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Opinión

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El turista en busca de autenticidad

El turismo gastronómico es una de las actividades alrededor de la gastronomía que ganó notoriedad en las últimas décadas debido a diferentes factores. En parte, los vuelos se volvieron accesibles para una mayor cantidad de pasajeros en el mundo, las redes sociales y los programas de entretenimiento alrededor de la gastronomía difunden lugares y comidas otrora casi imposibles de conocer o de saber de ellos.

El impacto del turismo sobre la sostenibilidad de los lugares turísticos ha sido ampliamente estudiado desde diferentes ángulos: desde los daños al medio ambiente por la sobre explotación de los recursos naturales, hasta la manera en la que el turismo transforma el paisaje, a las personas y los lugares que se visitan, muchas veces en detrimento de algunos elementos histórico- culturales y en pos del mercantilismo.

El fenómeno del turismo no puede reducirse solamente a que los turistas son los “malos” y los lugareños son los “buenos”. El entramado es más complejo que estos roles simplistas y en el turismo gastronómico encontramos una muestra de ello, sobre todo cuando se estudian las expectativas y percepciones de ambos lados, muchas veces no cumplidas pero otras tantas, anticipadas a un imaginario de lo que se cree que el otro espera de la experiencia como comprador u ofertante de servicios. Y es aquí donde cada vez más turistas, se quejan de la sobreexplotación de ciertos recursos del patrimonio gastronómico que hacen que todo parezca más un montaje para los turistas, que un verdadero retrato de las maneras de comer de un lugar en específico. Algunos lugares de comida que han alcanzado fama internacional por reportajes hechos para los principales medios de comunicación o incluso series de streaming dedicadas a ellos, han visto cómo este fenómeno se replica con muchos visitantes de todos los lugares del mundo a sus pequeños locales. Este hecho en algunos casos, hace que se transformen las formas de ofrecer el servicio ante la exagerada demanda de comensales. No necesariamente esto se traduce en un cambio en las técnicas culinarias o en las formas de preparación, pero sí en la atención que se brinda a cada comensal o en la forma en la que el local comunica su oferta culinaria. Para muchos, estas maneras de comunicar o de mostrarse ante el mundo, del tipo “Como lo vio en X serie de televisión”, o directo de la sección culinaria de los mejores lugares para comer según X periódico, hacen que pierdan autenticidad en la manera en la que estos locales operaban.

Algunos de ellos inclusive, ven sustituida su clientela de lugareños para atender casi exclusivamente a extranjeros, quienes buscando la experiencia culinaria “auténtica”, muchas veces son espectadores de una escenificación coreográfica de cómo debe lucir el personal, el local, y el menú de un lugar. Las expectativas de “autenticidad” de los turistas, a veces también se construyen sobre imaginarios de lo que creen que es auténtico de un país, más que de lo que realmente pase en la cotidianeidad. Por ejemplo, el cliché del turista que imagina que en un local de pastas en Italia podría estar sonando de música de fondo la Tarantella Napolitana, o que un local de comida mexicana estaría siempre atendido por personal ataviado con trajes típicos. Todos estos elementos sin duda transforman la forma en la que se ofrecen los servicios y la manera de perpetuar ideas preconcebidas sobre ciertos elementos culturales.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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