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Ambiente de trabajo tóxico: Qué es y cómo afecta
Un clima laboral que afecta la salud mental de los trabajadores genera estrés, desmotivación u conflicto entre empleados y la organización, lo que a largo plazo impacta en el desempeño.
Un ambiente de trabajo tóxico es propicio para el desgaste de la salud mental, y, en el caso de los colaboradores, propician la disminución del sentido de pertenencia.
Un ambiente laboral tóxico se define como aquel que genera estrés, desmotivación y conflicto entre los empleados y la organización. Estos climas organizacionales se caracterizan por la falta de empatía, liderazgo autoritario, ausencia de apoyo emocional, altos niveles de competitividad destructiva, y la falta de oportunidades de crecimiento.
Se considera que existe un ambiente laboral tóxico cuando los entornos se caracterizan por prácticas como el acoso laboral, la falta de reconocimiento, la sobrecarga de trabajo y una comunicación deficiente, que tiene un impacto negativo no sólo en el bienestar de los empleados, sino también en el desempeño general de las organizaciones.
Según la encuesta Work in America 2024, realizada por la American Psychological Association (APA), 15% de los colaboradores calificó su lugar de trabajo como tóxico; sin embargo, las empresas parecen darle poca importancia a estas situaciones, pues 59% considera el entorno laboral más saludable de lo que realmente es.
Al respecto, la consultora Affor Health, establece que es importante distinguir que solicitar puntualidad, silencio en ciertas áreas o justificar ausencias, no constituyen prácticas tóxicas.
“Un trabajo es verdaderamente tóxico cuando la cultura organizacional, los líderes o incluso, los mismos compañeros propician un ambiente que desgasta la salud mental y disminuye el sentido de pertenencia de todo el equipo”, explica Yunue Cárdenas, coordinadora del HUB de psicología de la consultora.
Factores de alerta para detectar un ambiente tóxico de trabajo
La especialista de Affor Health advierte que cuando una empresa se vuelve tóxica, las consecuencias no tardan en aparecer y sus efectos pueden ser graves, por ejemplo, colaboradores desmotivados y menos comprometidos, lo cual disminuye la calidad de su trabajo y rendimiento.
“Además elevados costos de rotación, ya que cada salida implica gastos significativos en los procesos de reclutamiento, capacitación y adaptación de nuevos trabajadores. Sin olvidar el costo reputacional que daña, sobre todo, la atracción de talento”, refiere Yunue Cárdenas.
El desafío de enfrentarse a las prioridades de los colaboradores
La fuerza laboral actual valora el equilibrio, el respeto y la inclusión, y las empresas enfrentan el desafío de adaptarse a ello. “Aquellas que se esfuercen por crear un ambiente sano ganarán colaboradores más comprometidos, productivos y leales, lo que beneficia tanto a la cultura interna como a la imagen de la organización”, dice Affor Health.
Para que las empresas no se ganen la etiqueta de tener un trabajo tóxico, recomienda:
Cuidar la salud mental de los colaboradores
Implementar políticas que ofrezcan acceso a recursos de apoyo psicológico, espacios de desconexión.
Fomentar una cultura de respeto y comunicación abierta
Es fundamental que el equipo sienta que puede expresar sus opiniones y preocupaciones.
Capacitar a los líderes en gestión de personas
Los gerentes y líderes son clave para mantener una cultura saludable. Invertir en su capacitación para que desarrollen habilidades de empatía, liderazgo positivo y manejo de conflictos contribuye a reducir la toxicidad.
Reconocer y recompensar el esfuerzo
Apreciar el trabajo bien hecho y ofrecer incentivos fomenta un ambiente motivador de reconocimiento. Esto reduce la frustración y el sentimiento de invisibilidad que muchas veces provocan la toxicidad.
Establecer políticas claras contra el acoso y la discriminación
Crear protocolos claros para manejar situaciones de acoso y discriminación es muy importante. Esto garantiza un entorno seguro para todos y evita que se perpetúen comportamientos tóxicos.
Un ambiente laboral no sólo se refleja directamente en la salud mental y física de los trabajadores, sino que también tiene repercusiones económicas para las empresas. La inversión en el bienestar de los empleados no debe ser vista como un gasto, sino como una estrategia fundamental para el éxito organizacional.