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Jefes de gobierno capitalinos: Por sus crisis los conoceréis
Alejandro Almazán expone algunos de los momentos más difíciles que enfrentaron los gobernantes de la capital del país, los cuales revelan situaciones que derivaron en tragedias, quiebres políticos y desencuentros que subsisten hasta la fecha.
La posibilidad de elegir al jefe de gobierno de la capital del país ha colocado a la cabeza de la administración pública a cinco gobernantes electos constitucionalmente y tres sustitutos quienes han tenido que lidiar con crisis políticas y cada uno las ha enfrentado a su manera, expone Alejandro Almazán.
En entrevista, el autor del libro “Jefas y Jefes. Las crisis políticas que forjaron a la Ciudad de México”, editado por Grijalbo, cuenta algunos de los episodios que presenta en una memoria histórica de los gobiernos de la capital, de 1997 a la fecha, apuntalada con investigación hemerográfica y entrevistas con algunos de los exjefes de gobierno y operadores políticos de ellos que, mediante sus propias expresiones, revelan situaciones que derivaron en tragedias, quiebres políticos y desencuentros.
Ahí están pedazos de historia como cuando desde el cuarto de guerra de la campaña de López Obrador se decidió tomar distancia de la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia; el quiebre del “viaje” de la carrera política de Rosario Robles; cuando López Obrador se negó a pactar con Carlos Salinas de Gortari; el viraje del proyecto izquierdista de la ciudad en el sexenio de Marcelo Ebrard y cuando “oscureció”, en el periodo de Miguel Ángel Mancera, así como la forma en que gana la partida un ala de los asesores de Sheinbaum en decisiones desatinadas.
—¿Hay una constante en las administraciones de los 8 jefes de gobierno que ha tenido la capital del país desde 1997 a la fecha?
—No. Cada uno hace su estilo de gobierno. Si hay algo, son las crisis políticas y cada uno las resuelve a su manera.
—Hace unos días el presidente, Andrés Manuel López Obrador, protagonizó un desencuentro con Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Qué de lo ocurrido durante la administración del jefe de gobierno Cuauhtémoc Cárdenas o las campañas de 2000 nos ayudaría entender la relación entre ambos personajes?
—Como me lo cuentan René Bejarano, Rosario Robles y como lo cuenta el ingeniero, el problema entre ellos nace en el 2000, cuando Cárdenas hace campaña por la presidencia, pero “no prendió”. En ese momento los perredistas estaban conscientes que no iban a ganar.
Y eso sucedía también en el cuarto de guerra de López Obrador; sabían que si se asociaban con la campaña de Cárdenas les iba a perjudicar, porque el fenómeno de Vicente Fox estaba muy fuerte.
Bejarano me lo dice: pusimos un alto porque si no nos iba a perjudicar la campaña de Cuauhtémoc.
Eso evidentemente trajo problemas, tanto para Cuauhtémoc como para Rosario Robles. Cuauhtémoc, en su libro, “Sobre mis pasos” cuenta un poco cómo es que le sorprende que López Obrador no lo siga, incluso le llega a plantear que quizás López Obrador tenga dos candidatos: Cuauhtémoc y Camacho Solís, porque hay que recordar que, durante la campaña, Marcelo Ebrard se inclina a favor de López Obrador y, a la postre, eso le va a ayudar muchísimo porque López Obrador ganó por 4.3 puntos a Santiago Creel.
Ese distanciamiento luego revive en los video escándalos. Según Bejarano, Rosario Robles pactó con el expresidente Carlos Salinas de Gortari que ella pudiera volver a ser jefa de gobierno y que Cuauhtémoc Cárdenas fuera el candidato presidencial nuevamente en 2006. Eso trajo de nuevo un conflicto entre López Obrador y Cárdenas.
Cómo me lo dice Bejarano, desde 2000, la relación entre Cárdenas y López Obrador es distante, fría y a veces con momentos hostiles.
—A la distancia ¿cómo vez el paso de Rosario Robles por la jefatura de Gobierno?
—Sin duda ella fue una gran jefa de gobierno. Se notó la jefatura. Llamaba mucho la atención en ese momento, pero se quiebra su viaje. Siendo una gran política, de pronto conoce a Carlos Ahumada y ahí viene el quiebre, se le va apagando la estrella.
Luego llegan los viodeoescándalos, cuando ya hay dos bandos: López Obrador, contra Rosario Robles, Ahumada y los que se van sumando.
Rosario Robles terminó expulsada del PRD, arropada por Peña Nieto y luego en la cárcel por el asunto de la Estafa Maestra.
