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Aparece en Australia un ejemplar de la primera novela de Virginia Woolf con notas manuscritas de la autora

La copia anotada de 'Fin de viaje' de Virginia Woolf, es una de las dos que existen en el mundo. Foto EE: Especial / Universidad de Sydney

Uno de los dos únicos ejemplares de la primera novela de Virginia Woolf, Fin de viaje (1915), con anotaciones de su puño y letra y preparativos para revisarla para una edición estadounidense, ha sido redescubierto recientemente en la Fisher Library Rare Books Collection de la Universidad de Sídney (Australia).

Adquirido a finales de la década de 1970, se había archivado erróneamente con los libros de ciencia de la colección de libros raros. Simon Cooper, funcionario de los servicios de metadatos, lo encontró en 2021 e inmediatamente comprendió el valor de su descubrimiento.

El ejemplar de Sídney, el único disponible para el público, ha sido digitalizado. Está disponible en línea, y permite a estudiosos y lectores estudiar y considerar las intervenciones editoriales de Woolf.

Fin de viaje sigue a Rachel Vinrace y a un grupo de personajes dispares que se embarcan en el barco de su padre rumbo a Sudamérica. La historia de Woolf aborda el autodescubrimiento y satiriza la vida eduardiana.

La novela casi acaba con su carrera de escritora. La autora tuvo que luchar durante años con los borradores, hasta que abandonó la primera versión en 1912. Se titulaba Melymbrosia, en honor a la comida de los dioses griegos. Las ideas de Woolf sobre el colonialismo, el sufragio femenino y las relaciones de género se consideraban demasiado peligrosas para una novelista novel.

Durante los tres años siguientes compuso la novela (retitulada) que tenemos hoy, publicada por su hermanastro Gerald Duckworth en Londres en 1915. En este momento crucial, comenzó a escribir su diario y sufrió un importante colapso mental, perdiendo el resto del año a causa de la enfermedad.

Para preparar la primera edición estadounidense de la novela, publicada por George H. Doran en Nueva York en 1920, Woolf llevó a cabo una serie de revisiones de su texto. Dos ejemplares de la primera edición británica de la novela contienen las pruebas de este proceso, con anotaciones manuscritas de Woolf y fragmentos de páginas mecanografiadas pegadas en cada libro.

¿Por qué revisar?

¿Qué motivó a Woolf a revisar su texto? Hizo revisiones a raíz de su crisis nerviosa, y después de que su carrera literaria reviviera con su segunda novela, Noche y día, publicada en 1919.

Los estudiosos han sugerido que Woolf deseaba poner cierta distancia entre sus propias tensiones psicológicas y la angustia de su personaje principal, Rachel Vinrace. Tanto Woolf como su protagonista tenían figuras paternas dominantes, habían perdido a sus madres a una edad relativamente temprana y no habían recibido una educación formal, sino que habían sido educadas en casa. Exponer la vida mental de su personaje con tanta crudeza causó cierta incomodidad a Woolf. Una nueva edición pudo haberle dado la oportunidad de reconsiderarlo.

Es una teoría plausible. Pero ¿lo confirman las correcciones de Woolf? Hay dos lugares principales en el texto donde se indican la mayoría de los cambios: ambos son momentos cruciales de la narración.

La primera serie de cambios se produce en el capítulo XVI, donde la conversación entre Vinrace y Terence Hewet –la pareja que ocupa la línea argumental romántica de la novela– se altera para reducir el acceso a los pensamientos interiores de Rachel. Se sustituyen párrafos enteros por texto mecanografiado pegado directamente en la página, donde el narrador estudia a Rachel sin la garantía de entenderla.

Esto tiene el efecto de diluir algunos incómodos elementos autobiográficos del texto, pero también marca un cambio significativo en la forma en la que la narración accede a la mente de los personajes.

El narrador está limitado por los propios límites del personaje: las profundidades de la subjetividad de Rachel son desconocidas incluso para ella. Esto lleva la marca de la psicología moderna y la teoría de Freud del inconsciente, en los años anteriores y durante la composición de la novela.

Una revolución modernista

Esta innovación señala un profundo cambio en la ficción modernista, que comenzó a finales del siglo XIX y principios del XX y se caracteriza por una ruptura autoconsciente con las formas tradicionales de escribir.

La impenetrabilidad de los personajes de Woolf parte de las regiones oscuras de la mente. Ya no estamos en el reino del realismo, donde los pensamientos y las acciones son conocibles (y a menudo transmitidos por un narrador omnisciente). En su lugar el narrador proporciona un retrato de la compleja persona moderna, que responde al mundo de maneras no del todo razonables.

El otro conjunto significativo de revisiones en el texto de Sídney surge en el capítulo XXV, en el que Rachel y Terence intentan navegar por el futuro de su incipiente relación, que también marca el descenso de Rachel a la fiebre y su declive, que acaba en muerte.

Los pasajes largos están marcados para ser suprimidos (aunque en realidad no se suprimió ninguno en la primera edición estadounidense). Se refieren en gran parte a la conciencia febril de Rachel y a las actitudes de Terence hacia el amor romántico y sus efectos en una vida artística.

Es posible que Woolf también haya querido poner distancia entre el narrador y los pensamientos íntimos de sus personajes, invocando en su lugar un espacio de ambigüedad, donde las palabras y los gestos deben ser interpretados por los lectores en lugar de analizados a plena luz por una conciencia narrativa conocedora.

La primera novela de Woolf está a caballo entre las convenciones del realismo heredadas del siglo XIX y la nueva ficción experimental del XX. El texto de Sídney cuenta una parte importante de esta historia.

Ilumina el desarrollo de la técnica de Woolf y su evolución hacia el estilo indirecto libre por el que se hizo famosa en novelas posteriores como La señora Dalloway, Al faro y Las olas.

Woolf estuvo en el centro de la revolución de la forma novelesca durante la época del modernismo. La prueba está en su copia anotada de Fin de viaje.

Mark Byron, Professor, University of Sydney

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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