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Opinión

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Enrique busca la Presidencia

Enrique de la Madrid no podrá pretender la realización de un gobierno como el que llevó a cabo su padre en su momento. La redición sería imposible…

Ocurrió el domingo pasado. Con todo empuje, Enrique de la Madrid Cordero ha lanzado su candidatura por la oposición para las elecciones presidenciales que tendrán verificativo en el 2024. ¡La candidatura va, aun sin el apoyo del PRI, que ha sido su partido! El riesgo es muy alto de que sus antagonistas –que seguramente los tendrá– lo empiecen a descalificar peyorativamente con el calificativo de “neoliberal”. Eso, con apoyo en el tipo de gobierno que encabezó su padre, Miguel de la Madrid Hurtado, en el ya remoto sexenio 1982 – 1988.

Miguel de la Madrid ha sido el presidente de México más incomprendido de la época postrevolucionaria. El entendimiento del gobierno que llevó a cabo, debe partir del desastre en que le entregaron el país sus antecesores Luis Echeverría y José López Portillo. Con sinceridad, en el discurso de toma de posesión denunció la tremenda crisis con que se iniciaba su administración. A continuación, se organizó un gobierno de saneamiento, limpieza, reconstrucción y descalificación de mitos y obsesiones. Entre ellas, la idea de que la apertura comercial traería la quiebra de toda la planta industrial interna. La tarea era inmensa y no pudo concluirse en un sexenio que enfrentó grandes dificultades adicionales.

Enrique de la Madrid no podrá pretender la realización de un gobierno como el que llevó a cabo su padre. La redición sería imposible, en razón de que las circunstancias son distintas y sobre todo los problemas que enfrenta México son muy diferentes. Pero a lo que sí puede aspirar Enrique, es a encabezar un gobierno con el mismo temple que el que presidió su papá. Empezando por un compromiso con decir la verdad, algo que se ha vuelto muy escaso en México durante los últimos tiempos. 

La circunstancia actual de México es muy distinta a la que prevalecía en diciembre de 1982, cuando el gobierno de Miguel de la Madrid tomó la estafeta de su precedente y muy destructivo de López Portillo. Pero no todas son divergencias. Una situación compartida es la del estancamiento de la economía. Otra, la del desencanto y fractura de la sociedad ante el fracaso y la incertidumbre. El reto tendrá que enfrentarse con mucho realismo, con respeto a la ley, fortalecimiento de las instituciones y medidas valientes y adecuadas de solución. Tengo la intuición que todo esto lo sabe Enrique de la Madrid. Es la herencia de su padre.

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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