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Crecimiento ¿perdido?
De cumplirse las expectativas de los analistas que consulta periódicamente el Banco de México, el de Andrés Manuel López Obrador será el sexenio de menor crecimiento económico de los últimos 6 sexenios.
De cumplirse las expectativas de la encuesta de julio 2022 para los años 2022-20224, México tendría un crecimiento total en el sexenio de 1.45% real, equivalente a un crecimiento anual promedio de 0.24%, el menor en registro con la serie del PIB en INEGI y cálculo de Banco Base.
De acuerdo con la última encuesta, los analistas dejaron sin cambios sus expectativas para este año, en 1.80 por ciento, pero para 2023 las redujeron de 1.90 a 1.60 por ciento.
De cumplirse tales pronósticos, el actual gobierno habrá tenido el peor desempeño económico, incluido el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, quién marcó el tránsito de los gobiernos populistas a los gobiernos neoliberales o tecnócratas.
Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, se caracterizaron por tomar desde Los Pinos –la entonces residencia oficial del Presidente de la República–, las decisiones económicas.
Echeverría y López Portillo registraron tasas de crecimiento al final de sus sexenios de 5.95% y 6.48%.
Ambos provocaron severas crisis económicas. De la Madrid heredó un país sobreendeudado, en crisis y con la banca en manos del gobierno.
Tuvo que tomar medidas drásticas, recortes presupuestales, inició la venta de paraestatales y adhirió a México al Acuerdo General de Aranceles Aduaneros (Gatt).
Con tales herencias y la cimentación de lo que sería el periodo neoliberal, apenas le alcanzó para lograr un crecimiento de 0.58% del PIB promedio.El gobierno de López Obrador, inició con un discurso esperanzador para los que menos tienen y para los que más acumulan.
A los primeros les dijo que repartiría mejor la riqueza. A los segundos, les aseguró que no cambiaría las reglas del juego, respetaría el Tratado de Libre Comercio Norteamericano, la apertura energética realizada por el gobierno previo y los contratos en petróleo y electricidad.
En los hechos, aplica un esquema no ortodoxo para distribuir enormes y crecientes cantidades de dinero a través de muchos programas sociales que, apenas han alcanzado para paliar los efectos de las dificultades económicas y de la crisis sanitaria.
Y, en contra de lo prometido, todo indica que enfrentará a sus socios comerciales en el T-MEC y pugnará por lo que identifica como soberanía energética.
En el plano económico, el actual gobierno ha retomado las decisiones en la materia, de manera directa.
Se basa en premisas básicas: no al aumento de la deuda; no al aumento ni a la creación de nuevos impuestos y una campaña de fiscalización a los grandes contribuyentes.
En ese sentido, ha mantenido una política mucho más férrea que la de los gobiernos neoliberales.
Aunque en el gasto, la opacidad y la orientación específica a sus obras insignia y programas sociales, ha reducido los márgenes de operación de las finanzas públicas, que desde el punto de vista de los especialistas, registran serios riesgos.
Desde el inicio de su administración canceló las rondas petroleras, las subastas de largo plazo en el mercado de electricidad y ha tomado un sin fín de medidas administrativas para acotar la participación de los inversionistas privados.Además de su política energética, ha tomado diversas medidas en contra de la iniciativa privada.
La última es la de controlar temporalmente las concesiones de agua y la expropiación de tierras para el Tren Maya.
A partir de los datos del segundo trimestre y primer semestre del año en curso, que revelan un crecimiento de casi 2% (1.9%), Hacienda mantiene sus pronósticos optimistas.
El piso para este año, es de 2% y de ahí hacia arriba. Un elemento clave será lo que ocurra en las consultas de EU y Canadá respecto a las políticas energéticas de México.
Veremos si el gobierno de México logra dirimir las diferencias en la etapa de consultas; ó si llega a la fase de resolución de disputas.
De la continuidad del acuerdo comercial depende el crecimiento y futuro de México.
Veremos.