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La apuesta de Putin
Algunas fuentes sugieren que el gobierno ruso ha acumulado suficiente “cash” para sobrevivir en caso de que su líder decida desatar el Apocalipsis.
Recientemente, el banco estadounidense JP Morgan lanzó una advertencia de ominosas consecuencias: Si Rusia detuviera por completo las exportaciones de petróleo a Europa, el impacto en la economía mundial podría ser tan grande que instantáneamente dispararía el precio del petróleo a $400 dólares por barril.
Con una economía global que aún es dependiente del petróleo, el impacto sería mucho peor que durante la década de 1970. Nos hundiría en una recesión con consecuencias nunca antes vistas.
Desde el estallido de la guerra contra Ucrania, lo que ha hecho Rusia es reducir los envíos de gas a Europa. Rusia ya cortó el suministro de gas a seis países y lo redujo para otros tantos. Aunque Rusia está exportando menos productos energéticos, en realidad está ganando más dinero debido a que los precios se han disparado.
La semana pasada, la Unión Europea (UE) mostró un frente unido ante el "chantaje” de Putín. El plan pretende reducir 15 por ciento la demanda de gas. El panorama es difícil, no solo las medidas —como las sanciones económicas— han estimulado la inflación a niveles no registrados en cuatro décadas y afectado el ritmo de crecimiento económico, sino que algunas recomendaciones a la población incluyen “lavarse sólo cuatro partes del cuerpo” y “no utilizar calentadores o aires acondicionados” y hasta “quitarse la corbata” para ahorrar energía. Los hogares europeos se enfrentan cada vez más al alza de los precios de los alimentos, aumentando así el costo social del conflicto.
Como estrategia, para reducir su dependencia del gas ruso, la UE también ha recurrido a comprar gas natural licuado que viene en buques desde Estados Unidos. Asimismo, se están acelerando los planes para construir terminales de gas natural. Sin embargo, las medidas no han sido suficientes para reducir la presión económica. La inflación en Europa registró otro récord en julio, aumentando de 8.6% a 8.9%, según la agencia de estadísticas europea, Eurostat.
Con las plantas procesadoras del mundo funcionando a plena capacidad y sin más fuentes alternativas de gas disponibles: ¿Dará resultado la apuesta de Putin?
El escenario descrito ha sido poco explorado, porque aparentemente sería suicida para Putin cortar su propia fuente de ingresos en medio de una guerra comercial. No obstante, algunas fuentes sugieren que el gobierno ruso ya ha acumulado suficiente “cash” para sobrevivir en caso de que su líder decida desatar el Apocalipsis. Además, a Putin se le está acabando el tiempo. Para el próximo año, Alemania (uno de los principales importadores de su gas) planea dejar de depender de Rusia por completo en cuanto a ese energético.
El think tank ambientalista Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), ha recomendado en un reciente estudio a “crear un plan para reemplazar lo antes posible, los combustibles fósiles rusos con energía limpia (no fósil), en conjunto con medidas de eficiencia y ahorro energético”.
No hay duda de que lo anterior sería mucho más sostenible qué —como hasta ahora— tratar de reorganizar los flujos globales de combustibles fósiles. Seguramente tendría mucho mayor beneficio económico, y de seguridad nacional a largo plazo.
Previendo este ominoso escenario al que un arrinconado Putin podría recurrir, los gobiernos europeos deberían declarar inmediatamente un estado de emergencia. Ello encaminado a implementar medidas para la construcción de parques eólicos y solares como prioridad absoluta, evitando todo tipo de trámites burocráticos. También podrían ofrecerse más subsidios para la compra de vehículos eléctricos, reduciendo así su dependencia del petróleo extranjero para el transporte público y privado.
La Unión Europea tiene que reconocer y prepararse para el peligro de una decisión visceral de Putin, mediante sus armas más poderosas hasta ahora: sus exportaciones de petróleo y gas. De cristalizarse el citado escenario sin haber declarado un estado de emergencia, millones de personas pagarán muy caro el precio de la pasividad de sus gobiernos.