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¿La confianza del consumidor es la confianza del elector?
El estado de ánimo de los consumidores que se refleja en la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor, que elaboran conjuntamente el Banco de México y el Inegi, solía parecerse más a un barómetro de popularidad política del gobierno en turno que a un análisis de las finanzas personales.
Tanto la pandemia como los altos niveles de inflación hicieron que este indicador reenfocara las respuestas en la cartera, pero sin dejar de reflejar los sentimientos políticos de los entrevistados.
Y es que hay que ver cómo en esos años en que la economía todavía tenía tasas de crecimiento sostenidas arriba de 2%, en promedio, y con inflaciones anuales por debajo de 4%, los consumidores reportaban un pesimismo que nada tenía que ver con esos tiempos en que, además, estuvimos también cerca de pleno empleo.
Pero gobernaba Enrique Peña Nieto y no había día en que desde la oposición los grupos que ahora están en el poder no se encargaran de hacer sentir que estábamos en el peor de los fracasos nacionales.
Claro, la pésima comunicación y algunas malas decisiones del gobierno de Peña Nieto tampoco ayudaban a una mejor valoración social de las condiciones económicas de las que gozaba el país.
Por ejemplo, uno de los puntos más bajos en la historia de este indicador fue el de la liberación de los precios de las gasolinas, ese que el hoy Presidente y sus huestes lograron posicionar muy bien con el mote del “gasolinazo”.
Nunca han estado las gasolinas tan caras como en este año, pero una buena propaganda y cientos de miles de millones de pesos en subsidios hacen milagros en la opinión pública.
El punto más bajo de esta encuesta fue en aquel enero del 2017 y el punto más alto en junio del 2018 cuando López Obrador ganó las elecciones.
Para el 2019 los consumidores ya sintieron los efectos del primer año de gobierno en recesión, pero aun así se mantuvo un nivel de confianza alto, más alto que durante todo el sexenio anterior cuando no hubo ni recesión ni alta inflación. Pero son sentimientos más que cálculos de ingreso y gasto en el hogar.
La pandemia cambió no sólo el ánimo sino hasta la posibilidad de hacer este tipo de encuestas presenciales. Como sea, supimos de la devastación del espíritu del consumidor en sus cinco indicadores básicos sobre la situación presente y futura de la condición económica del país y el hogar, y la oportunidad de comprar bienes duraderos.
La recuperación de la confianza no fue a la misma velocidad que la caída. Sin embargo, sí mostró que permeó el mensaje optimista de una recuperación sostenida.
Hasta que llegó la alta inflación y ahí sí, no hay mensaje político, ni del más carismático de los líderes, que ayude a contener un pesimismo creciente, que además sí acompaña a cierta baja en la popularidad del régimen.
En esta encuesta de confianza de los consumidores queda claro que la inflación puede ser devastadora del poder de compra, de la confianza del consumidor y hasta de la más firme popularidad política.