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Sesgo contra las mujeres
Es innegable que existe un sesgo negativo que enfrentan las mujeres, tanto dentro del hogar al dividirse con los hombres las tareas que ahí se realizan como en cuanto a su participación en el mercado laboral y el ingreso que obtienen, lo que se traduce en un menor nivel de bienestar. Reducir este sesgo es por lo mismo importante, tanto por el efecto sobre el nivel de bienestar de cada unidad familiar como el de la sociedad en su conjunto.
Primero, de acuerdo al Inegi, en 2021 las labores no remuneradas dentro del hogar representaron el 25.3% del PIB agregado. De este total, 21.8% representaron la preparación de alimentos, 38.7% las labores de limpieza, 13.2% las compras y administración del hogar, 9.6% la ayuda en otros hogares y trabajo voluntario y 26.7% el cuidado y apoyo (incluye hijos, enfermos y personas de la tercera edad). Del total del valor del trabajo no remunerado el 76% fue realizado por mujeres y el 24% por hombres.
Por otra parte, en la Encuesta de Ocupación y Empleo correspondiente a junio de 2023, el INEGI reportó una población de 15 años y más de 100.3 millones de individuos. De estos, 46.8 millones fueron hombres de los cuales 35.7 estaban económicamente activos con una tasa de participación de 76.2% y 53.5 millones de mujeres, de las cuales estaban económicamente activas 24.6 millones con una tasa de participación de 46 por ciento. Las mujeres destinaron, promedio anual por hogar, 2,181 horas al trabajo doméstico no remunerado mientras que los hombres sólo fueron 771 horas.
De lo señalado en los dos párrafos anteriores se desprende que la mayor parte de las mujeres de 15 años y más (54%) están dedicadas a labores dentro del hogar (o en la escuela) y el trabajo que ahí realizan no es remunerado. Hay una claro sesgo dentro del hogar en contra de las mujeres incluida su educación (que es un tema por sí mismo). ¿Qué sucede en el mercado laboral?
Vayamos a una tercera pieza de información: la Encuesta Nacional sobre Ingresos y Gastos los Hogares (ENIGH) que realizó el INEGI en 2022 en donde se reafirma que también aquí hay un sesgo en contra de ellas en la forma de menores ingresos que el de los hombres. Así, por cada $100 de ingreso promedio de un hombre el de una mujer fue en promedio de $66.20, una diferencia de 34.8 por ciento. Este fenómeno no es exclusivo de Mexico; por ejemplo en la Unión Europea el ingreso promedio de una mujer es 12.7% inferior que el de un hombre.
De acuerdo a la ENIGH, la diferencia en ingresos promedio entre ambos géneros se observa para todos los niveles educativos. Así, con educación primaria las mujeres ganan en promedio el 57.5% que un hombre con el mismo nivel educativo. Con secundaria ellas ganan el 60.4% que un hombre, con preparatoria el 65.5%, con licenciatura y posgrado el 70.9 por ciento.
Es importante señalar que esta diferencia de ingresos no se le puede atribuir exclusivamente ni siquiera mayormente a la discriminación misógina en contra de las mujeres ya que si este fuese así, la discriminación laboral en su contra implicaría que no sólo ellas pierden sino también la empresa al contratar a un hombre que posiblemente tenga una menor productividad que la mujer discriminada. La diferencia se explica, en gran medida, por lo que se puede denominar una penalización por maternidad: son las mujeres quienes se embarazan y son ellas las que, por el cuidado que se le brinda a los hijos, quienes tienen una mayor tasa de entrada - salida - entrada del mercado laboral y porque, ya teniendo hijos, pudieran preferir optar por tener jornadas laborales inferiores a la jornada normal de ocho horas.
Esta penalización es un fenómeno que se da en todos los países. Así por ejemplo, una década después de haber tenido a su primer hijo el ingreso de una mujer en Dinamarca es 21% inferior al de un hombre con la misma educación, en Suecia 26%, en España 28%, en Estados Unidos 31%, en Gran Bretaña 44% y en Alemania 61 por ciento. En Chile una mujer con un hijo gana 7% menos que una que no tiene hijos (ambas con características similares), mientras que en Colombia la diferencia es de 18 por ciento.
En México, de acuerdo a la ENIGH, las mujeres sin hijos tienen un ingreso, en promedio, 29.4% menor que los hombres. Con un hijo 36.2% menor, con dos hijos 45.8% menor, con tres hijos 53.3% menor y con cuatro o más hijos su ingreso es 56.6% inferior que el de un hombre.
Es claro que socialmente hablando habría una ganancia si el sesgo negativo que experimentan las mujeres, tanto dentro del hogar como en el mercado laboral se reduce. Dentro del hogar lo que se observa es que a medida que aumenta la educación formal de la pareja, la diferencia en horas destinadas a labores domésticas entre sexos tiende a disminuir.
En el mercado laboral hay dos medidas que se pueden tomar. La primera es aumentar la licencia por paternidad y que sea decisión de la pareja quienes y como usan la licencia extendida. La segunda es generalizar en el sistema educativo las escuelas de tiempo completo, en donde los niños y jóvenes asisten a la escuela de las ocho a las 16 horas. Esto último, obviamente requiere de una profunda reforma educativa, una de las relaciones laborales con los profesores y que el gobierno destine más recursos a la educación. Ahí queda para el próximo gobierno.