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AMLO pide impunidad
Esta semana, López Obrador amenazó con no asistir a la cumbre de líderes de América del Norte (CLAN) a celebrarse tentativamente en abril porque: “Si no hay un trato respetuoso, no participo. Además, ya me faltan nada más siete meses, y no me gusta viajar mucho. Me gusta viajar aquí a Palenque, aquí sí me siento muy bien, de salud y de ánimo. Aquí hay muy buenas vibras”.
Una mañanera después le bajó un poco al tono aduciendo que se ve difícil la celebración de dicha Cumbre porque hay elecciones en Estados Unidos y en nuestro país. Ya no habló de “trato respetuoso”, sino de elecciones. Sin embargo, se quejó de la decisión del gobierno de Canadá de imponer un visado a mexicanos y mexicanas “¿Cómo empezando un proceso electoral en México se toma esta decisión unilateral? ¿O es casual?”. En medio de las dos mañaneras, cuando se supo de la decisión de Canadá, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un boletín en el que, entre otras cosas, se decía que México podría tomar medidas recíprocas, es decir pedir visado a los canadienses que entren a nuestro país.
Minutos después dicho boletín fue retirado, afortunadamente. Alguien corrigió al darse cuenta del terrible error que significaba la amenaza. En septiembre del año pasado, el embajador de Canadá en México, Graeme C. Clark, indicó que en 2023 se esperaba que visitaran nuestro país tres millones de canadienses por turismo vacacional y de negocios. ¿Se imaginan pedirles visa? Simplemente, se afectarían los ingresos por turismo dado que después de Estados Unidos, Canadá es la segunda nación en el número de turistas. Este es solo un ejemplo del tipo de acciones diplomáticas (también es un decir) que se toman, sin lógica y sin un contexto adecuado.
Regresemos a la frase presidencial: “hasta que no haya un trato respetuoso”. ¿A qué se refiere en concreto López Obrador? Podría creerse que habla de la serie de cosas que republicanos y demócratas han dicho sobre la migración procedente de México. Los más conspicuos, Donald Trump, Ron de Santis, Gregg Abbott o Nikki Haley, han hablado de muros, más personal migratorio y deportación exprés. Han acusado a Biden de tener las fronteras “abiertas de par en par”, han dicho que los migrantes ponen en peligro a los ciudadanos norteamericanos, algunos han llamado criminales a los migrantes.
Al calor de la contienda electoral, legisladores republicanos de Arizona han propuesto que se apruebe una ley que permita a los dueños de ranchos disparar en contra de migrantes que crucen sus tierras. Este clima antinmigrante se ha incrementado también entre la población norteamericana. En una encuesta a 5.140 adultos realizada entre el 16 y el 21 de enero de este año por el Pew Research Center sobre la situación en la frontera entre México y Estados Unidos, el 57% de los estadounidenses asoció el gran número de migrantes con una mayor delincuencia. El 85% de los encuestados que se declararon republicanos vincularon migrantes con delincuencia, frente al 31% de los demócratas. Lo cierto es que numerosas investigaciones contradicen esta idea. En realidad, no hay relación entre migración y delincuencia. Es más probable que delincan nacidos en Estados Unidos que migrantes.
El propio presidente Biden ha endurecido su posición, presionado por un proceso electoral que parece no favorecerle y una serie de tropiezos personales. En sus primeros días al frente de la Casa Blanca, detuvo en buena medida las deportaciones, tratando de apartarse de las duras prácticas de Trump. Sin embargo, poco a poco su discurso fue cambiando ante la crisis fronteriza. En los primeros días de febrero de este año solicitó al Congreso que le concediera el poder para cerrar la frontera. Al principio, legisladores republicanos vieron con simpatía la propuesta, pero entonces tronó Trump en contra de ella y todo se detuvo. Apenas ayer, Biden fue a Texas, Trump ya estaba ahí, y le pidió que apoyará su medida. El Donald lo mandó de paseo.
Cuando AMLO pide respeto no está hablando de todo esto. No, al contrario. Todas las ocasiones en que se le ha planteado alguna preocupación al respecto ha minimizado palabras y amenazas diciendo que son parte del clima electoral de Estados Unidos. En realidad, el presidente no está preocupado por el destino de las mexicanas y mexicanos que han cruzado la frontera huyendo de la violencia o la pobreza. Tampoco está preocupado por la situación de los migrantes que llegan a nuestro país.
López Obrador está preocupado por él mismo, porque se ha puesto en duda su “honorabilidad” a través de reportajes con datos de criminales que aseguran que donaron a sus campañas fuertes cantidades de dinero. Lo que pide el presidente López es impunidad.