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Milei prohíbe el lenguaje inclusivo en Argentina: qué significa y por qué es importante
Lo que no se nombra, no existe. El lenguaje inclusivo concentra algunas modificaciones en la escritura y el habla con el objetivo de visibilizar la existencia de personas disidentes en materia sexual y de género. Prohibir el uso del lenguaje inclusivo vulnera los derechos de estas personas y marca una agenda en la que se vulneran los derechos, particularmente la comunidad LGBT+.
El gobierno de Javier Milei prohibió el uso del lenguaje inclusivo en la administración pública de Argentina. Esto significa que, entre otras cosas, las instituciones no podrán utilizar la letra “e”, el arroba (@) o la letra “x” para citar el género.
El lenguaje inclusivo integra modificaciones a la prosa que tienen el objetivo de visibilizar e incluir a todas disidencias. Elles, todxs o niñ@s se utilizan, cada vez más, para hablar de hombres, mujeres y personas que se identifican con géneros no binarios.
Esta prohibición es relevante porque implica un posicionamiento y manda un mensaje. “Prohibir, desde la administración pública, busca legitimar un discurso en el que la perspectiva de género, de derechos humanos y de diversidad, son cosas negativas. Y por tanto, no deberían considerarse en los gobiernos”, dice Angie Contreras, integrante de la organización civil Cultivando el Género.
¿Qué es en realidad el lenguaje inclusivo?
“Aunque se ha malpensado que el lenguaje inclusivo busca convertir u obligar a las personas a hacer algo con lo que no se identifican, la realidad es que sólo busca dar lugar a la diferencia”. Entre algunas de las prácticas que se integran en este concepto están:
Uso de términos neutros: Utilizar términos neutros en lugar de términos que impliquen una división binaria de género. Por ejemplo, en lugar de usar "chicos" o "chicas", se puede utilizar "personas" o "gente".
Evitar la discriminación lingüística: Evitar el uso de términos que perpetúen estereotipos o prejuicios hacia ciertos grupos de personas. Esto incluye evitar lenguaje sexista, racista, homofóbico, transfóbico, capacitista, entre otros tipos de discriminación.
Inclusión de todas las identidades de género: Reconocer la diversidad de identidades de género utilizando pronombres neutros como "elle", "les" o "elle/elles".
Visibilización de la diversidad: Hacer un esfuerzo por incluir y visibilizar la diversidad en el lenguaje al referirse a personas de diferentes orígenes étnicos, culturales, raciales, sexuales, de género, etc.
Sensibilidad hacia la discapacidad: Ser consciente de la sensibilidad hacia la discapacidad al utilizar un lenguaje que no sea capacitista y al evitar términos peyorativos o despectivos relacionados con la discapacidad.
¿Por qué importa?
Lo que no se nombra, no existe. Y, aunque hay una importante división en posiciones sobre el uso del lenguaje inclusivo, lo que es cierto es que las personas que están representadas en la “e” o la “x” han sido históricamente marginadas y darles lugar en la palabra también es una forma de ratificar su existencia y sus realidades.
En México 5.1% de la población se identifica como parte de la comunidad LGBT+ y considera que su orientación sexual o su identidad de género no es normativa, de acuerdo con cifras de la Endiseg (Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género) del Inegi.
Cerca de la mitad de la población LGBT+ en México declara haber sufrido, al menos, una situación de rechazo social. Además de la discriminación y la negación de derechos, otra de las situaciones que más experimentan es sentirse invisibilizados o poco considerados por la sociedad y el gobierno.
El lenguaje inclusivo busca justamente visibilizar a estas poblaciones disidentes, pero además al nombrarlas busca garantizar su representación, dice Contreras en entrevista con El Economista.
En este sentido, la prohibición en Argentina implica un retroceso importante de derechos humanos debido a que se revirtió el reconocimiento de las personas de la diversidad sexual y de género. En Argentina existía un decreto que protegía la perspectiva de género y el lenguaje inclusivo, no sólo en el uso de la “e” y la “x” en los canales de comunicación, sino también en los documentos oficiales. “Retroceder en este aspecto implica una revictimización de quienes se identifican como disidencias, como gobierno estás vulnerando los derechos ganados por esas comunidades”, agregó Contreras, también comunicadora feminista.
¿Qué pueden y qué no pueden controlar los gobiernos?
Más allá de tirar un derecho de visibilidad para las comunidades disidentes en la comunicación y los posicionamientos públicos, ¿qué más pueden controlar los gobiernos en materia de lenguaje, particularmente de lenguaje inclusivo?
De acuerdo con la especialista en comunicación con perspectiva de género, esta prohibición puede no tener efectos en el lenguaje de la población, que decide cómo nombrar, cómo hablar, cómo escribir o cómo expresarse; pero al mismo tiempo sí tiene un impacto importante en la perspectiva colectiva.
“Los gobiernos no pueden prohibir la forma en la que las personas nos expresamos, pero sí marcan una agenda. Adicionalmente, una prohibición así puede desencadenar en otra serie de cosas porque entonces la gente estará motivada a legitimar discursos que vulneran los derechos de las disidencias”, agregó.
Por otro lado, es fundamental que México y todos los países tomen en cuenta este tipo de experiencias y se aprenda de ellas, sobre todo desde los sectores privado y civil. Los derechos de las comunidades vulnerables siempre están en riesgo de tener vigencia, de ser limitados o eliminados.
La especialista en género resaltó que, en este caso en particular, es fundamental difundir información precisa, confiable y oportuna sobre la importancia y el objetivo del lenguaje inclusivo. Hablar de qué es realmente ser inclusivos e igualitarios en todas las esferas de la vida y de por qué nombrar realidades diversas es fundamental para alcanzar la justicia social.
ana.garcia@eleconomista.mx