siglo XIX. Los países líderes podrán cosechar enormes ventajas, como es el caso de la electrificación de parque vehicular, energías limpias, hidrógeno, redes eléctricas inteligentes, cambio tecnológico en industrias estratégicas, nuevos alimentos que sustituyan a la carne de res, deforestación cero, y restauración forestal a gran escala.

México, al igual que otras 200 naciones, ha asumido desde 2015 compromisos para reducir emisiones en los términos planteados por el Acuerdo de París. La referencia necesaria establecida por la ciencia es un abatimiento de emisiones en aproximadamente 40% para el 2030, con el objetivo de llegar al año 2050 con cero emisiones netas. Esto, como todos sabemos, para evitar que la temperatura promedio aumente más de 1.5 – 2°C y con ello, consecuencias catastróficas en el clima del planeta. Los compromisos de reducción (llamados NDC, o Contribuciones Nacionalmente Determinadas) deben renovarse al menos cada cinco años y hacerse cada vez más ambiciosas. Tales compromisos o NDC deben de incorporar información cuantificable con respecto al año de referencia, ofrecer plazos y periodos de aplicación, definir alcances y cobertura sectoriales, hacer explícitas las metodologías para contabilizar emisiones, y precisar las políticas e instrumentos de planificación por sectores que sean consistentes con las metas de reducción de emisiones. Justamente, en todo ello, el gobierno del presidente López ha sido no sólo omiso, sino cínico y regresivo. Este gobierno presentó en 2020 otra NDC básicamente igual a la entregada en 2015 por el gobierno del presidente Peña (con 22% de reducción incondicional al 2030), sin mayor ambición, pero con una impúdica trampa contable (elevó el escenario tendencial o línea base de emisiones hacia el 2030 para aparentar reducciones que son evidentemente falsas, dada la retardataria política energética del régimen). En días recientes, a raíz de la visita de John Kerry, el gobierno de México ofreció otra NDC verdaderamente ridícula, con una supuesta disminución del 30% en las emisiones al final de esta década, sin precisar la línea base, ni un punto de inflexión en las emisiones absolutas, sin información cuantificable al año de referencia, sin políticas sectoriales ni instrumentos explícitos o rutas de descarbonización, sin relación con el inventario de emisiones de nuestro país, y sin una metodología de cálculo. Ni siquiera menciona al sector eléctrico (el primero o segundo en importancia en emisiones), sometiéndose a las políticas y decisiones del gobierno que bloquean a las energías limpias y promueven los combustibles fósiles. La propuesta del gobierno mexicano sólo habla de “35 medidas” retóricas de “soluciones naturales”, “transporte de bajo carbono”, “regulación y fomento industrial”, y “carbono azul”. Se atreven a presentar sin recato alguno el pernicioso programa “Sembrando Vida” – causante de deforestación – y al atroz Tren Maya como “medidas” de reducción de emisiones. Sin ningún procedimiento serio de cálculo determinan de manera arbitraria y obscura que esto reducirá emisiones por “88.9 millones de toneladas de CO2 equivalente” (que representarían sólo, aproximadamente, 12% de las emisiones actuales). Con esto en la mano, el gobierno de México hará nuevamente el ridículo ante el mundo, y será objeto de escarnio en la próxima COP 27.

@g_quadri

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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