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La desnutrición hospitalaria, una epidemia silenciosa que acaba con muchas vidas

“La nutrición en los pacientes hospitalizados no es un gasto más, es una inversión que nos va a ahorrar complicaciones, días de estancia hospitalaria, terapias intensivas, heridas que no se van a infectar y pacientes que no van a morir”, afirma el doctor Luis Galindo Mendoza, quien propone la nutrición parenteral como una opción.

Foto EE: Especial

“La desnutrición hospitalaria es probablemente la epidemia silenciosa más grave que enfrenta el paciente hospitalizado el día de hoy”, reflexiona el doctor Luis Galindo Mendoza, médico cirujano con especialidad en cirugía general y subespecialidad en cirugía bilio-pancreática, al retomar las palabras de su colega Mary Russell. Las grandes hazañas y tecnología médica han hecho que los especialistas se olviden de cosas tan simples pero fundamentales para la salud y el bienestar del ser humano como lo es el estado nutricional. 

En 1974 el doctor Butterworth CE en Estados Unidos publicó un artículo que cambió el paradigma al respecto, su artículo El esqueleto en la taquilla del hospital, hablaba que cómo los profesionales de la salud piensan mucho en la patología del paciente, como el corazón, el riñón, el cerebro y otros órganos, pero se olvidan de la parte nutricional, como ejemplo se explica que en el 59% de los expedientes no se apunta el peso y la talla, a pesar de que el enfermo pueda caminar y la báscula esté a menos de 50 metros y en el 95% de los pacientes no se pesa evolutivamente.  

Aunque incluso desde 1936, el cirujano Hiram O. Studley, documentó que la pérdida del 20% (o más) del peso del paciente podría explicar gran parte de las complicaciones posquirúrgicas que ocurrieran, el artículo del Dr. Butterworth  fue publicado en un momento en que no se había establecido la desnutrición hospitalaria como el problema de salud que es hoy en día, pero sí estimuló el interés de los investigadores en buscar estrategias más costoefectivas para la identificación y reconocimiento de la desnutrición hospitalaria. 

Galindo Mendoza comparte que a pesar del tiempo transcurrido, el tema sigue presentando complicaciones . “Cuando los especialistas interesados en la nutrición nos acercamos a los colegas ellos nos responden ´oye Luis, pero estás viendo que al paciente le sale muy cara su operación y tratamiento y ¿todavía quieres una nutrición especializada?´”.

Él explica que la evidencia de una intervención costo efectiva de esta naturaleza es muy clara. “Existen datos que demuestran que por cada dólar que se invierte en nutrición, se ahorran 52 más, esto porque un paciente desnutrido tiene mucho más riesgo de complicarse, ya sea por infecciones, neumonías, contagios y eso puede prolongar en más de una semana su hospitalización”.

Incluso con datos mexicanos, aunque son escasos, se ha visto que los pacientes que se infectan en el hospital, el 20% se dan de alta por defunción, “eso de ninguna manera es conveniente y la relación entre infección y nutrición es evidente”.  

Por ejemplo, en el caso de un hombre de 65 años que se cae y se rompe la cadera, el ortopedista realiza la cirugía para reparar, posteriormente se requiere que camine después de ser operado, de lo contrario se pueden juntar flemas en el pulmón, no las puede expulsar por la falta de fuerza muscular, se hace neumonía y al final pierde la vida. “La operación pudo ser un éxito, pero el paciente no sobrevivió. El cambio de actitudes en realidad conviene, pero actualmente el tema es ignorado”.  

Nutrición parenteral  

Hace 20 años hubo una declaración internacional de Cancún sobre el derecho a la nutrición en los hospitales, esta se repitió en Cartagena hace diez años y en meses pasados en la ciudad de Viena, durante el Congreso de la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Terapia Nutricional, se retomó el derecho de los pacientes a ser alimentados. Aunque se trata de una declaratoria no vinculante, está signada por muchos países incluidos México. “Aquí se plantea que ningún paciente debería pasar hambre, pero tampoco ser sujeto a ayunos innecesarios, ya que los pone en desventaja y hace que tengan complicaciones y mayor probabilidad de morir”. Ya tenemos fundamento médico, científico, legal y ético, ahora hay que ponerlo en práctica.     

El doctor Galindo Mendoza explica que la nutrición abarca tres periodos: previo, durante y después de acudir a un hospital. Por ejemplo, para intervenciones agendadas podemos aprovechar perfectamente el tiempo previo para la alimentación, pero si una enfermedad nos impide una alimentación tradicional, existen opciones. Por ejemplo, en una enfermedad del esófago, donde por reflujo se hizo muy delgado el conducto, esto provoca que ya no pueda comer bien, pero pronto será intervenido; una opción sin duda es nutrirlo de manera parenteral.  

Esta forma de nutrición que se administra en una vena nació en 1968 en Estados Unidos, con el Profesor Stanley J. Dudrick. La nutrición parenteral no pasa por el aparato digestivo y se administra a una persona que no es capaz de absorber nutrientes en el intestino. “Antes de él todos los pacientes que no podía comer se morían, pero él tuvo varias ideas resolviendo los puntos que estaban flojos, así logró alimentar exitosamente a muchas personas”.  

Un recién nacido de bajo peso y prematuro que no tiene fuerza para alimentarse de su madre, recibe nutrición parenteral, pacientes que sufren accidentes y comprometen órganos como el intestino, pueden sobrevivir con nutrición en la vena, pacientes radiados o con quimioterapias también lo requieren. Los ejemplos son muchos, incluso durante la pandemia los pacientes que requerían intubación y no podían alimentarse por el intestino o estómago recibieron este tipo de nutrición.  

El especialistas asegura que antes de este recurso, siempre se hace un esfuerzo honesto por nutrir al paciente por el tubo digestivo, porque es lo más costo-efectivo. “Sin embargo donde no se puede, si no existiera la nutrición parenteral, sería una sentencia de muerte”.  

Cabe mencionar que no todos los hospitales cuentan con esta opción, pues son fórmulas personalizadas, pero hoy algo que facilita que más pacientes reciban nutrición parenteral son fórmulas de nueva generación lista para usarse o de bolsas tricámara. Los 3 principales componentes de nutrición parenteral son: proteínas, carbohidratos y lípidos. Solo que las proteínas vienen en su forma más elemental, que se llaman aminoácidos. 

 “Cada vez tenemos menos pretexto para no nutrir a los pacientes. Lo que toca es buscar que exista este recurso en más espacios y que la gente lo sepa, las opciones de prefabricación han crecido, lo que ayuda a una variedad que se adapte a la diversidad de pacientes y que más vidas se salven”, concluye.

nelly.toche@eleconomista.mx

kg

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