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Opinión

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Estados Unidos: el dilema fiscal

La evasión fiscal en EU ha sido un problema histórico, especialmente entre los multimillonarios, quienes evaden cerca de 150,000 millones de dólares anuales. El Servicio Tributario ha intensificado auditorías a grandes contribuyentes.

La actitud antiimpuestos en Estados Unidos data cuando menos desde 1773 con el Boston Tea Party. Los movimientos sociales modernos en contra de la tributación se remontan a los años setenta. El país tradicionalmente ha enfrentado un problema de evasión y elusión de impuestos de los estratos de grandes ingresos. La evasión de los pequeños y medianos contribuyentes es mucho menor. Recientemente el director del Servicio Tributario (IRS) señaló que los multimillonarios evaden al año cerca de 150,000 millones de dólares. En relación con el PIB, esta cifra representa 0.55%, lo que pudiera corresponder a una disminución del déficit fiscal federal en ese monto. Desde este año, el IRS ha incrementado sus auditorías y fiscalización a los grandes contribuyentes, inclusive tratando de cerrar las facilidades que un dueño de empresa tiene para deducir en la corporación gastos de índole personal (por ejemplo, viajes en jets privados, asistencia a eventos deportivos y del espectáculo, gastos en esparcimiento y otros).

La actitud antiimpuestos saltó a la notoriedad en 1978 con la Propuesta 13 en California enfocada en los impuestos a la propiedad y motivada por la inflación. Incluía una reducción de impuestos, un límite impositivo de 1% al valor tasado de las propiedades de residencias o comerciales, el cual no se revalúa hasta que se venda la propiedad y el requisito de que incrementos en impuestos deben ser aprobados por 2/3 partes de la Legislatura de California. Aprobada en junio de 1978, la Propuesta 13 implicó un cambio a la constitución del Estado y ha sido considerada como un triunfo de la visión popular de tener un sistema tributario más justo que limite los impuestos. En 1982, 34 estados adoptaron leyes para limitar el impuesto a la propiedad.

El déficit federal es un problema que, ya sea Trump o Harris, deberán enfrentar con decisión. El déficit ha sido financiado principalmente con deuda. Por el lado del gasto, es difícil hacer un ajuste. Los pagos de deuda son el segundo rubro del presupuesto con el crecimiento más rápido, sólo superado por la seguridad social. Crece más rápido que el gasto en defensa y el Medicare y 30 centavos de cada dólar que se paga en intereses va al extranjero. Por el lado tributario, también hay poco margen de maniobra para allegarse más recursos.

No obstante, habría una posibilidad de ajustar el impuesto a las sucesiones (estate tax). Este es diferente al impuesto a las herencias, ya que el de las sucesiones (federal) lo paga una persona fallecida (sus deudos), cuya riqueza exceda 13.6 millones de dólares a una tasa entre 18-40 por ciento. Adicionalmente podría pagar un impuesto estatal en el caso de 12 estados que tienen un impuesto local a las sucesiones. Como es un impuesto para los multimillonarios, afecta sólo al 2% de los contribuyentes, pero una reducción del umbral a, por ejemplo, 10 millones podría generar miles de millones de dólares de ingresos.

Círculos académicos respetables han expresado a los dos candidatos que rechazar aumentos de impuestos y seguir financiando al déficit con deuda no es sostenible por más tiempo. El costo social además es muy alto.

X: @frubli

Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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