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Opinión

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¿Apostar por la derrota de Putin supone una guerra nuclear?

La presión que ha recibido el Gobierno del canciller Olaf Scholz para tomar distancia con Rusia inició desde el primer día de la invasión a Ucrania.

Las venas que unía a Alemania con Rusia las representaba, comercialmente hablando, los dos gasoductos Nord Stream, instalados desde tiempos de Gerhard Schröder y Angela Merkel.

Presionaron a Alemania para que en cuestión de semanas o pocos meses revirtiera su relación comercial con Rusia; presionaron al gobierno para que se uniera al paquete de sanciones elaboradas por la Unión Europea; presionaron al canciller Olaf Scholz para que apoyara a Ucrania con armas pesadas.

Los símbolos catalizan las respuestas políticas. La caída en desgracia del excanciller Schröder recibió un empujón del propio gobierno alemán en mayo pasado, cuando anunció que le quitarían una oficina y recursos humanos que financiaba el erario público.

El 12 de marzo pasado Biden dirigió un mensaje a la nación estadounidense. Uno de los comentarios que hizo fue que su país no apoyaría una guerra entre la OTAN frente a Rusia porque al hacerlo detonaría la tercera guerra mundial.

Dos meses y medio después, el 30 de mayo, dijo que no enviaría a Ucrania armamento “que pueda llegar a Rusia”. El senador republicano Lindsey Graham reaccionó a las palabras del presidente y dijo que con su decisión traicionaría a Ucrania y a la democracia.

La visita del presidente Zelenski a la Casa Blanca en noviembre pasado hizo cambiar de opinión a Biden respecto a un tema: Estados Unidos entregará sistemas antimisiles Patriot a Ucrania, el mismo armamento que Biden se negó entregar durante nueve meses.

Polonia ha decidido crear una unión de países europeos que tengan tanques fabricados en Alemania, Leopard, para que sean entregados a Ucrania. El primer ministro polaco Mateusz Morawiecki dijo el viernes pasado: “La actitud de Alemania es inaceptable . Ya ha pasado casi un año desde que comenzó la guerra. Hay gente inocente muriendo cada día”. Morawiecki se refería a lo dicho públicamente por Scholz unas horas antes: SI Estados Unidos entrega tanques a Ucrania, también lo haremos.

Es cierto, hay gente inocente muriendo todos los días en Ucrania, sin embargo, Scholz y sus asesores en temas de guerra evalúan escenarios. Uno de ellos integra la escalada del conflicto a través de la participación de la OTAN. ¿Cuáles son las líneas rojas que demarca el presidente Putin para determinar el momento en el que la OTAN participa en la guerra?

El campo de batalla es Ucrania, pero la guerra del presidente ruso es contra el orden establecido por Estados Unidos y la Unión Europea.

Incrementar la apuesta por la derrota de Putin conlleva el riesgo de que use armas tácticas nucleares. De hacerlo, y como dijo Biden el año pasado, se activaría la tercera guerra mundial. La OTAN respondería de manera inmediata.

Ese escenario lo piensa Kim Jong-Un: si atacara a Corea del Sur o a Japón, Pyongyang desaparecería. Sin embargo, su apuesta por desarrollar armamento nuclear le genera activos de popularidad en Corea del Norte.

El caso alemán es distinto. En su escenario de guerra nuclear subyace lo ocurrido en las dos guerras mundiales. Su participación ha marcado a su cultura.

Alemania sabe que Putin nunca se dará por vencido, porque al hacerlo, quedaría fuera de la presidencia.

Momentos críticos.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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