Entrevisté a Rosario cuando estaba en la cárcel y me logra contar cosas como que Carlos Ahumada estuvo apoyando la campaña de López Obrador, cosa que ya se medio sabía, pero el hecho de que te lo confirmen el propio Bejarano y Rosario Robles queda claro.
—El cajón que representa el periodo de López Obrador como jefe de Gobierno tiene muchas entradas y salidas. ¿Cuál es el episodio que lo retrata mejor en su biografía?
—Yo creo que son los videoescándalos y el desafuero. Esos episodios muestran el López Obrador de ese momento. El de ahora es otra cosa.
Ese político audaz que la oposición hace víctima, ese político que sabe cómo encontrar alianzas que le ayuden a demostrar lo que él está hablando, el complot.
Ahí se muestra mucho la batalla permanente que ha tenido durante todos estos años con Carlos Salinas de Gortari.
Yo comparto en el libro una historia de cómo Salinas, cuando López Obrador va de candidato presidencial Salinas se acerca a López Obrador porque quiere hacer un pacto. Él se da cuenta de que puede ganar, pero obviamente López Obrador dice que no y ni siquiera se sienta con él.
Si bien de alguna forma a López Obrador todo mundo le ha seguido la pisada, en el libro queda claro toda esa pisada, todos sus movimientos políticos para llegar a la presidencia en 2018 y llegar a ser lo que es ahora.
—Qué es lo que distingue al gobierno de Marcelo Ebrard de las anteriores administraciones de izquierda de la ciudad de México. ¿Con qué momento te quedas de esa administración?
—Marcelo Ebrard es un progre neoliberal y eso cambia la imagen de la ciudad. Busca hacerla la ciudad de vanguardia, pero desde el ámbito más neoliberal, es decir empieza a buscar pequeños derechos.
Hay una historia de la despenalización del aborto que no surge de un momento en donde Marcelo se haya sentado con las feministas y dijo vamos adelante, sino de una motivación política.
La iniciativa la presenta alguien cercano a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien hoy está en la cárcel y en ese momento el PRD dirigido por Víctor Hugo Cirigo y René Arce, los Chuchos chicos, toman la iniciativa, se la roban al PRI y la abanderan.
No porque ellos quisieran ayudar a las mujeres en su derecho a decidir, sino que se dan cuenta que en ese momento López Obrador está muy cercano a la Iglesia, a través de su esposa.
Ellos dicen vamos a tenderle una trampa a Marcelo; vamos a decirle que vamos a despenalizar el aborto; él va a decir que no, porque están muy cerca del clero y vamos a aprovechar para golpearlo. Al final lo que los chuchos querían era tener el control de la Ciudad pues ellos eran la corriente más grande del PRD en la Ciudad de México.
Pero le sale mal; Marcelo dice sí, vamos para adelante. En ese momento Marcelo toma esa iniciativa y a la postre termina siendo aprobada y Marcelo se vuelve el hombre pobre, pero todo fue motivado por una intención política.
—¿Cómo llega Mancera a la jefatura de Gobierno?
—Marcelo cosecha lo que sembró, Cárdenas, Rosario Robles y Alejandro Encinas, particularmente en materia de seguridad pública. Por eso su administración pareciera que es muy buena, pero dentro de su administración hay cosas muy oscuras. Mueve a los ambulantes del centro histórico a punta de averiguaciones previas y amenazas.
A partir de ahí la administración de los jefes de gobierno empieza a ponerse oscura.
Con Mancera se instala esa oscuridad, se instala la corrupción, las complicidades con el PAN. El hecho de que él no gobernara, que prácticamente les dejara el gobierno a los hermanos Serna y a Héctor Serrano... Al final Mancera ha sido nuestro peor jefe de gobierno. Es la administración donde la izquierda del PRD se corrompe.
¿Qué opinión tienes de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum de la forma de enfrentar y solucionar los problemas públicos?
—Claudia Sheinbaum llega a una ciudad podrida. Se le viene el feminismo, que medio no le entiende y luego le cae la pandemia y luego el asunto del desplome del Metro.
Eso lleva a las elecciones de 2021 donde Morena pierde la mitad de la ciudad y hoy está con una moneda al aire de cómo le va a ir en 2024.
No hay una conclusión sobre la administración de la doctora porque todavía le falta. Me parece que es una buena gobernante, que tiene buenas intenciones, pero el equipo que la rodea es el que falla.
Por ejemplo, durante la pandemia se reparte la ivermectina, y trajo un broncón para el gobierno.
Ese tipo de errores han pasado mucho en el gobierno de Claudia Sheinbaum. Con las feministas, una parte de su equipo dijo vamos a sentarnos con las feministas, analizar lo que está pasando. Hay que escucharlas. Pero otra parte de su equipo le dice estas feministas no son feministas.