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Opinión

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Abrazos para el canciller de las Farc y frialdad al gobierno de Paraguay

La justicia no tendría que ser guiada por la ideología que dicta el poder.

El 21 de septiembre de 2004 entre las 17:30 y 18:00 horas fue secuestrada Cecilia Cubas, de 31 años de edad, al salir de su trabajo en Asunción, Paraguay.

Su padre, Raúl Cubas Grau, fue presidente entre agosto de 1998 y marzo de 1999, mes en el que dimitió luego de un alud de protestas detonadas por el magnicidio de su vicepresidente y rival político Luis María Argaña. La madre de Cecilia, Mirtha Gusinky fue senadora hasta el pasado 2 de mayo, fecha que renunció por haber recibido la vacuna del Covid-19 de manera irregular.

A Cecilia la secuestró una organización marxista-leninista cuyo origen se remonta a 1990 a través del Partido Patria Libre.

Una serie de correos electrónicos intercambiados entre su líder, Osman Martínez, que se hacía llamar Gerardo Acosta, y Rodrigo Granda, reconocido como el canciller de las Farc, reveló a la policía la participación directa de la guerrilla colombiana.

El cuerpo de Cecilia Cubas fue encontrado en un túnel tapado con cemento el 16 de febrero de 2005 en una propiedad abandonada en el barrio Mbocayati ubicado en la periferia de Asunción. Especialistas que analizaro sus restos encontraron en sus pulmones arena, lo que significa que la enterraron con vida.

“No creo que la fruta (Cecilia Cubas) pueda aguantar más tiempo, recuerde que ya se está pudriendo. Si no mejora la oferta no habrá más pruebas y tampoco podré garantizar nada”, escribieron los secuestradores a los familiares de Cecilia. El hebdomadario colombiano Semana publicó algunos de los mensajes enviados a la familia de parte de los secuestradores asesorados por Granda.

Para mantener la comunicación durante la negociación con la familia de Cecilia, los secuestradores dejaron escrito el correo cantagrillo2000@yahoo.com.ar y la clave amanezien2, en un baño del centro comercial Shopping Multiplaza, sin embargo, durante las comunicaciones cometieron un error: dejaron un correo electrónico en la bandeja de reciclaje, musguero@hotmail.com.

Se trataba del correo de Rodrigo Granda. La policía, con la colaboración de Microsoft, encontraron la IP de la computadora del canciller de las Farc.

Rodrigo Granda fue el artífice del secuestro de Cecilia Cubas. “Fue el creador del manual de operaciones de las Farc para este tipo de secuestros y torturas”, me comenta un funcionario de la cancillería paraguaya quien me pidió el anonimato para poder detallar aspectos de los documentos que enviaron al gobierno mexicano.

El presidente de Paraguay Mario Abdo Benítez le escribió un mensaje de WhatsApp a Emilio Cubas (primo de Cecilia) la noche del pasado martes para avisarle que Rodrigo Granda estaba en el aeropuerto de la Ciudad de México. ¿Usted cree que se le podrá traer (a Paraguay)? Le pregunta Emilio Cubas, a lo que el presidente responde: “Veremos cómo actúa México, no es un país que vaya a colaborar en este tema” (entrevista del periodista Carlos Reyes del diario El Tiempo a Emilio Cubas).

En una tarjeta informativa, la Secretaría de Relaciones Exteriores informó el miércoles su “apoyo al proceso de paz en Colombia”, algo nada tiene que ver con la solicitud de extradición a la justicia paraguaya.

Las palabras del embajador de México en Paraguay Juan Manuel Nungaray son esclarecedoras y perturbadoras. “No hubo tiempo” para detener a Rodrigo Granda dado que ya estaba en el avión que lo regresaría a Colombia. Lo que en realidad no hubo fue disposición diplomática de México al gobierno de Paraguay, ni el ánimo de obsequiar unas palabras a la familia Cubas.

Es época de abrazos. Abrazos al canciller de las Farc.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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