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Buenas señales en la relación empresas-gobierno
El gobierno que ya se va maltrató y engañó a los empresarios, incluso a ese pequeño club de representantes de algunas de las firmas privadas más grandes del país los usó de una forma tan grosera como venderles boletos de la rifa de un avión que nunca sucedió.
El desprecio de Andrés Manuel López Obrador al sector privado quedó demostrado desde el inicio de su administración cuando utilizó al empresario Alfonso Romo para que diera la cara y mintiera, inocentemente, frente a los empresarios sobre la no cancelación del Aeropuerto Internacional de México en Texcoco.
López Obrador siempre despreció a los organismos empresariales. En el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) toleró al empresario regiomontano Carlos Salazar Lomelín hasta que empezó a cuestionar con más fuerza las decisiones del gobierno y el Presidente lo canceló.
Con Francisco Cervantes al frente del CCE, López Obrador se siente muy cómodo porque no se opone a nada de lo que él diga. Así que, por ahora la esencia de este organismo empresarial, de ser una voz firme frente al poder, está anulada.
A 80 días de que inicie funciones la siguiente administración hay la posibilidad, sólo eso por ahora, de que pudiera mejorar la interlocución entre el sector privado y el gobierno federal.
La primera esperanza de una mejor relación con los empresarios y otros sectores sociales parte de la formación más estructurada de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
No es de esperarse que le hagan caso al sector empresarial en todas sus demandas y planteamientos, pero sí es previsible que Claudia Sheinbaum tenga mayor pragmatismo en una relación que resulta conveniente para ambas partes si lo que se busca es el desarrollo del país.
Es mejor escuchar a quien gobernará el país anunciar la creación de un Consejo Asesor Para el Desarrollo Regional y Relocalización de Empresas que un no sé qué para Devolver al Pueblo lo Robado.
Y mientras que el gobierno que se va nombraba a integrantes de la ayudantía del Presidente en los más altos niveles, el gobierno que viene manda la señal de que efectivamente tiene interés en llevar una relación respetuosa y productiva con el sector empresarial con el nombramiento de Altagracia Gómez Sierra al frente.
Ella es una empresaria tapatía, listada en Forbes como una de las más influyentes en México, que ha tenido que aprender los manejos de la política. Conoce las entretelas del sector empresarial, tiene un estilo directo y franco que podría gustar menos a los más radicales del régimen que a los representantes del sector privado.
El objetivo que plantea la virtual presidenta electa es potenciar la inversión privada y vincularla con el desarrollo regional.
Más allá de que pretenda poblar de industria los alrededores del aeropuerto de Zumpango o el corredor del tren transístmico, lo primero que se tiene que generar es confianza.
Claro que el nombramiento de Altagracia Gómez ayuda mucho, y más si logra una buena relación y coordinación con Marcelo Ebrard, futuro secretario de Economía.
Pero de poco servirá tener un dream team de enlace con el sector privado si prosperan aberraciones del tamaño de la reforma al Poder Judicial, tal como lo pretende el Presidente saliente.
El gobierno que viene manda la señal de que tiene interés en llevar una relación respetuosa y productiva con el sector empresarial con el nombramiento de Altagracia Gómez Sierra al frente.