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Mexicanos: sus logros no son a puerta cerrada
Faltaban 400 metros para la línea de meta cuando rebasé al italiano, Riccardo De Lucca. Me encontraba en la tercera posición con las piernas tan entumecidas que apenas y puedo entender cómo era que funcionaban. La cámara me enfocó. Y fue en ese momento, cuando tuve de frente la oportunidad de ver lo que traía corriendo tras de mí: Italia, Francia y Estados Unidos, y un montón de sueños respirándome en la nuca.
Pude ver, además, al niño de nueve años soñando con ir a los Juegos Olímpicos, mientras el pebetero de Sídney encendía a todo el mundo en el 2000; las innumerables pruebas que tuve que pasar; los entrenamientos en los que salí llorando, todas las fiestas que me perdí, las relaciones que sacrifiqué; los fracasos que me orillaron a casi renunciar y el dolor de las lesiones a las que me enfrenté.
En el público, escuché la voz de mis padres y de mi hermano gritando mi nombre en las gradas en Río, los gritos de mis entrenadores exigiéndome que no me rindiera, cuando mi cuerpo me exigía exactamente lo contrario. Faltaban menos de 200 metros y menos de un minuto para recorrerlos.
En 2020 el mundo debería de haber estado de fiesta por unos Juegos Olímpicos sumamente esperados, pero fue muy distinto. La carrera dejó de ser contra reloj para convertirse en una competencia contra un enemigo en común: el covid-19. Al igual que esos últimos 200 metros, podemos ver la línea final, pero nuestra mente, nuestro hartazgo del uso de mascarillas y seguir las máximas precauciones, la tristeza de tener que renunciar a un abrazo de nuestros familiares por temor al contagio y nuestra soledad en el encierro nos exigen que paremos. Al igual que esa noche en Río, no debemos de bajar el paso hasta cruzar la meta o la historia puede ser completamente diferente. Hoy, tengo que pedirles, como ex atleta olímpico, que no bajen la guardia.
El deporte crea líderes y, ustedes, queridos hermanos mexicanos, tienen la obligación de demostrarlo. Y no me refiero a una bolsa de medallas, sino a todas las decisiones que han tomado en la vida y que los han conducido a este momento.
A los deportistas, les ruego, desde las gradas, que hagan acopio de todas sus fuerzas y dejen, por un breve tramo, las ganas de tirar la toalla atrás; que usen cada lágrima y gota de sudor como gasolina, cada recuerdo de algún ser querido en el cielo, cada enojo y frustración por la que hayan pasado en los selectivos, cada entrenamiento con el cubrebocas pegado al rostro por el sudor y todos los sacrificios que han hecho para llegar hasta aquí, porque México los necesita. Porque México necesita volver a confiar en otros mexicanos y creer que sí hay esperanza, que sí hay líderes, que sí se puede.
El día de mañana en Tokio, mientras las inseguridades les murmuren que tal vez quisieron volar demasiado alto, que el cuerpo les avise que es hora de rendirse o que sientan que el fracaso les pisa los talones, aprieten el paso. Porque son ustedes los que mantienen al pebetero mexicano encendido, los únicos capaces de mantenernos en la carrera, seguir compitiendo y no dejar que nos rindamos aún cuando las circunstancias nos supliquen detenernos.
Ustedes, mejor que nadie, saben que este último tramo no se recorre con los pulmones sino con el corazón caliente y la mente bien fría. Sus ganas de salir adelante y cumplir sus sueños son más fuertes que cualquier récord del mundo, más amenazantes que cualquier virus. Su hambre por cantar el himno mexicano en un podio es igual a las ganas de todos los mexicanos que queremos verlos triunfar. Los colores que llevan en la sangre son más fuertes que esta pandemia que ha puesto de rodillas a potencias enteras en el mundo desde el 2020.
Y aunque esta vez no escuchen a sus familiares desde las gradas, a todo un estadio lleno corear con ustedes el 'Cielito Lindo', ni los aplausos ensordecedores que cimbren el suelo cuando crucen la línea de meta, cuenten con que estaremos cantando, en voz alta: "Vamos, México", "Venga, México", "Sí se puede, México" desde el otro lado del mundo. Sus logros no serán a puerta cerrada y el himno nacional será cantado por todos.
Antes de medallistas, ya son líderes de todos los que queremos ver el nombre de México en alto. Felices Juegos Olímpicos 2021.
El autor es Ismael Hernández, medallista olímpico en Río de Janeiro 2016. Maestro en Negocios por la Universidad de Duke y Analista de Negocios por la Universidad de Harvard, trabaja en Mastercard, una empresa líder en servicios financieros. Su misión es apoyar a los deportistas en su transición después de su retiro.
@ismael.m.hernandez
@ismaelpenta