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Wiggold derrota al mundo
El ganador del Tour de Francia impuso su poder en las calles londinenses, nadie como él ahora.
Londres. Es difícil describir la energía que invirtió Bradley Wiggins para llevarse el oro en la prueba de contrarreloj individual. Difícil porque incluso cuando ha terminado el recorrido de 44 kilómetros, no luce un dejo de cansancio, ni siquiera cuando apenas hace 11 días se coronó en el Tour de Francia.
No es, el británico, de esos atletas que lloran al cruzar la meta. No. Es Wiggold, como se han encargado en rebautizarlo, de aquellos a los que sus glorias les dan una espolvoreada de rockstar. Sólo llámenme Brad , pide a quienes se acerca a él para pedirle un autógrafo.
Pero es inútil. La hazaña conseguida ayer, al obtener el segundo oro para su país con un tiempo de 50:39.54 minutos, lo catapultó a una instancia inimaginable: Era increíble escuchar a la gente gritar mi nombre. El Tour de Francia no es nada comparado con lo que se puede sentir aquí .
Merecía Gran Bretaña su oro, con su gente, en sus Juegos. Ese que querían encontrar en Londres 2012 el sábado, cuando en la prueba de ruta el Dream Team que lideraba Wiggins les rompió las ilusiones y el corazón. Pero Brad, a sus 32 años, saldó ayer la deuda con su pueblo, ávido de volverlo a ver en lo más alto del podio como apenas lo vio en París.
La competencia de ayer se reducía a lo siguiente: Wiggold contra el mundo. No podía ser de otra manera. Es el ciclista más constante de los últimos años: cuarto en la Grande Bouclé del 2009, tercero en la Vuelta a España del 2011, ganador del Criterium du Dauphine en este año, campeón de ruta en el Campeonato del Mundo 2011 y campeón mundial en la contrarreloj del 2009 y 2010. Suma, con la de ayer, cuatro oros olímpicos, una plata y un bronce.
Bradley no tuvo piedad. Su objetivo estaba trazado desde que salió en el Hampton Court Palace y no tendría reparo en conseguirlo. No era Wiggins un ciclista, se convertía entonces en un superhumano , como lo describiría después su compatriota Christopher Froome (51:47 min.), bronce, mientras el alemán Martin Tony se colgó la plata (51:21 min.).
A músculos contraídos pedaleó fuerte el británico, tanto, que pese a haber salido a cuatro minutos de distancia del español Luis León Sánchez, lo rebasó cuando restaban unos 10 kilómetros del recorrido. Y así, con ese esfuerzo a dientes apretados, a sudor que invade todo el cuerpo, al dolor en las piernas, llegó a la meta de brazos extendidos al cielo.
Y es que es difícil describir a Brad quien dice, bromea casi siempre cuando habla, que en nada se parecen los Olímpicos al Tour: En nada, porque mientras en el Tour vives muchos días con mucha presión, aquí la gloria se reduce a un día .
Reconoce, con algo de sentimiento, que el oro, como londinense, es algo grande, estoy seguro, no volveré a sentir (lo mismo) en mi carrera , y se pierde en el bullicio de su gente que lo ama.
cristina.sanchez@eleconomista.mx